En las últimas décadas, hemos experimentado incendios en la Chiquitania y el Pantanal prácticamente cada año, pero parece que el 2019 marcó la diferencia por la enorme cantidad de hectáreas quemadas y la fauna silvestre que pereció ante nuestros ojos, o, mejor dicho, ante nuestras plataformas sociales favoritas. Desde entonces, cada año parece normal que lleguemos a la época seca y que millones de hectáreas de bosques y otros ecosistemas naturales, como sábanas inundables o pastizales en nuestras serranías, se quemen.
Los gritos de la población en contra de los incendios siempre se hacen presentes, y francamente, sin la ayuda de la sociedad civil, las donaciones y el apoyo desinteresado de los bomberos voluntarios, la situación sería aún más grave. Lo que todos estos últimos años han tenido en común son millones de hectáreas quemadas y aún más animales silvestres calcinados, un monte cada vez más vacío y lejos de poder recuperarse en los meses lluviosos. Aunque el verde retorna, sus habitantes ya no están en la misma cantidad o composición de antes.
Los gritos y pedidos de urgencia de la gente se vuelven más fuertes cuando los incendios llegan a su máxima expresión, cuando las ciudades grandes se llenan de humo y cuando la única forma de apagar las llamas es con lluvia. Por suerte, estas lluvias siempre han llegado en los últimos años, salvando a los sobrevivientes de la fauna y a los habitantes humanos de las zonas afectadas.
Pero, cuando las lluvias se aplacan, las quejas disminuyen y, en solo semanas, parece que nadie recuerda los dolores de garganta, la tos y las lágrimas por el humo, ni las imágenes de los animales muertos en las redes sociales. Nos alegramos de que el verde rebrota, pero nos falta reconocer que no todas las especies tienen la resiliencia para volver. Después de unas semanas, parece que ya nadie recuerda el sufrimiento propio y mucho menos el daño al medio ambiente.
Los gritos y pedidos de urgencia de la gente se vuelven más fuertes cuando los incendios llegan a su máxima expresión, cuando las ciudades grandes se llenan de humo y cuando la única forma de apagar las llamas es con lluvia
Entonces, ¿la sequía y los incendios de este 2024 son más de lo mismo? ¿Solamente un año más de sufrimiento de unas semanas en las que nos quejamos por el mal aire, los síntomas del humo y el dolor de ver el bosque arder?
Es allí donde pienso que este año es y será diferente. Esta vez estamos en julio, con sequía e incendios como si fuera septiembre; esta vez no será un sufrimiento de semanas, sino de meses, porque las lluvias llegarán en octubre o noviembre. Nuestros aliados llegarán tarde para ayudarnos. Seremos testigos de una sequía quizás sin precedentes en nuestra generación y de una pérdida de bosques y vida silvestre aún peor que en años anteriores.
Pero quizás sea también el momento de cambiar las cosas. Quizás esta vez el dolor sea lo suficientemente duradero como para que nos pongamos de pie y firmes en pedir cambios drásticos en las políticas de uso de suelo, y también castigos más severos para los culpables de los incendios. Caso contrario, la próxima generación no tendrá la dicha de saber lo que es un Bosque Seco Chiquitano o una sábana inundable del Pantanal. Las londras del Pantanal y las parabas azules serán un recuerdo histórico en los libros y páginas web, y los problemas de agua convertirán grandes extensiones del territorio nacional en lugares inhabitables para los humanos.
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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Nómadas.
Sobre el autor
Steffen Reichle
Biólogo alemán que vive en Bolivia desde hace 30 años. Es experto en planificación de conservación a diferentes escalas y ha publicado en revistas científicas nacionales e internacionales, incluyendo descripciones de nuevas especies de anfibios y reptiles para la ciencia, muchas de ellas endémicas de Bolivia. Además, es autor de libros sobre conservación y guías de naturaleza. También es un reconocido fotógrafo del medio ambiente en nuestro país.