En el cielo más puro de América se divisa un inmenso blanco vacío, y no es precisamente niebla; es, sin duda, humo proveniente de las quemas e incendios causados por la deforestación en insensatos intentos de “limpiar” tierras para el erróneamente concebido desarrollo agrícola. Esta es, sin duda, una forma de fomentar la ocupación de tierras por grupos afines al gobierno, así como la expansión de la ganadería y la minería ilegal. Grises y oscuros nubarrones cubren el cielo de ciudades como Santa Cruz, La Paz, Beni, Cobija, Cochabamba, y de poblaciones como San Matías, Asunción de Guarayos, San José, Roboré, la Chiquitania y la comunidad de Tumi Chucua.
En fin, hay humo en todo el territorio nacional. Los ojos irritados se llenan de lágrimas al contemplar los campos desolados, donde yacen un montón de animales salvajes y domésticos, muertos o moribundos. Duele, y el corazón se contrae ante tal devastación.
Bolivia posee una rica biodiversidad en la cuenca del Amazonas. Solo la Chiquitanía abarca 165.000 km², los cuales, según el diputado Miguel Roca, están siendo reducidos a cenizas. Se han emitido varios llamados de auxilio internacionales (SOS). Los incendios forestales en el país han consumido millones de hectáreas desde junio de 2024. El 7 de septiembre, el Gobierno declaró Emergencia Nacional por tres meses, aunque para algunos fue una respuesta tardía. Esto es consecuencia de un paquete de ocho leyes incendiarias aprobadas desde 2013, que han sido las causantes de que la contaminación no se detenga en Bolivia. Estas normativas específicas han afectado el uso de la tierra y promovido prácticas insostenibles.
“En Bolivia, y especialmente en Santa Cruz, se está llevando a cabo un “ecocidio”, es decir, la muerte del hogar, del medio ambiente, de los animales y las plantas, poniendo en peligro la vida humana”.
En la mayoría de los casos, las quemas e incendios son provocados por grupos interculturales apoyados por el Gobierno, ya que deben deforestar para demostrar que las tierras cumplen una función social productiva, evitando así que se las reviertan. En consecuencia, como es tan difícil desmontar 20 hectáreas de bosque, recurren a la quema; al final, muchos venden la tierra en lugar de cultivarla. Existen multas, pero los montos son irrisorios. Además, las sanciones por quemas fueron condonadas entre 1995 y 2013, y con regularidad se extienden los plazos de perdón.
Sin duda, en Bolivia, y especialmente en Santa Cruz, se está llevando a cabo un “ecocidio”, es decir, la muerte del hogar, del medio ambiente, la destrucción de los animales y las plantas, poniendo en peligro la vida humana. La senadora comentó que ha llegado a la conclusión, después de casi tres meses de incendios no controlados a tiempo en Santa Cruz, de que las quemas son deliberadas y buscan la ampliación de la frontera agropecuaria. En una entrevista ofrecida por Cecilia Requena, senadora de Comunidad Ciudadana por La Paz, a la Radio Pío XII Digital, expresó:
Nos estamos enfermando al respirar, ya que aspiramos partículas tóxicas que provocan enfermedades cardíacas, pulmonares y respiratorias, hasta llegar a causar la muerte. El humo es horrible, desagradable. La ciudad apenas se ve debido al humo, y la calidad del aire es pésima, particularmente en las zonas bajas. Es necesario buscar consenso para aprobar una ley ante la insostenible situación medioambiental causada por los incendios forestales en el territorio nacional. La quema es una forma barata de habilitar tierras, ya sea para cultivo o para la especulación.
En estos días, la oposición afina con premura el Proyecto de Ley 003 de Prevención de Quemas e Incendios y Restauración de las Áreas Afectadas, debido a la deforestación y al humo que cubre las principales ciudades. Además, se pretende abrogar los decretos incendiarios del gobierno de Evo Morales, uno de los cuales autoriza la quema de hasta 20 hectáreas por parcela, tanto al sector privado como a los comuneros que han sido dotados de tierras en la Amazonía del oriente boliviano, en la región de las Tierras Bajas, así como el decreto que permitía la explotación y extracción de hidrocarburos dentro de áreas protegidas, ampliando así la frontera agrícola y fomentando la maldita deforestación, de la cual Santa Cruz concentra cerca del 80% del total de la deforestación nacional.
“¡La gente llora, ruega y pide ayuda! Los bolivianos necesitamos respirar tranquilos y profundamente aire puro en ciudades limpias y transparentes”.
Sin duda, en Bolivia, y especialmente en Santa Cruz, se está llevando a cabo un “ecocidio”, es decir, la muerte del hogar, del medio ambiente, la destrucción de los animales y las plantas, poniendo en peligro la vida humana. La senadora comentó que ha llegado a la conclusión, después de casi tres meses de incendios no controlados a tiempo en Santa Cruz, de que las quemas son deliberadas y buscan la ampliación de la frontera agropecuaria.
La aprobación de la Ley 003 en el Senado requiere del apoyo y la movilización política y cultural de los ciudadanos para crear conciencia sobre su papel en el desarrollo sostenible de la región: salud, agua pura, alimentación saludable, protección segura y aire fresco. Estos son derechos inalienables de toda la ciudadanía y así debe comprenderse. No obstante, muchas personas se oponen a la ley, ya que defienden intereses personales y de ciertos grupos, priorizando sus ganancias y viviendo a costa del Estado, en detrimento del medio ambiente. Entre ellos se encuentran los interculturales, quienes apoyan al Gobierno, que concentra todos los poderes y necesita sus votos para las próximas elecciones.
El nuevo Proyecto de Ley 003 establece mecanismos para certificar tierras, mejorar los créditos y lograr una financiación sostenible. Está enfocado en el control de incendios y la restauración de los subsistemas ambientales, pero también es necesario comprender las causas de las quemas y los incendios. Según la senadora, este nuevo proyecto contempla multas más altas, aunque no llegan a ser confiscatorias. El 30 % del valor de la propiedad es el límite máximo. Pudiendo ser considerarados otros factores, como la demanda global de productos agrícolas o la falta de políticas alternativas sostenibles.
En síntesis, la gente tiene miedo de los incendios y sus mortales efectos. Hemos visto zonas convertidas en cenizas y carbón, como sucedió con la comunidad campesina de Tumi Chucua, en el Beni. ¡La gente llora, ruega y pide ayuda! Los bolivianos necesitamos respirar tranquilos y profundamente aire puro en ciudades limpias y transparentes. Las quemas atentan directamente contra la vida. Ciertamente, hay que repensar el modelo de desarrollo económico y social del país. Es decir, cambiar la política económica extractivista impulsada por el gobierno del MAS, basada en la explotación irracional de los recursos naturales, que ha promovido la ampliación irresponsable de la frontera agropecuaria, la dotación de tierras en zonas de vocación forestal y la deforestación de áreas protegidas, creadas para la conservación y el manejo sostenible del medio ambiente.
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Sobre el autor
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Juan Burgos Barrero
Juan Burgos Barrero nació en Santa Cruz, 1950. Es licenciado en periodismo por la universidad Complutense de Madrid. Máster en Didáctica y Tecnología Educativa por la universidad Nacional de Panamá. Consultor, corresponsal en el extranjero de diversos medios de comunicación y atesora una larga trayectoria periodística. Ha publicado cuentos, ensayos y reportajes periodísticos. Ha vivido en Europa, Asia, Estados Unidos y Centro América. Publicó su primer cuento Hay mucho pan que combatir, en el libro Premios Clarín y Buñuel, España. Su último libro Estudio de Caso, Metodología de la Investigación Científica.