No se le ve el rostro. Pero uno puede imaginar el tamaño del espanto en su rostro, en su mirada. Arrodillado en el suelo, con el alma quebrada, con la piel entregada a la macabra realidad, el hombre observa con impotencia cómo las llamas devoran su hogar en la comunidad Nueva Generación, en Riberalta, Beni. El hombre se llama Remy Gómez Melgar y ante sus ojos está su casa que ya no está porque las bocas de fuego se la devoran con un apetito descomunal.
Cada chispa que se eleva al cielo es un grito desgarrador que tiene atorado en la garganta.
Además de la suya, otras casitas también con techo de palma y madera se desploman entregadas a los incendios, crujen y colapsan mientras el humo oscurece el presente, el futuro… Los gritos de los humanos y los ladridos de los perros que huyen atormentados por lo que ven, se funden con el estruendo de los incendios y, para Ricardo, en ese instante negro, sólo existe el doloroso silencio…