Los incendios forestales son cada vez más voraces en la Chiquitania. El 2024 ha sido especialmente devastador con aproximadamente 14 millones de hectáreas arrasadas por el fuego, que se lleva a su paso todas las formas de vida que el bosque seco Chiquitano sustenta. Las mujeres de la Chiquitanía están respondiendo a este desafío colaborando en las labores de lucha contra el fuego, formando parte de las cuadrillas de emergencia y primera respuesta a los incendios que amenazan y destruyen sus comunidades.
Ana Fernández Frías es bombera voluntaria en la cuadrilla de Santiaguito, de Santiago de Chiquitos (Santa Cruz, Bolivia). Buena conocedora de las serranías, los cerrados y del Bosque Seco Chiquitano en los que trabaja como guía turística, nos cuenta sus motivaciones y experiencias cotidianas en las labores de extinción y protección de la riqueza natural de su comunidad.
¿Qué le inspiró a hacerse bombera voluntaria?
Me inspiró ver cómo mueren la vegetación y los animales cuando el fuego los pilla. Son hectáreas lo que arrasa el fuego. Y nosotras que estamos en medio del monte, del fuego, vemos cómo avanza y vemos animalitos quemados, que tal vez no han podido huir y el no poder rescatarlos. Muchos dejan sus nidos por miedo y dejan a sus hijitos. Y una como mamá también sabe lo que es dejar a los hijos. Y tal vez los mismos animalitos no pueden huir por cuidar a sus crías. Y bueno, eso me inspiró bastante. Y duele ver tantos animalitos quemados, tantas hectáreas de monte arrasadas, y ver todo seco, todo derrotado por el fuego, da bastante pena.
¿Y cómo aprendió este trabajo?
Pasamos talleres de cómo apagar un incendio y para conocer las herramientas que se utilizan. Hemos ido a trabajar de noche y de día. Se va a apagar incendios en la noche, y sobre eso nos han pasado varios talleres. Porque yo hace como unos dos meses que estoy colaborando de nuevo, empecé en 2019, pero lo dejé por cuidar de mis hijitas, y ahora volví de nuevo. Y ya nos pasaron los talleres de cómo auxiliar a una persona que está afectada, el tema de hacer vendajes, de cómo hacer camillas, de cómo usar una herramienta, un yordi, un masclado, una pala para apagar el fuego, mientras las que llevan mochilas extintoras van adelante. Y es una experiencia bonita también, porque todos trabajamos en grupo. Nuestra cuadrilla se llama Santiaguito, somos alrededor de 20 bomberos voluntarios. Es una de las tres cuadrillas que hay acá en Santiago.
¿Cuántas mujeres forman parte de su cuadrilla?
Somos cinco mujeres. Y entre ellas está mi comandante, que ella es la que nos dirige a todos.
¿Cómo es el trabajo del día a día en tiempos de incendios?
Tenemos que estar siempre preparados para los incendios. Yo también soy guía de turismo, además estoy en la escuela de música, y también vendo mi medicina natural. Pero cuando se habla de incendios, tenemos que estar más por ese lado. Porque cuando entramos de noche, entramos desde las 5 de la tarde y recién salimos a cenar a las 3 de la mañana. Como dice mi comandante, nosotros tenemos una hora de entrada, pero no sabemos una hora de salida porque hay fuegos intensos. Para hacer las líneas de contención, que es lo que más se hace. Pero sí me doy tiempo para hacer mis otras cosas, porque de eso vivimos acá en Santiago, del día a día. Yo tengo tres hijitas y tengo que trabajar para sustentarlas.
Y en cambio, en épocas más tranquilas con respecto a los incendios, ¿hacen trabajos de prevención?
Se hace reforestación acá. Ya se están haciendo los plantines en el vivero para ir a plantar donde ha sido más afectado con el fuego.
¿Cuáles son los principales retos de ser mujer bombera voluntaria?
La dificultad, tal vez para mí al comienzo, fue de la herramienta. Porque algunas son herramientas pesadas, y hay que estar dispuesta a cargar una mochila. Claro que siempre vamos con relevo, pero sacamos fuerza de donde no tenemos. Porque igual todos hacen al mismo trabajo, y todos unidos llegamos a hacer un buen trabajo.
Los incendios forestales se consideran espacios masculinizados, donde generalmente son los hombres lo que realizan las tareas de extinción. ¿Qué se dice en la Chiquitanía de las mujeres que son bomberas voluntarias?
Nos llaman mujeres valientes, porque no todas se animan a enfrentar lo que enfrentamos. No todas tienen la valentía de estar en medio del fuego. Pero gracias a Dios, hasta ahora, todas las que somos bomberas voluntarias no hemos sufrido ningún incidente.
¿Y qué oportunidades le ofrece estar en primera línea de los incendios forestales?
Aprender de la experiencia que se gana. Cuando yo no era bombera, yo veía a los bomberos en la tele y pensaba que todo era fácil, o solamente apagar fuego y ya estaba. Pero cuando me metí a ser bombera, ahí vi la verdad del trabajo. Y me gustó. Es un poquito cansador, pero vale la pena hacerlo. Como bombera, la experiencia es bonita. A pesar de que se sufre un cuando el fuego está cerca, respirar el humo, cuando fuimos a apagar el fuego de Aguascalientes pasamos incluso en medio de las brasas. Después ver animalitos con sus niditos muertos, da pena. Pero sabemos que estamos haciendo un buen trabajo, porque nuestra cuadrilla ha resaltado ahora como buenos trabajadores que somos. Gracias a Dios, porque nos da la fuerza para seguir adelante.
¿Qué oportunidades cree que hay para que se tengan en cuenta los conocimientos de las comunidades locales que tenéis del bosque, de cómo se utilizan los fuegos, a la hora de hacer la gestión de los incendios?
Yo pienso que en primer lugar hay que saber cuándo hacer el chaqueo, cuándo quemar más que todo, porque muchas veces igual los incendios han sido por quemar, para sembrar o tal vez para trabajo. Pero yo pediría que la gente sea un poco más concientizada porque eso a veces ocasiona un gran incendio.
Y más allá de los incendios forestales, como comunaria ¿qué significa para usted el fuego?
El fuego es una amenaza. Ya sea para uno, ya sea en su casa de uno y en el monte, es una amenaza grande que hay sobre el ser humano.
¿Cree que hay diferencias entre cómo utilizaban el fuego otras generaciones y cómo se hace ahora?
Lo que me cuenta mi papá es que antes no había tantos incendios como hoy día, porque no se quemaba tanto como hoy día. Se quemaban chaquitos pequeños y se hacían cordones al lado de donde ibas a quemar. Y había que saber a qué lado estaba el viento, si no se iba a llevar el fuego, si no iba a saltar el fuego. Ahora yo creo no hay concientización de eso, de saber cuándo quemar o qué cantidad de fuego se debe usar. Y porque es ahí normalmente donde viene el descontrol.
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Autores
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Isabel Díaz Reviriego
Es investigadora en la Universidad de Leuphana de Luneburgo, Alemania. Investiga sobre la pluralidad de conocimientos, prácticas de manejo y formas de vivir con la naturaleza desde una perspectiva feminista. Desde 2022 colabora con la Organización Regional de Mujeres Indígenas Chiquitanas (ORMICH) para entender y apoyar a la visibilización de las experiencias cotidianas de las mujeres indígenas con los cambios socioambientales en la Chiquitanía.
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Marién González Hidalgo
Es investigadora en la Universidad Sueca de Ciencias Agrarias (SLU). Está especializada en estudios de ecología política y análisis de impactos psicosociales de conflictos ambientales. Actualmente lidera un proyecto con perspectiva feminista sobre los incendios forestales.