
En 2016, el artista Santiago Contreras Soux se inclinó a las orillas de un lago en San Martín de los Andes, Argentina, y bebió de su agua. Aquel lago contenía en sí el agua tratada por una planta de tratamiento, y supuestamente estaba limpia. Pero, por el contacto directo con estas aguas y el contacto indirecto con aguas residuales de la ciudad, el artista terminó con una infección. No sería esta la primera ni la última vez que el artista desestabilizaría su propio cuerpo en sus obras al exponerse a los procesos del extractivismo.
Cinco años después, su acercamiento al extractivismo sería más meticuloso, pero no menos provocador. En 2021, en el video-performance titulado “Mesa para dos”, ya no tuvo un contacto tan cercano con el agua contaminada, pero sí le hizo un análisis físico químico que dio un resultado concluyente: “no apta para el consumo”.
Es importante señalar que la laguna artificial de la que Santiago tomó la muestra de agua para “Mesa para dos” es producto del desvío del agua del río Desaguadero que hacía la mina Inti Raymi desde los años 80 para alimentar sus operaciones, según un informe del CEDIB. Además, nótese que aquel desvío de agua figura entre los factores determinantes que contribuyeron a la desertificación del lago Poopó.

“Mesa para dos” es una de las múltiples piezas que componen Magna Carta Mundi Entitaria. En ella, el artista plantea una pregunta urgente: ¿cómo sería imaginar “el reverso del extractivismo”? En una entrevista para este artículo, su respuesta dibuja un horizonte especulativo: para él, el reverso del extractivismo es un espacio “distante de las cadenas, de las injusticias, de los ciclos de opresión producto de la colonia, sus sistemas aún imperantes y en general del capitalismo“.
Por un lado, resuena con fuerza la sentencia de Fredric Jameson que afirma que “es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”. Por otro lado, en la exposición hay una invitación a ver el extractivismo no como final del mundo, sino como un desafío: ¿cómo podría ser el reverso del extractivismo?
Las obras de la exposición no buscan delimitar el mundo en un mapa definitivo, sino desdibujarlo. Proponen nuevos horizontes y nuevos mundos posibles, reunidos en lo que el filósofo Timothy Morton habría propuesto como “lo real simbiótico”: un mundo de interconexiones entre diversos seres, de contingencias frágiles, y de relaciones inestables, de difícil enmarcación. Aquí es imposible dividir los ecosistemas y es difícil dar respuestas concluyentes a algunas preguntas. Por ejemplo: ¿dónde termina la promesa de salvación económica de una minería extractivista? ¿Acaso termina cuando esta comienza a contaminar el agua que beben los humanos?
Pero, además, en Magna Carta Mundi Entitaria, la naturaleza deja de ser un objeto para volverse una red viva de relaciones que deja ver al mapa que conocimos en el colegio, donde los Andes estaban por un lado y Amazonía por otro, como una ficción útil, pero también engañosa. En las obras, las divisiones tajantes como esa y otras más colapsan. Eso sucede porque la obra no representa los territorios: más bien los escucha radicalmente, los deja hacer.
Entonces, piedras, bacterias, moléculas de mercurio, e incluso vientos y montañas intervienen en el proceso creativo. “Regresar a las montañas en silencio, a escuchar los vientos”, dice el artista, “es para mí hoy una importante actividad para reconectar con cosas que siento que andan ahí” y “que tienen que ver con los mismos movimientos geológicos”, que van “más allá del tiempo humano” y “que ya estaban ahí antes que nosotros”. La voz de Santiago —es inevitable— se diluye en la obra como una más entre las muchas voces de la geología. Lo que hace que se alcen, inevitables, las preguntas: ¿es él el autor? ¿O son las entidades —el agua, la tierra, los residuos— quienes escriben la Magna Carta Mundi Entitaria?

En un momento histórico donde el arte contemporáneo tiende, según el Santiago, “a jugar y coquetear con el poder” o a ganar renombre a costa de extracción de material artístico a comunidades, la propuesta de Magna Carta Mundi Entitaria sumerge a quien la visita en la materia misma del conflicto extractivista. Y, al hacerlo, no solo denuncia la devastación ambiental, sino que plantea una pregunta incómoda: en medio de una crisis económica, ¿podemos, siquiera, imaginar algo más allá del extractivismo?
***
Sobre el autor
-
Joan Villanueva
Es escritora y periodista. Investiga junto al OntoLab/Multiesp (Laboratorio de Estudios Ontológicos y Multiespecie de la UMSA). Ha publicado los libros la trama artificial (2022), calzar la sombra y el pódcast Lesbotopia: política sáfica especulativa.