La Asociación de Apicultores de Santa Cruz (Adapicruz) ha llevado a cabo un proyecto de apicultura ecológica en San Antonio de Lomerío y Porongo, en Bolivia, con la intención de promover el desarrollo y la sostenibilidad en las áreas rurales. Este proyecto ha capacitado a jóvenes rurales menores de 30 años para que se conviertan en apicultores, enseñándoles acerca de la flora melífera, el néctar y las técnicas de manejo de abejas, en talleres quincenales. El apoyo financiero de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la cooperación Belga, a través de la ONG Miel Maya, ha permitido la realización de esta iniciativa. Además, se ha buscado la colaboración de empresas, alcaldías municipales e instituciones locales para financiar un fondo semilla que permita a los jóvenes iniciar sus emprendimientos apícolas. Se ha creado un consorcio apícola con varias asociaciones de productores, plantas de procesamiento y Adapicruz para comercializar la miel bajo una marca única. A pesar de los desafíos que enfrenta la apicultura en Santa Cruz, el proyecto ha beneficiado hasta el momento a 42 familias de apicultores en San Antonio de Lomerío y Porongo, impulsando emprendimientos apícolas familiares y mejorando la calidad de vida de los jóvenes involucrados. En definitiva, esta iniciativa no solo ha fomentado el desarrollo sostenible de las zonas rurales, sino que ha brindado una oportunidad valiosa para la juventud rural y ha generado un impacto positivo en la comunidad apícola local.
El proyecto ha beneficiado hasta el momento a 42 familias de apicultores en San Antonio de Lomerío y Porongo.
Osvaldo Soruco, recuerda que, inicialmente, encontrar jóvenes rurales dispuestos a participar en el proyecto fue difícil, ya que muchos habían dejado sus comunidades para buscar oportunidades en ciudades cercanas. Sin embargo, después de tres meses de búsqueda, se logró reclutar a 15 muchachos en Porongo y 15 en Lomerío, la mayoría de los cuales no tenían experiencia previa en apicultura. A través de talleres quincenales, se introdujo a los jóvenes, entre ellos 9 mujeres al mundo de las abejas y se les enseñó sobre como de la flora melífera y el néctar, con manejo eficiente de colmenas, se pueden lograr la miel para comercializar.
La recepción del proyecto, por parte de los jóvenes, ha sido muy buena y comprometida, aunque se ha hecho hincapié en la participación de mujeres, esto ha sido más exitoso en la comunidad San Lorenzo en Lomerío, donde se logró formar a nueve mujeres.
El proyecto, que se llama Alianzas y Servicios para la Implementación de la Apicultura Ecológica Resiliente y Asociativa en Bosques Amazónicos y Chiquitanos con Alto Potencial Apícola, está siendo financiado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la cooperación Belga, a través de la ONG Miel Maya. Además, se ha buscado la colaboración de empresas e instituciones locales para financiar un fondo semilla, con lo que los jóvenes lograron comenzar sus emprendimientos apícolas, y se ha creado un consorcio apícola con productores, plantas de procesamiento y Adapicruz para comercializar la miel bajo una marca única.
El proyecto también busca impulsar la innovación y la sostenibilidad en la cadena apícola, con la colaboración de empresas y universidades locales para desarrollar equipamiento especializado, como una chata para transporte de miel en moto o un tanque vaporizador de agua para recuperar la cera de marcos viejos, subproductos con valor agregado como cremas corporales.
Uno de los principales problemas que enfrentan los apicultores —enfatiza Osvaldo Soruco es el cambio climático y los ciclos de sequía larga y extrema que también han afectado el proyecto. Se perdió la producción de casi un año de campaña apícola debido a seis meses de sequía extrema, sin agua y con temperaturas por encima de los 40 grados centígrados. Esto provocó falta de floración o floración sin néctar, lo que impidió la cosecha y afectó el componente de certificación y comercialización de mieles certificadas el 2022.
Los jóvenes, comprometidos con la actividad apícola.
La competencia en el mercado actual de la miel en Santa Cruz también es un problema. Los consumidores no pueden diferenciar entre las mieles puras y ecológicas y las mieles de contrabando de procedencia desconocida, lo que dificulta la venta de mieles certificadas.
La recepción del proyecto, por parte de los jóvenes, ha sido muy buena y comprometida, aunque se ha hecho hincapié en la participación de mujeres.
Además —denuncia el gerente de Adapicruz— los robos de colmenas y miel en los apiarios implementados son frecuentes. La mayoría de los apicultores son pequeños y solo aspiran a vender algunos kilos de miel en sus vecindarios, lo que dificulta la comercialización.
Sin embargo, y a pesar de estos inconvenientes, el proyecto ha beneficiado a 42 familias de apicultores en San Antonio de Lomerío y Porongo. De ellas, 15 familias en cada municipio se han beneficiado directamente mediante jóvenes formados que impulsan emprendimientos apícolas familiares, mientras que otras 5 familias han participado indirectamente como directivos de las asociaciones y productores que fueron parte de las alianzas como apicultores comerciales y formadores.
En cuanto a la participación de las mujeres en el proyecto, se ha valorizado y buscado mecanismos para que participen. La equidad de género y la masculinidad como proceso de reflexión—acción fueron los mecanismos utilizados para lograr transversalmente cumplir con principios de mayor equidad y oportunidades para las jóvenes mujeres. El proyecto ha capacitado a las mujeres en el manejo de abejas, en organización, en procesos de transformación y comercialización y les ha dado acceso a colmenas productivas y equipamiento de seguridad para iniciar sus emprendimientos productivos. Además, se han realizado eventos dirigidos solo a mujeres que vinculan mujeres de alta experiencia en dirigencia en otros departamentos como experiencias en comercialización asociativa y productiva, giras técnicas para conocer emprendimientos apícolas exitosos de otras mujeres en Santa Cruz.
El proyecto apícola en San Antonio de Lomerío y Porongo, liderado por la Asociación de Apicultores de Santa Cruz (Adapicruz), está generando un impacto positivo en las zonas rurales en cuanto a la concientización ambiental y el desarrollo de una actividad sostenible.
Osvaldo Soruco, destaca que la formación de los jóvenes apicultores en cuanto al valor del bosque y la importancia de la abeja en el medio ambiente, situación que —afirma—les ha llevado a ser más receptivos a los cambios ambientales a tomar medidas para proteger el bosque y la biodiversidad de la zona.
Una comunidad que produce miel, es una comunidad que sonríe a la vida.
En cuanto a la producción, se están obteniendo productos apícolas de alta calidad, como miel con certificación ecológica, jarabes de miel y propóleo, y miel sanitaria para uso oftalmológico y en curaciones de quemaduras y ulceraciones complicadas.
El proyecto también busca impulsar la innovación y la sostenibilidad en la cadena apícola.
Sin embargo, el tema comercial es un factor clave y delicado. Soruco señala que el mercado de la miel se ha visto afectado por el contrabando de mieles de Argentina, lo que ha generado una mezcla de mieles de distintas procedencias en el mercado, algunas de buena calidad y muchas adulteradas.
Por esta razón, Adapicruz ha propuesto unificar a las empresas de procesamiento y las asociaciones municipales en torno a un Consorcio Apícola Regional de mieles ecológicas, con el objetivo de generar una estrategia comercial que incluya alianzas entre asociaciones, empresas de procesamiento y comercialización local, y Adapicruz como centro generador de planes de negocio apícola con certificación del origen de la producción.
La estrategia se basa en cuatro ejes: alianzas, producción y procesamiento de mieles diferenciadas por ecoregión y con valor agregado, estudios de mercado en nichos especiales, y comercialización bajo una marca única. La implementación de esta estrategia se llevará a cabo de forma piloto, este 2023, con 50 productores emprendedores de seis asociaciones.
En cuanto a la formación, Soruco destaca que el proyecto se ha enfocado en formar a jóvenes apicultores que tengan una perspectiva de sostenibilidad, considerando que la apicultura es una actividad que depende directamente del bosque, abejas y equilibrio del medio ambiente. Se están llevando a cabo capacitaciones en áreas como el manejo ecológico de las colmenas, la identificación y conservación de flora melífera, y la producción y comercialización de productos apícolas con valor agregado.
El proyecto apícola en San Antonio de Lomerío y Porongo está generando un impacto positivo en la zona, tanto en la concientización ambiental como en la elaboración de productos apícolas de alta calidad. El tema comercial es un factor clave que necesita también ser abordado para lograr un desarrollo sostenible de la actividad. La propuesta de Adapicruz de unificar a las empresas de procesamiento y las asociaciones municipales en torno a un Consorcio Apícola Regional de mieles ecológicas, parece ser una solución viable para enfrentar este desafío y dar al consumidor la seguridad y confianza que lo que consume es miel pura y de la mejor calidad.
Adapicruz inculca el interés por la apicultura desde la niñez.
El Gobierno Municipal de Porongo, a través de su Dirección de Desarrollo Productivo, es parte de este proyecto piloto de producción ecológica y formación de técnicos en colaboración con Adapicruz. El director de Desarrollo Productivo, Ernesto Salas García, señaló que el municipio ha estado trabajando anteriormente en la producción apícola, pero de manera casual y sin un plan específico. Ahora —afirma— se ha establecido un esquema de capacitación y dotación de materiales para las colmenas, cajas, trajes y otros materiales básicos necesarios para la producción de miel.
En cuanto a la producción, se están obteniendo productos apícolas de alta calidad, como miel con certificación ecológica.
El objetivo del proyecto es identificar, motivar y capacitar a jóvenes técnicos para que se conviertan en especialistas en producción ecológica de miel, utilizando un modelo de “aprender haciendo”. Además, el municipio de Porongo cuenta con características agroecológicas adecuadas para la producción apícola, lo que hace que este proyecto sea aún más importante.
Ha enfatizado en que la colaboración entre el Gobierno Municipal de Porongo y Adapicruz para llevar a cabo este proyecto piloto demuestra el compromiso del municipio en promover la producción ecológica y la formación de jóvenes técnicos en esta área. Con este proyecto, se espera que la producción de miel en la zona aumente y se fortalezca la economía local.
Jorgelis Gutiérrez Meneses es una joven que desde hace seis años se dedica a la apicultura y que pertenece a la Asociación de Porongo (ASAPECAB).
“Normalmente se señala a la apicultura como una actividad para hombres, pero los proyectos que forman a las mujeres como apicultoras, ayudan a que ellas crean en sus capacidades y sean líderes en sus comunidades y asociaciones”, ha enfatizado, a tiempo de señalar que los jóvenes se están convirtiendo en uno de los principales productores y comercializadores de miel y sus derivados en Bolivia, promoviendo un desarrollo inclusivo y en armonía con la naturaleza.
“En todas las capacitaciones se han tenido técnicos con buena predisposición a enseñar a todos por igual, siempre y cuando se muestre el interés, brindaron sus conocimientos desde lo básico hasta la transformación y comercialización de la miel”, ha puntualizado Jorgelis.
La comunidad San Lorenzo, ubicada en el municipio de San Antonio del Lomerío en la gran Chiquitanía, ha estado muy activa durante el mes de marzo. Alrededor de 20 familias están vinculadas a la crianza de abejas en esta reserva natural chiquitana, que es el hogar de los productores de miel del extenso bosque.
Un letrero, para que no queden dudas sobre el cuidado del bosque.
Los habitantes de San Lorenzo se prepararon para recibir a una delegación de 20 mujeres apicultoras provenientes de otros municipios de Santa Cruz, Tarija y Cochabamba. Estas mujeres pasaron unos días compartiendo conocimientos y experiencias entre ellas. Hay nerviosismo y entusiasmo en el aire, y el clima lluvioso ha mejorado, lo que ha embellecido aún más el paisaje.
El objetivo del proyecto es identificar, motivar y capacitar a jóvenes técnicos para que se conviertan en especialistas en producción ecológica de miel.
Es la primera vez que las mujeres son visitadas exclusivamente por otras mujeres con conocimientos en la crianza de abejas, y están muy emocionadas de conocer el manejo de abejas nativas y su trabajo organizativo.
El municipio indígena de Monkox, una TCO (Territorio Comunitario de Origen) poblado por grupos originarios chiquitanos, se encuentra a más de 200 km de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Estas tierras son muy ricas en bosque natural, que los Monkox han sabido proteger de la depredación forestal y la frontera agrícola que afecta a las tierras bajas productoras de soya. Sin embargo, los productores aún viven en condiciones de pobreza, con dificultades para obtener trabajo remunerado debido a la falta de conocimiento sobre las oportunidades para el aprovechamiento de su principal patrimonio, el bosque.
Las especies de flora melífera del bosque seco chiquitano generan una miel asombrosamente sabrosa, muy cotizada por sus características de color ámbar, aroma y densidad. Esta miel tarda mucho tiempo en cristalizar y tiene todas las condiciones para considerarse como una de las mejores mieles de Santa Cruz. El néctar de estas especies de flora, como el cuchi y el tajibo, es muy apetecido por las abejas, que lo convierten en una miel especial y única para todo el que la prueba. Para dominar el método de la apicultura ecológica resiliente, en la cual ADAPICRUZ se especializa, se necesita experiencia y habilidad, pero fundamentalmente conocimiento del comportamiento del bosque y abejas y mucho sentido de la racionalidad a la hora de respetar las reservas de miel para las abejas.
La visita de la delegación de mujeres apicultoras ha generado mucha expectativa en la comunidad San Lorenzo y en el municipio indígena de Monkox. Se espera que esta experiencia de compartir conocimientos y experiencias entre mujeres apicultoras ayude a fomentar el desarrollo de la apicultura ecológica en la región y mejore la calidad de vida de los productores de miel de la zona.
En abril, los grupos de Lomerío y Porongo se encontraron, 30 jóvenes que se han formado en apicultura ecológica el 2022, y concluyeron su entrenamiento mediante un encuentro y una gira en Porongo, donde compartieron trabajos técnicos, como el que realizó Jorgelis Gutiérrez, probando cuatro técnicas para cosecha de propóleo.
La actividad apícola exige dedicación y entrega.
En la comunidad de San Lorenzo de Lomerío, Natividad Mengari Rodríguez ha encontrado una nueva pasión en el proyecto de meliponicultura (producción de miel de las abejas sin aguijón). Este proyecto ha permitido que las familias de la comunidad puedan tener Meliponarios en sus casas, cuidándolos junto a sus hijos.
Se espera que la producción de miel en la zona aumente y se fortalezca la economía local.
Lo que hace que el proyecto sea aún más interesante —dice Natividad— es que las abejas meliponas no pican, lo que permite que el manejo y la cosecha de la miel sea más seguro y accesible para toda la familia. Las mujeres de la comunidad han tenido prácticas de manejo y cosechas, lo que les ha permitido aprender a colocar a las abejas en cajitas, conocidas como traciego.
La miel de las abejas meliponas tiene un valor medicinal y puede generar ingresos económicos para las familias. Como mujeres, la participación en el proyecto no solo les permite contribuir al crecimiento económico de sus hogares, sino también les brinda la oportunidad de aprender y participar activamente en un proyecto que puede tener un impacto ambiental y social positivo en su comunidad.
La meliponicultura es una práctica sostenible que ayuda a proteger a las abejas nativas, lo que contribuye positivamente en la biodiversidad local. Con el éxito del proyecto en San Lorenzo de Lomerío, es posible que otras comunidades cercanas también se interesen en la meliponicultura y adopten esta práctica sostenible en el futuro y con emprendimientos como el que promueve ADAPICRUZ y los municipios se logran impactos sociales, ambientales y económicos que van mucho más allá de los beneficiarios directos.
El proyecto ha enfrentado desafíos importantes, pero también ha logrado importantes lecciones aprendidas. Una de ellas es que el involucramiento se mejora cuando los retos se vinculan a beneficios concretos, como en el caso de los jóvenes que negocian la construcción de material apícola con fondos compartidos. Además, se ha observado que el cambio climático impacta indirectamente en las colmenas.
Las mujeres indígenas han tomado a las abejas nativas como una ayuda muy importante de empoderamiento en sus comunidades y municipios. Muchas se incorporan en las actividades productivas a través del conocimiento de la producción apícola.
Por otro lado, el proyecto ha logrado consolidar alianzas entre asociaciones y productores con espíritu emprendedor, lo que ha llevado a la conformación de un consorcio con volúmenes mínimos comprometidos y certificaciones de calidad transferidas al 2023. Asimismo, se ha construido un argumento escrito y presentado en cada una de las asociaciones, lo que ha dado respuesta a todas las interrogantes y ha ayudado a que los productores se convenzan del emprendimiento.
Sin embargo, también existen desafíos importantes que el proyecto aún debe enfrentar. Uno de ellos es la falta de normativas con el municipio sobre protección del bosque, debido a problemas internos de la defensa de las colmenas de incendios. Se requiere involucrar a la gobernación y su secretaría de Medio ambiente para avanzar en este tema. Otro desafío es promover intercambios entre jóvenes de diferentes municipios para motivarlos y abrir nuevas oportunidades y visiones de desarrollo para sus comunidades.
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Para quienes quieran comunicarse con Adapicruz, a continuación los siguientes datos de contacto: Osvaldo Soruco, número telefónico: 76007525, correo electrónico: [email protected], página Web: www.adapicruz.org.bo.
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