La ganadería y agricultura regenerativas emergen como enfoques fundamentales para el presente y futuro sostenible de la producción de alimentos en Bolivia. La adopción de prácticas regenerativas no solo restaura la fertilidad del suelo y mejora la salud del ecosistema, incluso la sostenibilidad económica de la actividad agropecuaria, sino, también promueven la coexistencia con la fauna silvestre, como el jaguar, y muestran el camino hacia una vida saludable libre de agroquímicos que beneficia al planeta.
Desde el 2000 hasta el 2020, Bolivia ha consumido 2.110 millones de kilos de fungicidas, insecticidas, fertilizantes y herbicidas. A ello hay que sumar 63 millones de kilos más que ingresó por contrabando. El uso de químicos por hectárea aumentó en 178 %, mientras que el rendimiento de ese pedazo de suelo creció solo en un 16%.
Recientes estudios de laboratorio en Bolivia demostraron que unas 118 personas experimentan un daño genético en sus células a causa de haber estado expuestas a distintos tipos de plaguicidas, algunos de ellos prohibidos, que contaminan a humanos y al medioambiente.
La deforestación ilegal del bosque ha pisado el acelerador en el departamento de Santa Cruz. El avasallamiento de colonos y avance de la gran industria están en su auge y la declaratoria de áreas protegidas se rompe en mil pedazos cada día.
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