En el contexto de las recientes políticas gubernamentales en Bolivia que afectan al sector agrícola y al medio ambiente, conversamos con Miguel Ángel Crespo, miembro del Directorio de Probioma (Productividad, Biósfera y Meidoambiente), una organización dedicada a promover soluciones agroecológicas sostenibles. Crespo nos ofrece su perspectiva sobre el impacto del Decreto Supremo N.º 5212, que elimina los aranceles para la importación de pesticidas, y las implicaciones que esto tiene para la salud pública y el ecosistema.
En esta entrevista, analiza cómo esta medida gubernamental fortalece un modelo agroextractivista perjudicial y viola compromisos internacionales como el Convenio de Estocolmo. Además, destaca la importancia de la aprobación de la Ley de Bioinsumos, actualmente estancada en la Asamblea Plurinacional, y cómo su implementación podría beneficiar al sector agrícola boliviano al promover prácticas más sostenibles y reducir la dependencia de agroquímicos nocivos.
– Miguel Ángel, ¿qué impacto concreto cree que tendrá el decreto que elimina aranceles para los pesticidas esta medida en el medio ambiente y en la salud de los bolivianos? ¿Puedes recordarnos cuándo se promulgó?
– Este DS N.º 5212, que se promulgó el 28 de agosto de este año, va a fortalecer el modelo del agroextractivismo con el uso de los agrotóxicos en las áreas deforestadas por los incendios. Esto implica mayor contaminación de suelo, aire y agua. Contaminación que va matando la biodiversidad, afectando la microfauna de los suelos, provocando desequilibrio en los ecosistemas, matando insectos benéficos, provocando mortandad de abejas entre otros.
Los venenos que serán importando no sólo enferman el medio amiente donde vivimos, también nos van enfermando a nosotros, unos más que otros. Lo curioso de dicho DS es que viola el compromiso que el Estado boliviano suscribió en el marco del Convenio de Estocolmo que tiene como objetivo el de proteger la salud y el medio ambiente del uso de Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP) que son los pesticidas.
Todas las partes suscriptoras de este Convenio, que son 122 países que firmaron en el año 2001 y que entró en vigor en el 2004. Bolivia adopto el Convenio el 23 de mayo mediante Ley de la Republica N.º 2417, el 25 de octubre del 2004. Este Convenio establece la eliminación hasta el año 2025 de 8 plaguicidas, entre los que están algunos que se menciona en el DS promulgado recientemente y que están liberados de impuestos para su importación, en lugar de prohibirlos. Entre ellos podemos mencionar el DDT, Endrina.
En el caso del DDT (dicloro, difenil, tricloroetano) es un plaguicida que fue usado durante la década de los años 40, hasta que en los años 70 se prohibió su uso en muchos países por el fuerte impacto en la vida silvestre y los riesgos para la salud humana. El DDT fue prohibido en los EEUU en el año 1972 por los impactos a la salud y al medio ambiente. En el caso de la endrina su uso fue prohibido para la protección de plantas en el año 1969, porque es un insecticida organoclorado, es altamente tóxico para los seres humanos.
– La Ley de Bioinsumos lleva tiempo “durmiendo el sueño de los justos” en la Asamblea Plurinacional, como usted mencionó. ¿Cuáles son los principales obstáculos para su aprobación y qué intereses están en juego?
– Hasta ahora el Proyecto de Ley no ha logrado pasar de las Comisiones del senado pertinentes, (Medio Ambiente Tierra y Territorio y Economía Plural) debido a que el Poder Ejecutivo tardó meses en hacer llegar su opinión que en algunos casos ha sido contradictoria al proyecto de ley, a pesar que el gobierno está promoviendo plantas de bioinsumos, en el marco de su programa de industrialización.
Considero que las opiniones de las entidades de gobierno deberían ser favorables, ya que esta Ley promovería la innovación tecnológica de la biodiversidad, la investigación científica, el ahorro de divisas al sustituir las importaciones, la generación de empleo, etc. Creemos que hay intereses de las multinacionales que influyen en los decisores políticos y en las entidades involucradas ya que no solo no avanza el proceso. Lo preocupante es que desde hace varios años quienes impulsan y producen los bioinsumos, estamos sujetos a las mismas normas que se aplican a los agroquímicos. Un ejemplo es que el color de etiqueta verde que se le otorga a un biológico, es el mismo que se le otorga al glifosato.
– ¿Qué beneficios traerían los bioinsumos al sector agrícola boliviano, tanto en términos económicos como ambientales, en comparación con el uso de pesticidas convencionales?
– Anualmente Bolivia importa pesticidas por un valor de 500 millones de dólares aproximadamente según datos del INE. Además, a ello se añade un 30% que ingresa de contrabando, según el SENASAG. Este volumen viene de un incremento del 450% desde el año 2000 y que se ha disparado a partir de la introducción de la soya transgénica en el año 2005. En 22 años, hasta el año 2022, se han importado 2.476 millones de kg de pesticidas que han representado un costo de 4.706 millones de dólares (INE, Comercio Exterior).
Este volumen afecta a los suelos, contamina aguas subterráneas, ríos, curichis, lagunas, etc. Con el uso de los bioinsumos, se disminuiría gradualmente el costo económico que supone el flujo de divisas al exterior, se eliminaría la contaminación de aguas, suelos, no se afectaría a la salud de los productores ni de los consumidores, aportaría a la agricultura sostenible porque los bioinsumos no generan resistencia de insectos, hierbas, etc.., evitaría la ampliación de la frontera agrícola a costa de los bosques, porque los microrganismo benéficos se establecen en los suelos que es la base de la vida.
– Probioma ha estado trabajando durante años en la promoción de soluciones agrícolas sostenibles. ¿Podría darnos algunos ejemplos concretos de cómo los bioinsumos han demostrado ser eficaces en las tierras agrícolas de Bolivia?
– PROBIOMA ha sido el líder en la implementación del control biológico microbiano a partir del aislamiento, multiplicación y aplicación de los productos biológicos, caldos minerales y abonos foliares, desde el año 1998. Mediante esta innovación se ha logrado aportar a la agricultura sostenible y a la implementación de la agroecología en todo el país, mediante los bioinsumos que están siendo utilizados en más de 60 cultivos intensivos y extensivos, habiendo llegado con esta biotecnología a más de medio millón de hectáreas en todo el país y sustituyendo cerca de medio millón de litros de agroquímicos.
Hoy después de 26 años de este esfuerzo privado, organismos como la FAO, IICA, etc. están promoviendo entre sus políticas el uso de Bioinsumos como una respuesta a la crisis climática, energética, ambiental y alimentaria que hoy está afectando al planeta y al país.
Ciertamente este esfuerzo privado requiere de mucho compromiso, sacrificio y recursos económicos, porque desde el gobierno no se facilita esta innovación porque está sujeta a registros burocráticos, largos y costosos. Además, está la presión impositiva y otras obligaciones desde el Estado que inviabilizan cualquier pequeño o mediano emprendimiento.
Tampoco existe apoyo desde el estado a acceder a financiamiento a estas innovaciones y en las universidades públicas tampoco se investiga y desarrolla las bases para la producción de bioinsumos, a pesar de sus aportes a los suelos, aguas y en definitiva a la producción de alimentos nutritivos y saludables. En resumen, quienes trabajamos en el desarrollo de bioinsumos nadamos contra la corriente y con la limitación de recursos económicos para aportar con una visión alternativa al modelo convencional, que genera dependencia del país a las multinacionales. Un país que no hace ciencia, no es un país libre.
– ¿Cuál es su opinión sobre el rol que juegan las multinacionales de pesticidas en Bolivia? ¿Cómo afecta su presencia y poder al desarrollo de prácticas agrícolas sostenibles?
– Las multinacionales históricamente se han opuesto a los bioinsumos porque su negocio se basa en la generación de dependencia a sus productos. El desarrollo de agroquímicos y su comercialización, la hacen mediante la transferencia de los agroquímicos en todo el país, tiene presencia desde las grandes ferias agrícolas hasta las pequeñas ferias, tienen líneas de crédito, asistencia técnica en campo para facilitar la aplicación de sus agroquímicos, influyen en las decisiones del Estado y tienen una gran infraestructura para hacer llegar los agroquímicos a cualquier parte del país.
La agricultura convencional basada en el uso de pesticidas y agroquímicos que promueven, ha generado resistencia de los insectos, malezas, perdida de la fertilidad de los suelos, contaminación de aguas, etc. y ello se refleja en la ampliación de la frontera agrícola a costa de los bosques.
Las multinacionales tienen en sus políticas el uso de agroquímicos que están siendo desarrollados para ser aplicados con nuevos eventos transgénicos que se pretenden introducir en Bolivia, como es el caso de la soya HB4 que dizque es resistente a la sequía, cuando en realidad es resistente al glufosinato de amonio, que es un herbicida siete veces más toxico que el glifosato que ya causo resistencia en 9 malezas en Bolivia y a nivel global en 47 malezas.
Aspecto que demuestra que el uso de pesticidas genera un círculo vicioso en el que el perjudicado es el productor, el consumidor y el medio ambiente, además de la economía del país, porque se frena el desarrollo de los bioinsumos y se continúa importando agroquímicos. Las multinacionales con el control que tienen en las semillas y los agroquímicos que representan más del 60% del costo de producción, motivo por el que se expande el agronegocio a través de incendiar la amazonia, la Chiquitania y el Pantanal.
“Los bioinsumos no promueven la ampliación de la Frontera Agrícola, es el mejor aliado porque regula el clima, genera agua, es el muro de contención de plagas y enfermedades porque libera a los depredadores que no han sido eliminados por los pesticidas”.
– Bolivia enfrenta una crisis ambiental con deforestación, incendios y pérdida de biodiversidad. ¿Cree que las políticas del gobierno están alineadas con la protección del medio ambiente o hay una desconexión entre el discurso y la acción?
– Hay una total desconexión entre el discurso y la acción. Tenemos leyes muy avanzadas referidas al uso sostenible de la biodiversidad, la propia CPE y las leyes como la de revolución productiva, la de la protección de la madre tierra, la ley 3525 de promoción de la agricultura ecológica y otras, no se las aplica y se hace lo contrario.
Un ejemplo es el Decreto Supremo que libera el arancel a la importación de pesticidas. Lo curioso es que entre los agroquímicos liberados de aranceles está el DDT y el Endrin, pesticidas prohibidos en EEUU y Europa hace más de 30 años, por su impacto a la salud humana y al medio ambiente.
Ahora la autorización que dio el gobierno, para la siembra de la soya Intacta que es un OGM que tiene la característica de ser resistente a larvas y al glifosato, pero que requiere que el productor deje un 20% de su predio sin sembrar con dicha semilla para que no se genere resistencia de las larvas y malezas.
¿Eso se cumplirá por parte de los productores? ¿Quién controlara? La recomendación del fabricante de dejar un área de confinamiento es una evidencia clara de que dicha tecnología genera resistencia de insectos y malezas y por lo tanto se incrementara el uso de los agroquímicos. Con lo que el discurso de sostenibilidad y optimización de agroquímicos, se cae por su propio peso.
Asimismo, se menciona que dicho cultivo será destinado a la producción de biodiesel, algo que no creemos que se cumpla ya que seguramente será destinada a la alimentación humana y/o de los animales, pero con un fuerte impacto social, ambiental y económico para el país.
– El cambio climático está afectando directamente la producción agrícola. ¿Qué papel podrían jugar los bioinsumos en la adaptación de los pequeños productores a estos nuevos desafíos climáticos?
– La ventaja que tienen los bioinsumos es que son parte de la biodiversidad y por lo tanto son la base de la agricultura sostenible porque no genera resistencia de plagas y enfermedades, ya que los microorganismos son reguladores naturales y más bien enriquecen la biodiversidad existente en los suelos (base para la producción agrícola y ganadera), y que está desapareciendo producto de la agricultura convencional basada en transgénicos.
En este sentido los bioinsumos no promueven la ampliación de la frontera agrícola y aportan en la diversificación y asociación de los cultivos que es la base de la agroecología, pero no solamente en los pequeños productores sino en medianos y grandes productores que no tienen necesidad de deforestar el bosque porque los bioinsumos provienen de la biodiversidad (caso microorganismos) y son parte de los bosques , que es el mejor aliado porque regula el clima, genera agua, es el muro de contención de plagas y enfermedades porque alberga a los depredadores que no han sido eliminados por los pesticidas.
– A nivel global, hay una tendencia hacia la producción orgánica y sostenible. ¿Cómo se compara Bolivia con otros países de la región en la adopción de prácticas agrícolas más respetuosas con el medio ambiente?
– Paradójicamente, Bolivia está aun entre los 11 países más ricos en biodiversidad del planeta, pero ese potencial no ha sido valorado para el desarrollo sostenible del país. En los bosques esta la gran riqueza en biodiversidad: semillas, fibras, energizantes, microorganismos benéficos, plantas medicinales para la industria farmacéutica, cosmética y está el potencial de la agroecología que está aportando cientos de alimentos nutritivos y saludables que hoy requiere el país y que es una urgencia porque aún tenemos el 24 % de la población que está en el rango de subnutrición según la OMS.
A pesar de ese potencial estamos ocupando los últimos peldaños en el continente con referencia a la producción orgánica y agroecológica, porque no existe una política de apoyo a la agroecología y a la producción orgánica desde el estado porque está subordinado a los intereses de las multinacionales.
“Lo curioso es que entre los agroquímicos liberados de arancel está el DDT y el Endrin, pesticidas prohibidos en Estadios Unidos y Europa hace más de 30 años, por su impacto a la salud humana y al medio ambiente”
– Probioma ha trabajado con comunidades rurales en la implementación de bioinsumos. ¿Cuál ha sido la reacción de los agricultores y qué resultados han visto en términos de productividad y sostenibilidad?
– En principio con mucha cautela y desconfianza porque la industria de los agroquímicos promueve que los mismos tienen un impacto rápido en el control de insectos, porque en definitiva son venenos. En el caso de los bioinsumos, basados en el control biológico, este proceso es más lento, pero es efectivo porque además el control biológico se establece gradualmente en el predio y enriquece la biodiversidad de los suelos.
Las primeras productoras que se animaron a utilizar los bioinsumos pertenecían a grupos de mujeres productoras de hortalizas en la zona de los valles cruceños. Al verlos buenos resultados, los productores varones comenzaron a probar los controladores biológicos en sus chacos.
Después de varios años de persistencia, podemos decir que los productores pequeños, medianos y hasta grandes están valorando este aporte porque les genera sostenibilidad y también productividad porque la misma se consigue con: Buenas semillas, suelos aptos (respetando el PLUS), buen manejo (con bioinsumos) y el clima que acompañe (porque no se requiere deforestar).
– Si tuviera la oportunidad de hablar directamente con los legisladores de la Asamblea Plurinacional, ¿qué les diría sobre la urgencia de aprobar la Ley de Bioinsumos y su importancia para el futuro de Bolivia?
– Estamos en un momento crucial para el país ante las crisis ambiental, climática, energética y alimentaria que ha sido promovida por las malas políticas extractivistas aplicadas históricamente en el país y en todos los sectores, incluida la agropecuaria. Solo nos queda la Biodiversidad y los bioinsumos son parte de ella.
O damos un salto para superar estas crisis mediante políticas de estado que sean aplicadas en los hechos o estaremos condenados a continuar como país proveedor de materias primas de recursos no renovables y subordinado a las multinacionales, importando alimentos, tecnología, fármacos, etc., ocupando los últimos lugares en desarrollo humano y sujeto a los desastres naturales (sequias, incendios, inundaciones) provocados por las políticas extractivistas aplicadas desde hace más de 200 años. “El hombre y la naturaleza conforman una unidad cuando se trata de su defensa”, GL.
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PERFIL:
Miguel Ángel Crespo nació en La Paz (Bolivia), en el año 1956. Estudió Administración de Empresas. Fundador y actual miembro del Directorio de la ONG Productividad, Biosfera y Medio Ambiente (PROBIOMA), que lleva 28 años de trabajo en programas socioambientales, biodiversidad y biotecnología. También es fundador y coordinador de la investigación, innovación, y transferencia de Controladores biológicos microbianos, para la agricultura, ganadería, salud humana y biorremediación de suelo. Miguel Ángel Crespo tiene la especialidad en Desarrollo Rural y Microbiología y Control Biológico.
En PROBIOMA ha liderado diversos programas sobre impactos socioambientales del sector hidrocarburífero y sobre biodiversidad en áreas protegidas y biotecnología. Ha coordinado investigaciones para el control biológico en diversos cultivos y ha escrito artículos de opinión acerca de la problemática socioambiental y agricultura para diarios nacionales.
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