
La historia del territorio también puede contarse a través de mapas, de cifras y de colores que cambian con los años. Eso es lo que ha hecho MapBiomas Bolivia con el lanzamiento de su tercera colección de datos: poner en evidencia, con imágenes y análisis precisos, las huellas que la actividad humana ha dejado sobre los ecosistemas del país entre 1985 y 2024. Bajo el título “Donde el agua y los bosques cuentan su historia”, esta nueva entrega fue presentada el pasado 22 de julio, en Santa Cruz, ante una amplia audiencia que no solo llenó la sala, sino también reafirmó la importancia de mirar con lupa el pasado reciente para entender el presente y tomar decisiones responsables hacia el futuro.
Durante 40 años, Bolivia ha sido testigo de una transformación silenciosa pero implacable. El paisaje que alguna vez fue dominado por bosques intactos, pastizales nativos y cuerpos de agua, hoy revela cicatrices profundas: minas que se expanden, monocultivos que avanzan, sabanas que desaparecen. Y ahora, gracias al trabajo de MapBiomas, un esfuerzo liderado por la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN), esas transformaciones ya no son solo intuiciones o denuncias dispersas. Son datos concretos, comparables, accesibles, que muestran cómo hemos intervenido —y en muchos casos deteriorado— la relación con la tierra.

Una de las novedades de esta tercera colección es la incorporación de cinco nuevas clases de cobertura del suelo, entre ellas los pajonales altoandinos, los cultivos de soya y la acuicultura, lo que permite un análisis más profundo y representativo de la realidad. También se realizó un desglose por biomas y departamentos que permite ver, con claridad y sin adornos, cómo la vegetación natural ha cedido paso a la agricultura intensiva, a la minería sin freno y a la expansión urbana que se impone sobre humedales, ríos y bosques.
Algunos datos estremecen: hay glaciares que han perdido más del 90% de su cobertura de hielo, la superficie dedicada a la minería ha crecido un 367% en cuatro décadas. Y en Santa Cruz, el motor agroindustrial del país, la soya ocupa ya 1,7 millones de hectáreas. Son números que hablan de una lógica extractiva, de un modelo que prioriza la rentabilidad sobre el equilibrio ecológico, y que hoy enfrenta sus propios límites ante los signos visibles del cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
Pero esta colección no es solo una alarma: es también una herramienta. MapBiomas Bolivia ha puesto al alcance de todos —desde autoridades hasta estudiantes, desde periodistas hasta comunidades— una plataforma digital que democratiza el conocimiento y permite mirar el territorio con información verificada, abierta y actualizada. Es una invitación a observarnos desde el cielo, desde el tiempo y desde la ciencia. Y a preguntarnos, sin evasivas, hacia dónde queremos ir.
La historia que cuentan el agua y los bosques está escrita en estas imágenes, en estos gráficos, en estos contrastes que duelen y despiertan. La tercera colección de MapBiomas Bolivia ya está disponible en línea, para quien quiera ver con los ojos bien abiertos: https://bolivia.mapbiomas.org
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