
El Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Kaa-Iya del Gran Chaco celebra hoy 21 de septiembre sus 30 años de creación, consolidado como uno de los santuarios mejor preservados del planeta y ejemplo mundial de conservación indígena. Con casi 3,5 millones de hectáreas, el parque es más grande que Bélgica y abarca un territorio equivalente a la mitad de Panamá.
Actualmente, bajo la administración de Jorge Banegas, el área protegida busca ser parte de la Lista Verde de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que reconoce las prácticas de gobernanza y gestión más sobresalientes a nivel global.
Entre los ecosistemas más representativos que resguarda el Kaa-Iya, se encuentra el Sitio Ramsar Palmar de las Islas y Salinas de San José, un oasis compartido entre lo salado y lo dulce. El Palmar de las Islas, es un lugar rescatado de la intervención humana, un humedal que se destaca por ser permanente y que no solo funciona como punto de descanso y anidación para aves migratorias, sino que también forma parte de la red hídrica esencial del Gran Chaco. Por su parte, las Salinas de San José, se destaca como un espacio casi virgen, donde los humedales se inundan de agua salada durante la temporada de lluvias. Este sitio, en un territorio donde el movimiento humano es mínimo o casi nulo, solo por el afán de científicos y biólogos que llegan a estudiar la fauna y flora, se visita caminando, en burro o por vía aérea en temporada seca. A su vez, se relaciona a las Salinas con ser un territorio por donde circula un grupo de la etnia ayoreode en aislamiento voluntario; lo cual nos recuerda que la presencia y los derechos de los pueblos indígenas no contactados, resguardan la memoria y la integridad cultural del bosque chaqueño.

El Kaa-Iya resguarda el bosque seco mejor conservado del planeta, con más de 350 especies de fauna, entre ellas el jaguar, el tapir, el oso hormiguero y el pecarí chaqueño. Además, posee dos sitios Ramsar de importancia internacional y ecosistemas que proveen servicios ambientales vitales: agua, captura de carbono y regulación climática. Su riqueza biológica lo convierte también en un laboratorio natural, donde se documentan especies de flora y fauna aún desconocidas para la ciencia.
Pero el parque no solo es naturaleza. Es también territorio ancestral de los pueblos guaraní, chiquitano y ayoreo, e incluso refugio de pueblos indígenas en aislamiento voluntario. Su modelo de gestión, único en la región, incorpora a representantes de estas comunidades, quienes trabajan junto a guardaparques para resguardar la integridad del área.
El nombre Kaa-Iya, que en guaraní significa “Amo del Monte”, refleja la profunda conexión espiritual y cultural de los pueblos originarios con este territorio, entendido como un ser vivo que guarda la memoria y el futuro de sus habitantes.
Durante tres décadas, el parque ha resistido la presión de la frontera agrícola, los incendios y la fragmentación de hábitats. Hoy, su aspiración de acceder a la Lista Verde reafirma su papel como titán de la conservación boliviana y guardián del último gran bosque continuo intacto del Gran Chaco Sudamericano.
***
