
Al norte del departamento de La Paz, en el municipio de San Buenaventura, cerca del corazón de la Amazonía boliviana, donde el verde intenso de los árboles se funde con el azul del cielo, existe un bosque milenario que alberga una increíble diversidad de vida. Este es el hogar de la comunidad tacana de Tres Hermanos. Un pueblo indígena que ha vivido en armonía con la naturaleza durante décadas.
Tres Hermanos es una comunidad tacana fundada en 1991 por los hermanos Chipunavi. Actualmente, son 23 familias que viven de la agricultura. Cosechando maíz, arroz, plátano, yuca, cítricos, café y cacao; dependiendo de la época, también se dedican a la pesca y al aprovechamiento forestal. Cuentan con una pequeña escuela, una capilla y el taller del emprendimiento.
Sin embargo, este paraíso no está exento de amenazas. La deforestación y los incendios forestales ponen en peligro su subsistencia. A esto se suma el impacto ambiental del Ingenio Azucarero de San Buenaventura, cuya presencia ha contaminado el agua, dificultando aún más el acceso a un recurso vital, además de la carencia de servicios de salud. Pese a estas adversidades, los tacanas de Tres Hermanos han demostrado resiliencia y determinación para proteger su territorio, manteniendo vivas sus costumbres y conocimientos ancestrales.

DEL FUEGO A LA SANACIÓN
El 21 de octubre de 2023, comunidades del norte paceño denunciaron el inicio de incendios forestales; sin embargo, el gobierno hizo caso omiso a estas alertas. Cerca de 40,000 hectáreas de tierras indígenas se vieron afectadas. Estas comunidades se encuentran cerca del Parque Nacional Madidi y de la Reserva de la Biosfera y Tierra Comunitaria de Origen (TCO) Pilón Lajas.
En este contexto, la comunidad de Tres Hermanos fue una de las más golpeadas por los incendios, perdiendo aproximadamente el 40 % de su territorio. Las mujeres perdieron la mitad de su área de producción de jabones. Este emprendimiento, iniciado a principios de 2023, representaba una alternativa económica importante para la comunidad, y su pérdida ha tenido un fuerte impacto.
Hernán Chipunavi comenta con alivio en una entrevista a un medio local: “Gracias a Dios, ninguna casa se quemó. Perdimos nuestros cultivos, pero no nuestras viviendas. En la comunidad estamos bien organizados y, al gritar ‘¡fuego!’, salimos rápidamente en motos, con agua y nuestras únicas cinco mochilas. Llegamos al puente, que es el único acceso a la comunidad. Quise apagar el incendio, pero me resbalé y caí. Así sufrí las quemaduras. Es una pena que el gobierno no nos haya ayudado, pero nosotros pudimos salvar lo más importante: las vidas de nuestros niños y nuestros abuelos”. Tras este triste relato, también menciona que parte de su recuperación, y el hecho de que las cicatrices del fuego no le queden en las piernas ni en los brazos, se lo debe a las bondades que ofrece el bosque: las plantas, muchas de ellas utilizadas por generaciones.
Las plantas nativas, empleadas por generaciones, no solo fueron clave en la recuperación de las heridas de Hernán, sino que también son la base del emprendimiento Tumi, un proyecto que elabora jabones artesanales. Este proyecto se fundamenta en el conocimiento ancestral. Los tacanas combinan su sabiduría tradicional con técnicas artesanales para crear sus productos.

Tumi, DE LA IDEA A LA REALIDAD
A finales de 2022, la comunidad Tres Hermanos decidió conservar aproximadamente 22.5 hectáreas de su territorio para formar parte de un emprendimiento liderado por mujeres, que utilizaría como materia prima frutos, cortezas, bejucos de las plantas y miel producida por abejas silvestres. Mariela Chipunavi asumió la dirección del proyecto.
En un principio, nueve mujeres fueron capacitadas en la Escuela de Negocios «Epuna Cuana Eme» (Manos de Mujer). Juntas fabricaron artesanalmente los moldes de jabón. Colaboraron en la adquisición de los suministros necesarios, como la recolección de materia prima, utilizando pequeñas cajas de madera.
Con el paso de los meses, se procedió a la construcción del taller para este emprendimiento. Toda la comunidad participó en la edificación. Padres, esposos e hijos colaboraron en la construcción de este importante espacio, donde las socias no solo comparten el momento de elaboración de los jabones artesanales, sino también un tiempo para compartir sueños, algo de melancolía e intercambiar ideas que fortalecerán a toda la comunidad. Actualmente, son 10 socias: la más joven tiene 24 años y la mayor, 66. Además, cuentan con un hombre como socio en el emprendimiento.
María Delina Rivero Peña, socia del emprendimiento, cuenta: “En nuestra comunidad hemos desarrollado un emprendimiento aprovechando la variedad y riqueza de nuestro entorno. Nos dedicamos a la elaboración de jabones. Una ONG que nos visitó vio que tenemos la sabiduría ancestral para utilizar las plantas como medicina tradicional, tal como lo hacemos aquí en el campo. Hemos recibido capacitaciones en la elaboración de jabones y nosotras mostramos una amplia variedad de plantas medicinales; gracias a esas capacitaciones, hemos aprendido a elaborar jabones 100 % naturales y de manera artesanal, utilizando únicamente glicerina como elemento no natural”. Añade también: “Hemos trabajado en la obtención de nuestra personería jurídica, que ya tenemos gracias al apoyo de toda la comunidad, ya que somos muy unidos. Mariela Chipunavi Suárez, presidenta de la Organización de Mujeres de la comunidad Tres Hermanos, nos motivó a generar una fuente de ingreso para nuestras familias y, al mismo tiempo, a conservar la sabiduría de nuestros antepasados”.
Actualmente, cuentan con 16 variedades. Comenzaron con chocolate, arroz, coco y copoazú. Luego incorporaron las plantas medicinales que recolectan de su bosque, que rodea la comunidad. La mayoría de las plantas, como el arroz o la balsamina, las muelen en tacu. A la pregunta sobre el origen del nombre Tumi, la socia María Delina Rivero responde que el aceite de motacú es un producto característico de la comunidad y que empezaron con la extracción de este aceite. Tumi significa motacú, en el idioma tacana.
RESCATAR EL SABER ANCESTRAL
El emprendimiento Tumi no solo impulsa la producción de jabones y otros productos naturales, sino que también resguarda los saberes ancestrales sobre el uso de las plantas medicinales del entorno. Marianela Chipunavi relata cómo el conocimiento sigue vigente. A pesar de las adversidades.
Durante un recorrido por las áreas afectadas por los incendios, Marianela comparte cómo aprovechan la riqueza natural del territorio sin dañar el ecosistema: “El agua de guayabochi es rejuvenecedora.” Antes, nuestros abuelos solían bañarse con ella durante los tres días de luna nueva”, explica como ejemplo.
Sin embargo, un desafío es que estos conocimientos no están documentados, sino que se transmiten oralmente de generación en generación. “La albahaca ayuda a bajar la fiebre.” Comenta Marianela: “Mi papá nos contaba qué plantas servían para aliviar distintas dolencias. Se hierve y con el agua se baña a los niños. Ahora hemos desarrollado un jabón de albahaca para facilitar su uso en otros lugares”.
El incendio que arrasó con parte del territorio afectó directamente el acceso a muchas de estas plantas medicinales: “El fuego lo había destruido todo.” “Después del incendio no tuvimos atención médica, así que recurrimos a la balsamina, un bejuco muy bueno para tratar afecciones de la piel. Pero cuando fuimos a buscarlo, nos dimos cuenta de ello. Aun así, logramos encontrar un poco y nos bañamos con su vapor”, relata.
Para evitar el saqueo de su conocimiento, la comunidad ha decidido patentar sus productos y, con ello, proteger el uso de sus plantas medicinales: “Nuestro saber es una riqueza. Muchas veces solo vienen a robarnos información. Por eso tratamos de divulgar lo mínimo, porque ha pasado de generación en generación”, enfatiza Marianela.
Marianela destaca que el emprendimiento es comunal y no exclusivo de las mujeres del lugar: “No podemos cerrarnos solo a las socias. Porque entonces pasa de comunal a privado; no podemos negar a un comunario el derecho que tiene a participar. Si bien las mujeres somos la mayoría y las autoridades, nuestros esposos, hijos y padres nos ayudan en muchas cosas: siempre nos dan el impulso para seguir adelante, nos ayudaron a construir nuestro taller, nos transportan y, sobre todo, nos motivan a no desfallecer”.
Ricardo Balderrama y su compromiso con la conservación
Ricardo Balderrama Soliz es socio y el único varón del emprendimiento Tumi. “Me acoplé a ellas para animarlas.” Desde el inicio, se sumó al proyecto impulsado por las mujeres de la comunidad, motivado por su esfuerzo y compromiso.
“Me gustó cómo se juntaron para trabajar, así que me acoplé a ellas para animarlas e incentivarlas a seguir adelante. El incendio arrasó con todo. Queremos que haya trabajo y producto, pero, desgraciadamente, llegó el incendio. Tuvimos que ‘patalear’ para conseguir nuestros insumos, porque no compramos todo; la selva nos los provee”, relata Ricardo.
A pesar de las pérdidas, mantiene la esperanza en la recuperación del bosque: “El monte ya está rebrotando. Sabemos que vamos a salir adelante porque nosotros también tenemos que seguir”, dice con una sonrisa que transmite optimismo.
Cuando se le pregunta sobre el propósito del emprendimiento, Ricardo enfatiza que no se trata solo de generar ingresos, sino de preservar el entorno: “Lo hicimos para cuidar el bosque.” “Nos sirve para muchas cosas. De ahí sacamos remedios para los niños y para los mayores. Si uno tiene gripe, diarrea o cualquier enfermedad, va al monte, recoge la corteza de un árbol, hace su matecito y lo toma. No corremos al doctor a comprar tabletas caras, porque aquí tenemos nuestra propia medicina”, explica.
Ricardo añade que el conocimiento transmitido por sus abuelos sigue siendo parte de su vida cotidiana: “Ellos nos enseñaron todo. Aprendí a tejer la palma, a aprovechar lo que la naturaleza nos da. Aquí tenemos alimento, medicina y artesanía”.
Para Ricardo, es fundamental que las nuevas generaciones tacanas reconozcan el valor de su tierra y su cultura, y que visitantes de otras partes de nuestro territorio nacional los visiten: “Mi comunidad no se rinde. Me gustaría que vinieran a conocer nuestros bosques, a respirar este aire puro, a vivir con tranquilidad. Mi comunidad es pequeña y hermosa, pero no se rinde. Aquí en el campo nos levantamos cada día y no damos un paso atrás”, concluye con firmeza.
LA RESILIENCIA TACANA
En marzo de 2025, la historia de la “Ruta de las Mujeres Tacana” obtuvo el primer lugar en la categoría “Thriving Communities” en los Green Destination Story Awards 2024, durante el ITB Berlín. “Tumi juega un papel fundamental.” Este reconocimiento pone en el mapa del turismo sostenible a Rurrenabaque, Madidi y las Pampas, destacando el esfuerzo de las comunidades indígenas por preservar su cultura y territorio.
Gracias a la iniciativa de refrigeración solar, apoyada por EKOenergy Ecolabel y Practical Action, el emprendimiento Tumi ha logrado implementar un sistema híbrido de paneles solares que permite el funcionamiento de un refrigerador de 420 litros. “Esto asegura la conservación de la materia prima.” Antes, las mujeres de la comunidad dependían del suministro eléctrico de un vecino, lo que elevaba considerablemente sus costos. Ahora, además de reducir sus gastos operativos, han dado un paso más hacia la sostenibilidad, contribuyendo a la disminución de gases de efecto invernadero y sumándose activamente a la lucha contra el cambio climático.
Sin embargo, el camino no ha sido fácil. “Las lluvias afectaron gravemente sus cultivos.” Además de los incendios forestales que arrasaron su territorio en 2023, en febrero de 2025 la comunidad fue víctima de persistentes lluvias. A pesar de estas adversidades, Tres Hermanos sigue en pie, demostrando una enseñanza invaluable para todos: la lucha y la perseverancia en tiempos difíciles.
El conocimiento ancestral de los pueblos indígenas originarios no solo está bien preservado, sino que sigue demostrando su valor en la conservación del medioambiente y en la construcción de un futuro más sostenible. “Bolivia sigue siendo rica en resistencia.” Es fundamental que desde las ciudades aprendamos de ellos, apoyemos sus iniciativas y no seamos indiferentes ante los desafíos que enfrentan. Gracias a comunidades como la de Tres Hermanos, Bolivia sigue siendo un país rico en cultura, tradición y resistencia. Su esfuerzo y compromiso con la naturaleza son un recordatorio de que preservar lo nuestro es tarea de todos.
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