El biólogo Carlos Catari, cuenta, en esta crónica, todos los detalles que, junto al agrónomo, Alejandro Angulo, y el ingeniero ambiental Heinz Arno Drawert, hicieron posible el nacimiento, ante la ciencia, de la nueva especie de toborochi: la Ceiba guaraní.
Durante muchos años, los toborochis de Bolivia han pasado desapercibidos para los botánicos del país, a pesar de que son de los pocos árboles que tienen las flores más grandes de los bosques secos. Por lo general, aceptábamos las identificaciones que estaban en los libros y artículos científicos, sin realmente darle una mirada minuciosa.
Durante muchos años, todos los toborochis de flores blancas del chaco y de los valles del sur de Bolivia, estaban identificados como Chorisia insignis. Luego de algunas revisiones del género, se propuso que todos pasen al género Ceiba, y, por ende, los toborochis blancos del país, ya no pertenecían a la especie insignis, sino que debían pertenecer a la especie Ceiba chodatii, ya que insignis era una especie que no llegaba al país.
Es así que, en marzo del 2012, en una expedición que realice a la zona de Margarita (Palos Blancos-Tarija), por el campamento petrolero del mismo nombre, registre y fotografié una flor de toborochi blanco, pero por mi ignorancia no le di importancia, simplemente la identifique como “Chorisia insignis”, como era conocida en muchas partes aun (a pesar que Semir & Gibbs, 2003 ya la habían identificado como Ceiba chodatii). En el 2014, después de que volví a Bolivia, por temas de trabajo retorné a la zona, y volví a ver en el suelo del monte una flor rara de toborochi, sin embargo, tampoco le di mucha importancia: tenía los estambres separados. Volvió a pasar de largo la especie, simplemente la fotografié para mi registro de cosas raras que veo en el campo.
Juan Carlos Catari, Alejandro Angulo y Heinz Arno Drawert, en pleno viaje.
En el 2018, después de un aletargamiento largo en la vida académica, volvió mi curiosidad por la taxonomía, ya que por azares de la vida nos juntamos con mis amigos el agrónomo Alejandro Angulo y el ingeniero ambiental Heinz Arno Drawert (los tres son investigadores del Museo de Historia Natural Noel Kempff Mercado) y teníamos varias charlas y discusiones. En otro de mis viajes había vuelto a ver una flor rara de toborochi, pero esta vez en San Juan de Chiquito, esa especie resulto ser Ceiba pubiflora. Por los destinos de la vida no logramos sacar la publicación, quedó en la revista a la que enviamos con todas las revisiones que nos hicieron, y no respondimos al correo, nuestra tranquilidad como personas era más importante que discutir quién la había registrado primero. Sin embargo, me acordé de la foto que había tomado en Tarija, y les comenté a los chicos que había visto otro toborochi raro en Tarija. Desde esa época, todos los años nos juntábamos con Alejandro y Heinz para viajar a distintas partes de Bolivia para ver toborochis.
Colectamos muchos individuos, los prensamos, secamos, medimos, fotografiamos sus partes y sobrepusimos sus puntos de distribución, y no había duda…era algo distinto a las poblaciones de toborochis del Chaco, tenía que ser una nueva especie .
El toborochi de Tarija, por muchos años, fue confundido por Ceiba chodatii. Esta especie es muy típica del Chaco, está en Argentina, Paraguay y Bolivia principalmente. Y como los bosques de la serranía son igual de secos que los del Chaco, se pensaba que esas poblaciones también eran Ceiba chodatii. Pero había algo que no cuadraba, los estambres eran separados, y los toborochis del Chaco tienen estambres unidos como una cabecita.
¿Pero, por qué todos, incluso los científicos argentinos, no lograban descifrar este carácter atípico? Sucede que en el 2003, Semir y Gibbs sacaron un artículo haciendo una revisión de todas las especies del género Ceiba a nivel mundial, y esos años, ellos no lograron revisar muchas muestras de la especie Ceiba chodatii que había en Bolivia, solo revisaron una muestra colectada por Weddell en1846, y se enfocaron principalmente en las muestras de Argentina y Paraguay, ellos también notaron que había unas cuantas muestras que sí tenían los estambres separados, pero consideraron que era parte de su variación morfológica/ecologica, y así lo hicieron notar en su artículo “…ocasionalmente se divide distalmente para dar cinco filamentos cortos y anteras separadas…” (traducido del inglés). Es por ello que todos los investigadores, cuando identificaban una Ceiba de las serranías con estambres separados, automáticamente las metían dentro del grupo de Ceiba chodatii, y es así que pasó desapercibidas por todos nosotros.
Luego de habernos metido en el mundo de las Ceibas y haber visto que ellas tienen una gran variedad de híbridos naturales, como grupo nos quedaba la duda, de si la flor rara que vi en Tarija, no era sino un híbrido…así que, junto a Alejandro y Heinz, realizamos varios viajes tratando de delimitar su distribución, ver sus variedades a lo largo de su hábitat…y hasta el último momento, no todos en el grupo, estábamos seguros de que era algo nuevo: Yo abogaba por ello, pero mis colegas más duchos en la taxonomía tenían que convencerse, así que colectamos muchos individuos, los prensamos, secamos, medimos, fotografiamos sus partes y sobrepusimos sus puntos de distribución, y no había duda…era algo distinto a las poblaciones de toborochis del Chaco, tenía que ser una nueva especie.
La Ceiba guaraní es propia de los bosques xericos boliviano Tucumanos, habita en las serranías del sur de Santa Cruz, Chuquisaca, Tarija y el norte de Argentina. Mapa: revistas.unne.edu.ar
A partir de ese momento comenzamos a revisar muestras de los herbarios, colecciones on line, fotografías y todo lo que podamos usar como pruebas. Total, si era una planta híbrida, tenían que estar las dos especies parentales cerca de la población…o sea, pensábamos que podría ser un híbrido entre la Ceiba chodatii del Chaco y la Ceiba boliviana de los Yungas. Pero en ninguna parte de las localidades visitadas vimos a esas dos especies juntas…o sea, esa Ceiba rara de Tarija, tenía que ser una especie nueva. En el transcurso de toda esa revisión fue que salió Ceiba camba…y que por cosas de la vida salió la publicación primero, a pesar que ambas se escribieron casi al mismo tiempo.
La Ceiba guaraní es propia de los bosques xericos boliviano Tucumanos, habita en las serranías del sur de Santa Cruz, Chuquisaca, Tarija y el norte de Argentina (Salta) .
Una de las pruebas definitivas de que la Ceiba rara de Tarija era una especie consolidada, es que encontramos una muestra de 1904, colectada por Fiebrigii, un alemán que visito Bolivia esos años. También vimos muestras de Michael Nee, y él había notado esa variación en los estambres. Es así que nos animamos y mandamos el articulo a una revista argentina y sus revisores nos rechazaron el artículo, luego enviamos a otra revista de otro país, pero no nos respondieron en casi un año, y luego de reformular el artículo, corregir algunas cosas, enviamos a Bonplandia, una revista de Argentina, y logramos que acepten la nueva especie, dándole el nombre de “Ceiba guaraní”, en honor al pueblo Ava-guarani, que habita en la misma zona que la Ceiba guaraní. En Bolivia, Ceiba guaraní recibe el nombre de “luchan” “lluchan”, “Oroche”, “toborochi blanco” y “Yuchan” en Argentina.
Ceiba guaraní es propia de los bosques xericos boliviano Tucumanos, habita en las serranías del sur de Santa Cruz, Chuquisaca, Tarija y el norte de Argentina (Salta), mientras que Ceiba chodatii es propia de los bosques xericos del Chaco de Argentina, Paraguay y Bolivia, y solo habita las llanuras. Ambas tienen su propia historia biogeográfica.
Los bosques Boliviano Tucumanos evolucionaron de forma distinta a los bosques chaqueños, y eso ha propiciado que tengan un alto nivel de endemismos y especies raras, estos bosques boliviano tucumanos en su conjunto, probablemente tienen la mayor concentración de especies endémicas del país, y Ceiba guaraní es parte de ello…por ahora.
Un árbol de Ceiba guaraní, en plena etapa de floración. Foto: Heinz Arno Drawert.
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