En tan solo 50 años, la Tierra ha sido testigo de un colapso devastador en sus poblaciones de vida silvestre. El Informe Planeta Vivo 2024 de WWF revela una reducción promedio del 73% en el tamaño de estas poblaciones, un dato que no solo alarma a científicos y conservacionistas, sino que también pone en evidencia una crisis ecológica que amenaza el equilibrio del planeta y la supervivencia de millones de especies.
América Latina y el Caribe han sido los más golpeados por esta tragedia ecológica, con una pérdida del 95% en sus poblaciones de fauna silvestre, seguidos por África con un 76% y Asia-Pacífico con un 60%. Estas cifras muestran un panorama sombrío para regiones que albergan algunos de los ecosistemas más biodiversos del mundo. La disminución se ha registrado especialmente en los ecosistemas de agua dulce, que han sufrido un desplome del 85%, mientras que los ecosistemas terrestres y marinos también enfrentan caídas significativas.
Además, los ecosistemas de agua dulce han sufrido una alarmante disminución del 85% en sus poblaciones de fauna, revelando una crisis ecológica crítica.
El informe advierte sobre un futuro incierto, donde el cambio climático y la pérdida de la naturaleza empujan al planeta hacia peligrosos puntos de inflexión. Estos puntos de no retorno podrían desencadenar cambios irreversibles en sistemas tan vitales como la selva amazónica y los arrecifes de coral, cuyas alteraciones afectarían no solo a las especies que los habitan, sino también a la seguridad alimentaria y económica de las comunidades humanas que dependen de ellos.
Pero no todo son malas noticias. Aunque la tendencia general es desalentadora, hay casos que demuestran que la conservación efectiva puede marcar la diferencia. Especies como los gorilas de montaña en África Oriental y los bisontes europeos en Europa Central han experimentado un repunte gracias a esfuerzos de conservación específicos. Sin embargo, estos logros puntuales, aunque alentadores, no son suficientes para revertir el declive global de la biodiversidad.
Kirsten Schuijt, directora General de WWF Internacional, expresó, (en una nota publicada en WWF) de manera clara: “La naturaleza está pidiendo auxilio. Las crisis de pérdida de biodiversidad y cambio climático están llevando a la vida silvestre y a los ecosistemas más allá de sus límites, con puntos de inflexión peligrosos que a nivel global amenazan con dañar los sistemas de soporte vital de la Tierra y desestabilizar las sociedades. Las consecuencias catastróficas de la pérdida de algunos de nuestros ecosistemas más preciados, como la selva amazónica y los arrecifes de coral, serían sentidas por las personas y la naturaleza en todo el mundo”.
El declive en especies icónicas como las tortugas carey, con una caída del 57% en hembras anidando, y los delfines de río en el Amazonas, subraya la urgencia de actuar. Estas cifras no son solo estadísticas; son un recordatorio de que la vida en la Tierra está estrechamente entrelazada y que la desaparición de una especie puede tener efectos en cadena devastadores para el resto del ecosistema.
El informe Planeta Vivo 2024 no solo es una advertencia; es un llamado a la acción urgente. Los próximos cinco años serán cruciales para definir el rumbo que tomará la humanidad en su relación con la naturaleza. Estamos en un punto crítico en el que cada decisión cuenta, y donde el esfuerzo colectivo puede determinar si el planeta se encamina hacia la recuperación o hacia un declive irreversible.
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