Desde su fundación, Santa Cruz de la Sierra ha sido protagonista del surgimiento de grandes talentos, tanto en lo social, político, cultural, deportivo y artístico. Los Planetas se alinearon, se hicieron ver y sobre todo escuchar en la noche del sábado 25 de junio en nuestra ciudad, la puesta en escena y dirección estuvo a cargo de Israel Getzov e Isaac Terceros, quienes con gran habilidad y destreza lograron transportarnos a través del espacio y el tiempo.
La pieza de apertura fue una sinfonía majestuosa de Wolfgang Amadeus Mozart, cada nota fue ejecutada con esmerada pasión.
La pieza de apertura fue una sinfonía majestuosa de Wolfgang Amadeus Mozart, cada nota fue ejecutada con esmerada pasión, en este espacio se destacó el talentoso músico Alejandro Ortiz que acompañado de su clarinete logró encandilar a todos los presentes.
Recorrimos Los Planetas de la mano del compositor Gustav Holst, el capitán de la nave, y su flota estaba conformada por cuatro grandes instituciones: el Coro y la Orquesta Filarmónica de Santa Cruz, la Orquesta Sinfónica de Bloomington y la Universidad Central de Arkansas, gracias a ellos tuvimos el agrado de vivir y sentir los sonidos, la energía y los colores de todo el sistema solar.
Primera parada, Marte el portador de la guerra, fue nuestro primer destino. Y se dio un inicio con fuerza y poder, un color rojo sangre resaltaba en el ambiente, los tambores al paso de una marcha bélica nos golpeaban y nos hacían vibrar con intensidad el corazón.
Venus el portador de la paz, gracias a esta increíble interpretación cada sección de la orquesta tuvo su momento para brillar, los instrumentos con sus notas musicales se unieron para formar una obra maestra colectiva; de la completa intensidad pasamos a un momento de serenidad, Venus con el color rosado que lo representaba nos mostró lo hermosa que es la música clásica, nos hizo respirar, bajamos la intensidad para aterrizar en una atención plena.
En nuestra próxima parada nos encontramos con Mercurio, el mensajero alado, en esta estación sobresalieron los instrumentos de cuerda; el violín como su representante nos hizo navegar entre olas sonoras a través de sus distintos matices y colores tonales. Mercurio fue representado por un verde esmeralda, un color que nos provoca una sensación de bienestar.
Júpiter el portador de la alegría. Conocido por ser el planeta más grande del Sistema Solar. Su grandeza fue perfectamente interpretada por las trompetas y trombones de la Orquesta, sus tonos bajos y altos nos hicieron sentir pequeños ante su majestuosidad. En esta parada se vibró con las potentes tonadas de los instrumentos de viento y metal creándonos espacios de tensión y emoción alegórica.
Saturno el portador de la vejez, llegando al clímax del concierto no encontramos con el planeta de los anillos. En esta parada Issac Terceros nos mostró que la música clásica realmente trasciende el espacio y el tiempo, gracias a los efectos visuales surfeamos las estrellas que rodean Saturno, el sonido del clarinete de Alejandro Ortiz nos hacía sentir que dábamos saltos entre esas grandes rocas que giran en su entorno, estamos listos para llegar al final.
Urano el mago, aprovechando el nombre por el que lo definieron los protagonistas de la noche, la tripulación que nos llevó hasta el séptimo planeta a través de la magia de la música nos hizo cuestionar sobre nuestro lugar en la tierra, nos aguardó un espacio para que a través de la autorreflexión consideremos vivir y no solo existir. ¿Y cómo lo hicieron? – Lo hicieron con magia.
Neptuno el místico, de esos viajes de los que no quieres volver; la Orquesta hizo un cierre estelar llegando al octavo planeta de nuestro sistema solar. Desde la creación de la humanidad grandes filósofos y teólogos han querido hacer esa conexión con la divinidad, con lo místico, se dice que eso se logra con experiencias transcendentales. Transcendental es así como defino Los Planetas de la Orquesta Filarmónica de Santa Cruz de la Sierra, nos vamos felices por el viaje y con ansias de volver a tripular su nave.