
El 14 de julio de 2024 Jorge Néstor Noya salió del aeroparque Jorge Newbery, en Buenos Aires, con destino a Brasil. El empresario argentino detenido por cometer tráfico de fauna silvestre realizó ese vuelo comercial y un día después ingresó a Bolivia de forma ilegal. En Brasil lo esperaba un tal “Benji”, uno de sus tantos clientes para llegar al Pantanal boliviano y cometer un delito: matar a dos jaguares. Ese fue su último viaje a Bolivia, de los más de 30 que realizó durante la última década para asesinar a varios jaguares.
La ruta que realizaba Noya y sus clientes para llegar a Bolivia tenía dos escalas en Brasil. Salían de Buenos Aires hacia Sao Paulo y de ahí llegaban a la ciudad brasileña de Cuiabá, que está a 260 kilómetros de San Matías. Todas esas rutas la hacían en vuelos comerciales. De Cuiabá a Bolivia se tiene información que muchas veces ingresaban en avionetas ilegalmente. También hubo viajes que lo hacían vía terrestre, igual violando los controles migratorios.

Noya está acusado en Argentina de cometer el delito ambiental más grande de la historia de ese país. Según la investigación en el vecino país, Noya era dueño de Caza & Safaris Argentina, una empresa que se dedicaba a la oferta de paquetes turísticos para cazar animales silvestres de forma ilegal en distintos puntos de Argentina, pero también en Bolivia. A nuestro país trajo clientes de manera irregular para cazar jaguares en el oriente boliviano. Lo hizo durante más de 30 oportunidades. Hoy, Noya tiene detención domiciliaria en su país.
Revista Nómadas investigó este hecho a principios de este año. Ahora, este medio de comunicación accedió nuevamente a información sobre este caso, que no solo es investigado en Argentina, sino también en Bolivia. Según la información accedida, Noya realizó su último viaje a Bolivia entre el 14 y 26 de julio de 2024. El ingreso a nuestro país lo hizo de forma ilegal, ya que no existe flujo migratorio que acredite su viaje a Bolivia. Se confirmó que el detenido salió de Buenos Aires el 14 de julio a Brasil por el aeroparque Jorge Newbery, de la capital argentina. Su retorno fue el 26 de julio por el mismo aeropuerto.

En la información se detalla que Noya ingresó a Bolivia en esas fechas y que lo hizo en compañía de una persona con el apodo de “Benji”. Con él mataron dos jaguares. La oferta a su cliente la hizo Noya el 17 de junio de 2024. Ese viaje lo coordinó con uno de sus empleados de apellido Villafañe, a quien le pidió que informe a “Benji” que en julio irían a Bolivia a cazar un “bicho grandulón”. Según los datos obtenidos se presume que Noya y “Benji” estuvieron en Bolivia entre el 19 y 25 de julio, ya que el empresario entre esos días se tomó fotografías con los animales muertos. El punto exacto de la zona donde mataron a los jaguares está en plena investigación.
El 25 de julio salió de Bolivia rumbo a Cuiabá. De esa ciudad brasileña partió el 26 de julio hacia Sao Paulo. Ahí hizo una escala de cinco horas y luego tomo rumbo a Buenos Aires, aterrizando en el aeropuerto Jorge Newbery de esa capital.
En Bolivia, la Fiscalía Especializada en Medioambiente investiga a Noya y su empresa que se dedicaba a la caza silvestre en el país. La denuncia fue presentada por el reconocido guardaparque Marcos Uzquiano y la plataforma ambiental El llanto del jaguar, y, posteriormente, la diputada María René Álvarez llevó el caso al Tribunal Agroambiental; sin embargo, el Ministerio de Medio Ambiente y Agua y el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap) no se adhirieron al proceso.
Rodrigo Herrera Sánchez, abogado ambientalista, explicó al inicio de esta investigación que una Organización No Gubernamental (ONG) de Brasil realizó una triangulación de información sobre estos hechos y descubrió que la empresa Caza & Safari Argentina se dedicaba a la caza deportiva bajo la fachada de servicios de turismo.
“Esta empresa es argentina y habría estado realizando actividades de caza en Brasil, Argentina y Bolivia. Como resultado de esa triangulación de información, se realizó el proceso correspondiente en Argentina. Con esa investigación se logró allanar el domicilio del propietario de esta empresa, el señor (Jorge Néstor) Noya. En el domicilio de esta persona fueron halladas muchas partes de animales, además de los instrumentos con los que cometían estos delitos, y también dentro de las computadoras, en los teléfonos celulares, etcétera”, informó el jurista.
El caso en Argentina
En Argentina, el proceso está instalado en la Fiscalía Federal 1 de Lomas de Zamora, que es la que instruye la investigación y también interviene el Juzgado Federal 2 de Lomas de Zamora. En ese país, el caso está en plena etapa investigativa. A Noya se lo acusa de los presuntos delitos de asociación ilícita, provisión ilegal de armas de fuego, maltrato animal y depredación de la fauna silvestre. Junto a él, hay otros imputados, desde jefes de esa organización criminal hasta miembros de este esquema que ofertaban sus servicios. Aún se están aguardando la producción de medidas de prueba que podrían ventilar otros delitos cometidos por estas personas.
En el marco de este caso se hicieron 12 allanamientos en la provincia de Buenos Aires, en la ciudad de Buenos Aires y en la provincia de Santiago del Estero. También, se embargaron en total 37 vehículos automotores, de los cuales se incautaron hasta el momento 12, los cuales eran propiedad de los acusados, varios de ellos de alta gama. Se embargó también un inmueble de gran valor ubicado en la costa atlántica argentina que era propiedad de uno de los jefes de la organización y también fueron embargados los tres terrenos de caza en los que se hacían las cacerías ilegales.
En todos los operativos se incautaron 7.951 taxidermias, que es el procedimiento de disecar animales para conservarlos con apariencia de seres vivos. Ahí están los jaguares que también fueron cazados en el oriente boliviano y especies autóctonas de Argentina, cuya caza está prohibida. Este proceso de taxidermia se realizaba —según la investigación— en talleres ilegales en Argentina y luego esos “trofeos” eran enviados a los países de los clientes cazadores.
En la información actual recolectada por Nómadas, se conoció que la justicia argentina recolectó fotografías del celular de Noya y escuchas telefónicas y mensajes de texto. En las fotografías se ve al empresario argentino exponiendo sus “trofeos”: dos jaguares asesinados en Bolivia. Estas imágenes son del último viaje que realizó Noya al país. Incluso, en una de las fotos se ve al argentino con otras tres personas, pero se desconoce quiénes son. Se presume que uno de ellos es “Benji”, un señor de edad adulta y las otras dos personas son bolivianos que habrían trabajado como guías o ayudantes de esta banda criminal.
En otra de las imágenes se ve al mismo ciudadano extranjero con otra persona, que también podría ser “Benji”. Ambos están sentados bajo un árbol exhibiendo su “trofeo” todavía con la sangre en su boca. Uno de ellos ríe, fuma un cigarrillo, mostrando grandeza de su acto criminal. En otra fotografía se ve a Noya hincado, agarrando con la mano derecha su escopeta y su sobrero y con su otra mano muestra un jaguar muerto colgado de un árbol. La imagen da pena, rabia e impotencia.
Noya, la presunta cabeza de la organización, es un veterinario especializado en fauna y un reconocido cazador en la escena global, de acuerdo con el website de Caza & Safari. Fundó la empresa en 1979 y ha recibido a “innumerables personalidades del mundo de la cacería”. Es propietario de un coto de caza en Buenos Aires, el único usado por la organización que contaba con permiso vigente. Noya está registrado ante el organismo tributario del país como operador cinegético.
El séptimo imputado
En Argentina el proceso continúa su rumbo. El ciudadano argentino Carlos Pablo Escontrela quedó procesado por los delitos de asociación ilícita, depredación de la fauna silvestre, provisión ilegal de armas de fuego, tenencia ilegal de arma de guerra y maltrato animal. Esta persona es una de las siete acusadas de integrar esta red de caza ilegal de animales silvestres en Argentina.
Mientras era investigado, Escontrela intentó salir de Argentina en enero de 2025, a pesar de que tiene prohibición de abandonar el país. En febrero, el magistrado a cargo del juzgado federal de Lomas de Zamora número 2 decretó el procesamiento del reconocido empresario de Santiago del Estero pero sin prisión preventiva.
El séptimo imputado es Escontrela, quien era socio de Noya en la firma de cacería Los Moros SRL, con la que se habría buscado dar una apariencia de licitud a las actividades, según la fiscalía. Además, Escontrela es propietario de los otros dos campos que se promocionaban en la página digital de Caza & Safari Argentina: Guampacha y Santo Domingo, en la provincia de Santiago del Estero, que se ubica en la región del Chaco argentino.
En febrero de 2025, durante el procesamiento de Escontrela, la fiscalía argentina presentó nuevas pruebas que contribuyen a corroborar en mayor grado las acusaciones contra los empresarios y cazadores. En esta fase se agregaron acusaciones contra Escontrela por maltrato animal y tenencia ilegal de armas de guerra.
En la primera información que tuvo Nómadas en enero, una de las comunicaciones que realizó Noya y los jefes de la organización conversan con un cliente panameño que quería cazar un “bicho que come caballos”, refiriéndose al jaguar. Las fechas no están claras en la investigación, pero esa cacería pudo haber sido en julio de 2024. El panameño nunca pudo cazar un jaguar en su recorrido por Argentina y su sueño era tener un trofeo de esta especie. Como no logró su cometido en suelo argentino, Noya invitó al cazador panameño a ir a cazar a Bolivia sin ningún costo.
Para lograr ese objetivo en Bolivia, Noya primero tomó un vuelo de Argentina hacia Brasil y desde allí una avioneta hacia Bolivia. El vuelo de esa avioneta era ilegal porque no se registró su paso fronterizo de Brasil a Bolivia. Noya hizo saber que la cacería se realizaría en el oriente boliviano. Hasta ahí llegaron con el cliente panameño. Ahora se presume que ese cazador panameño es “Benji”.
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