Viaje gráfico a la última morada de la laguna Concepción.
Hubo un tiempo en que la Laguna Concepción, (en Sana Cruz, Bolivia), gozaba de buena salud.
Pero ya todo cambió: la laguna ha tenido una muerte lenta, silenciosa.
De nada sirvió que desde el 2002, este humedal había pasado a convertirse en sitio RAMSAR, es decir, un humedal de importancia internacional, y que el 2009 fue constituida como un área protegida y actualmente es conocida como la Unidad de Conservación del Patrimonio Natural (UCPN)-Refugio de Vida Silvestre Departamental Laguna Concepción, con una extensión de 135.566 hectáreas.
Dos títulos de cartón.
Inútiles en extremo.
Incapaces de protegerla.
La Laguna Concepción, que tenía un espejo de agua de 5.132 de hectáreas, se ha esfumado en un largo suspiro de varios años, hasta que el 2021 quedó seca totalmente.
Dentro del Bosque Seco Chiquitano, único en el mundo, está tendido el cuerpo seco del humedal.
La Laguna Concepción, que tenía un espejo de agua de 5.132 de hectáreas, se ha esfumado en un largo suspiro de varios años, hasta que el 2021 quedó seca totalmente.
Con la muerte de la Laguna Concepción, se reconfirma la crisis del agua y del ciclo hidrológico en los bosques que quedan en Bolivia.
La laguna está rodeada de rodeada de bosques deforestados. Algunos cultivos están dentro del área protegida.
Construyeron decenas de kilómetros de canales para desaguar sus sembradíos en tiempos de lluvia y enviar las aguas con restos químicos, hacia la laguna.
Hay denuncias de que las aguas de los ríos que dan de beber a la laguna Concepción, fueron desviadas por algunos agricultores para regar sus siembras.
Los bañados de Isoso, que también están interconectado con la laguna Concepción ya fueron afectados por los dientes de la deforestación.
Menonitas de la comunidad Cuarirenda, construyeron un puente clandestino de 150 metros de largo sobre el río Parapetí, metieron orugas y talaron más de 1.400 hectáreas de bosques.
Los ecosistemas naturales están interconectados y se alimentan unos a otros.
Eso lo sabe Dirlene Mejía, que a pesar de que ya no es guardaparque, intenta proteger a la laguna Concepción, en silencio.
Ahora ya no puede navegarla como en otros tiempos.
Dirlene, que desea con toda el alma volver a ser guardaparque, ha retornado a la laguna para comprobar su asesinato.
— Nos encontramos aquí en la laguna Concepción. Todo se encuentra seco, no hay nada de agua.
Dice, con una voz seca como el fondo de la laguna que parece una enorme vasija vacía.
Esta publicación ha sido elaborada por la Revista Nómadas con apoyo de la Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano (FCBC), en el marco del proyecto “Bases del conocimiento para la restauración”, financiado por el gobierno de Canadá. Su contenido es responsabilidad exclusiva de los autores, y no necesariamente refleja los puntos de vista del Gobierno de Canadá.
STAFF:
DIRECCIÓN Y TEXTOS: Roberto Navia. FOTOGRAFÍAS: Karina Segovia, Daniel Alarcón, Clovis de la Jaille. DISEÑO Y DESARROLLO WEB: Richard Osinaga. EDITORA DE REDES SOCIALES Y MULTIMEDIA: Lisa Corti. INFOGRAFÍA: Marco León.