
En la Casa Melchor Pinto de Santa Cruz, el silencio se volvió protagonista cuando al artista plástico Leoni Antequera, lo encerraron en una jaula. No fue un acto caprichoso, sino el corazón de una performance que buscó poner al público frente a una verdad incómoda: la de las aves silvestres que son arrancadas de su hábitat y condenadas a vivir tras los barrotes de hierro o madera. Allí, bajo las luces cálidas del viejo caserón, cada gesto del artista fue un espejo del sufrimiento invisible que padecen miles, acaso millones, de animales en cautiverio.
El rostro de Leoni dentro de la jaula era un retrato vivo del despojo: los ojos abiertos, inmensos, buscaban con ansiedad un horizonte que no estaba, igual que los de un ave recién atrapada que no entiende por qué el cielo se ha reducido a barrotes. Su expresión oscilaba entre la incredulidad y la angustia contenida, como si cada parpadeo fuera un intento de escapar. Los gestos eran breves, tensos, espasmódicos, cargados de una vulnerabilidad animal que arrancaba silencios incómodos al público. En su cara se leía el desconcierto de lo que significa ser arrebatado de la libertad, ese mismo desconcierto que atraviesa a cualquier ser al que le roban el vuelo.

Frente a la jaula, el público permanecía en un silencio casi sagrado, con un nudo en la garganta que se hacía imposible de ignorar. Algunos bajaban la mirada, otros apretaban las manos con fuerza, y no faltaron quienes dejaron correr lágrimas silenciosas. Cada gesto de Leoni hacía que la emoción se contagiara; era imposible no sentir que la jaula no solo encerraba a un hombre, sino que ponía ante los ojos de todos, la herida abierta de cada ave que vive privada de libertad.
El proyecto se llama Regresando a Casa y nació hace algunos meses como una idea que fue sumando voluntades hasta convertirse en un movimiento cultural y ambiental. Su propósito es claro: sembrar conciencia sobre la importancia de devolver a las aves su derecho a volar libres y denunciar un delito que crece en silencio, el tráfico de fauna silvestre, una de las actividades ilícitas que más recursos mueve en el mundo y que está vaciando los bosques bolivianos.
La performance no se quedó en el impacto visual. Luego vino el diálogo, conducido por la periodista Jimena Antelo, que moderó un conversatorio tan intenso como necesario. Al lado de la jaula donde estaba Leoni, sin libertad, se sentaron voces diversas pero complementarias: el documentalista y periodista de investigación, director de Revista Nómadas, Roberto Navia Gabriel habló de la dimensión social y criminal de un negocio que erosiona la biodiversidad; el biólogo Mauricio Herrera, copropietario del Bioparque Curucusí de Buena Vista, relató la batalla diaria para rescatar y rehabilitar aves con la esperanza de devolverlas al bosque; y Eliamne Gutiérrez, desde la Gobernación de Santa Cruz, explicó las políticas y los límites de un esfuerzo institucional que aún tiene mucho por avanzar.

Cada intervención arrancó preguntas del público, miradas largas, silencios reflexivos. Había en el aire una certeza compartida. Las aves no deben ser mascotas y cada trino que se apaga en una jaula es también una herida que se abre en el equilibrio de los ecosistemas.
El encuentro fue posible gracias a la conjunción de múltiples manos y corazones. El Bioparque Curucusí, bajo la dirección de Ramón Eduardo Cuéllar Jiménez, sumó su experiencia en el rescate de fauna silvestre; la Casa Melchor Pinto abrió sus puertas como refugio de arte y pensamiento; y el equipo de producción encabezado por Miguel Ángel Cuéllar Contreras y Susana Segovia cuidó cada detalle para que la noche fluyera sin fisuras.

La velada cerró con la promesa de que esto apenas es el comienzo. La segunda parte de “Regresando a Casa” se vivirá el 21 de septiembre en el Bioparque Curucusí, en la bella Buena Vista, donde cada día se libran pequeñas batallas para devolver a las aves el cielo que les pertenece. Allí, en medio del bosque que resiste, el arte volverá a tender puentes entre la conciencia humana y la fragilidad de la vida silvestre. Y en Buena Vista, los cuadros de Leoni que en la casa Melchor Pinto estaban también enjaulados, serán liberados simbólicamente para que todas las aves del mundo que están prisioneras en una jaula, pronto encuentren la libertad.
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