
A veces, entre tanta devastación, la vida encuentra una rendija por donde volver a florecer. El 12 de julio de 2025, en la comunidad de Yavichuco, a orillas de la carretera La Paz–Yolosa, un grupo de comunarios vio algo inusual: un pequeño felino silvestre, confundido y débil, descansaba a pocos metros del asfalto. No era un lugar para él. No era su hogar y estaba en grave peligro.
En lugar de alejarse o actuar desde el miedo, llamaron a los guardaparques del SERNAP. Esa decisión cambió el destino del animal y se convirtió en símbolo de algo mayor. Porque lo que estaba en juego no era solo la vida de un gato Margay (Leopardus wiedii), sino también el eco de una conciencia que despierta.

El felino fue trasladado por los guardaparques al refugio de fauna silvestre Senda Verde. Allí fue recibido por el equipo liderado por Vicky Ossio, quien junto a dos trabajadores del centro brindó atención inmediata. El diagnóstico fue claro: envenenamiento. Todo indicaba que, desplazado de su hábitat natural por incendios principalmente, el animal había cruzado límites invisibles en busca de alimento, probablemente cazando aves o animales domésticos. Alguien, en un intento de proteger su ganado, decidió envenenarlo.

Durante 16 días, el pequeño guardián fue atendido con cuidado. Mostró fuerza, recuperó el apetito y —lo más importante— demostró que aún podía cazar. Su comportamiento salvaje no se había extinguido. Cuando su salud física y comportamiento lo permitieron, llegó el momento de regresar.
El 27 de julio, Suyana —nombre que significa “esperanza” en quechua, y que le fue dado por el fotógrafo Reynaldo San Martín— fue liberado a tan solo un kilómetro de donde fue encontrado. El mismo bosque lo recibió de nuevo.
Esta vez, como un símbolo. No solo de resistencia, sino de la esperanza que se enciende cuando comunidades, instituciones y guardianes del alma colaboran para proteger lo que aún late en silencio.
Reynaldo documentó el momento con imágenes que son más que testigos. En ellas no solo se ve un animal salvaje regresando a su territorio, sino una red de corazones latiendo por una causa común. Participaron de la liberación los guardaparques del SERNAP, el equipo de Senda Verde y Vicky Ossio, cada uno aportando desde su rol, pero todos movidos por un mismo espíritu.

Este hecho, aparentemente pequeño, revela una gran verdad: cuando el fuego arrasa los bosques, no solo quema árboles, también desplaza guardianes. Los encuentros entre fauna silvestre y comunidades humanas se volverán cada vez más frecuentes. Lo que hagamos ante ellos definirá qué tipo de humanidad queremos ser.

Hoy, gracias a la sensibilidad de Yavichuco, a la acción de los guardaparques, al compromiso de Senda Verde y a quienes decidieron mirar con ojos del alma, Suyana vuelve al bosque. No es solo un gato silvestre. Es la esperanza caminando sobre cuatro patas.
***
