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“Mi nombre es Amelia Pereira Frei, tengo 41 años, trabajo como coordinadora del Instituto de Lenguas y Culturas Guarasu’we, soy comunaria de Picaflor, y tengo toda la familia viviendo aquí en mi comunidad”.
Así, con una notoria emoción, se presenta Amelia, mientras mira a los alumnos de la escuela que —a su vez— la observan muy atentos. Ellos están dentro de un aula de madera con ventanales amplios por donde entra el aire fresco de los bosques que abrazan a Picaflor, una comunidad donde viven indígenas guarasu’wes, dentro del Área Protegida Municipal del Bajo Paraguá, una selva de transición entre el bosque Seco Chiquitano y la Amazonia boliviana, en el departamento oriental de Santa Cruz.
En este lugar apacible, donde de rato en rato es escuchan cantos de las aves, Amelia empieza a contar y a entregarse a manos llenas a una entrevista que permite viajar por Picaflor, una comunidad donde 19 familias viven de la agricultura de subsistencia y la recolección de frutos silvestres.
Como nación Guarasu’we, somos un pueblo en peligro de extinción. Mi trabajo es aprender el idioma, recoger la información de los que hablan para transmitir a los estudiantes.
-¿Cuántos años tiene Picaflor?
-Picaflor tiene seis años de fundación. Nosotros vivíamos en Porvenir, yo estudié allá la primaria, y tuve que salir a la ciudad de Santa Cruz a terminar la secundaria para completar el bachillerato, pero regresamos a Porvenir. Recuerdo que don Pedro Pereira con doña Carmen y doña Taxila, que fueron dos familias, tomaron la iniciativa de venir y formar la comunidad de Picaflor. No fue fácil, tuvieron luchas y problemas, pero dijeron: “Nos quedamos en este lugar”.
Y se quedaron.
Así, los hijos e hijas vinimos a Picaflor y ahora la comunidad está bien consolidada, tiene resolución del Concejo Municipal de San Ignacio de Velasco, nos falta personería jurídica, pero está en trámite, y cuenta con estatuto, reglamento, tenemos acta de fundación y de creación, la comunidad cuenta con todos esos documentos que sus autoridades las tienen.
Las máximas autoridades de la nación Guarasu’we que representa a Picaflor, Bella Vista y Porvenir, viven en esta comunidad, pero tenemos familias que siguen viviendo en las otras comunidades, y cuando hay reuniones que tenemos que hacer por los Guarasu’wes, nos concentramos en Picaflor.
-¿Hay capitán o cacique?
-En nuestra cultura Guarasu’wes, hay el capitán grande de la nación, y después vienen los capitanes comunales y sucesivamente los cargos. Nuestra comunidad conforma el directorio de nueve capitanes. El capitán grande se llama Pedro Pereira y el capitán comunal de Picaflor se llama Ignacio Pérez. Los dos viven aquí en Picaflor.
Estudiantes de la escuela de Picaflor.
– ¿Con qué servicios básicos cuentan?
-Gracias a Dios, contamos con el servicio de agua potable, el año pasado, a través de un proyecto con una fundación, hemos logrado el agua. Ahora, no contamos con energía eléctrica, comunicación ni atención en salud, que eso es lo más importante para nosotros.
También no podemos dejar de lado los proyectos productivos, porque los comunarios viven de lo que se siembra en los chacos y de la recolección de frutos, ya que nos beneficiamos del Asaí, que también es un producto que sale a un mercado que no es grande, sino, de subsistencia. La pesca también es nuestro medio de subsistencia de toda la comunidad.
Existen dos tiendas que beneficia a la comunidad, donde se puede comprar arroz, aceite, jabón, y artículos de primera necesidad.
– ¿Desde cuándo es profesora?
-Mi primer año lo inicié en Picaflor el 2017, decidí iniciarme como maestra porque veía la necesidad de crear una escuela en nuestra comunidad, porque los estudiantes, desde muy pequeñitos, caminaban 47 kilómetros, todos los días, hasta Porvenir (la comunidad más cercana), para llegar a la escuela. Entonces, decidimos buscar una solución para que los niños estudien en Picaflor y, de esa manera, el 2017 iniciamos el año escolar en nuestra comunidad.
Luego vinieron otros profesores de la comunidad, y yo me encargué de ir a la distrital de San Ignacio para hacer conocer, de que los niños no podían estar yendo a la comunidad de Porvenir a pasar clases. Y se empezó a trabajar en multigrado.
– ¿Eso significa varios cursos en una misma aula?
-Desde inicial hasta sexto de primaria.
– ¿Cuántos alumnos?
-Tenemos 11 alumnos de primaria y cinco de secundaria.
– ¿Hasta el bachillerato?
-Bachiller salen en Porvenir.
La escuela, cálida y de madera.
– ¿Hasta qué curso hay aquí en Picaflor?
-Hasta sexto de primaria, estamos luchando para que secundaria funcione en Picaflor, para que los padres no tengan el trabajo de estar llevando a sus hijos hasta Porvenir, todo se está coordinando para que funcione en Picaflor.
– ¿Usted tiene ítem?
-Actualmente soy coordinadora del Instituto de Lengua y Cultura Guarasu’we, mi trabajo es trabajar en la recuperación del idioma Guarasu’we. Para normalizar, normatizar, tenemos que hacer investigación y ya estamos comenzado a hacerlo, yo empecé a trabajar en febrero del 2020 y continuamos, ya hay un pequeño avance, porque nadie hablaba el Guarasu’we, solo mi madre, mi tía y mi abuelo.
Nuestros abuelos nunca nos hablaron en el idioma por la discriminación que había. Yo tengo una gran necesidad y preocupación por recuperar el idioma.
– ¿De cómo nació la iniciativa de incentivar que se hable la lengua Guarasu’we?
-Nosotros, como nación Guarasu’we, somos un pueblo en peligro de extinción, y ahora empezamos a organizarnos, hay mucha desinformación y estamos investigando y recopilando información para rescatar nuestra cultura.
Conozco la historia sobre el trabajo de titulación del Bajo Paraguá, desde cuando tenía 18 años y mi esposo, Limber Saucedo, tenía 21. Él fue uno de los que trabajó en esa lucha, desde muy joven se dedicó a la dirigencia con el señor Ivar Vaca. En Picaflor, solo había un letrero y empezamos a trabajar para consolidar esta comunidad. No fue fácil, pero lo lograron. En el 2007 recibimos el título de la Central Indígena del Bajo Paragua CIBAPA.
– ¿Cuál es la extensión del territorio indígena titulado?
-La extensión es de 34.700 hectáreas.
– ¿El instituto de Lengua Y Cultura forma parte del Ministerio de Educación?
-Exactamente. Tienen resolución ministerial, se creó en 2020 en el mes de septiembre, aquí se creó en la propia comunidad con participación de los concejales coordinamos con ellos porque nos hicieron entrega de la resolución como comunidad.
– ¿Están trabajando en algún libro para materializar esa investigación?
-Sí, el instituto de Lengua y Cultura tiene diferentes unidades en las que trabajamos nosotros. Está la comunicación, investigación, para poder normatizar la lengua. Si hay talleres de capacitación, tenemos que salir para aprender, hacemos un trabajo porque tenemos que cumplir.
– ¿En la escuela enseñan la lengua Guarasu’we?
-Exactamente. Hay personas que enseñan, mi trabajo es aprender el idioma, recoger la información de los que hablan para transmitir a los estudiantes, y donde estemos presentes también nos identificamos con nuestro idioma.
Picaflor, a vista de pájaro.
– ¿Usted está hablando con ancianos?
-Sí, lo que estamos haciendo ahora es investigación, y estamos en esto ya hace más de un año, porque para nosotros, como técnicos que estamos llevando este trabajo, es importante tener el alfabeto aprobado para después hacer la gramática, para poder trabajar con los currículos regionalizados, que es de los propios maestros, porque con esos currículos el maestro tiene que trabajar con toda la referencia de la cultura Guarasu’we.
El trabajo en sí, es recuperar la gramática del idioma, no es que yo voy a hablar el idioma, porque el idioma se perdió, en otras palabras, nuestros abuelos nunca nos hablaron en el idioma por la discriminación que había, mi madre nos cuenta que el abuelo le decía que no tenía que hablar el idioma por temor a ser discriminado y por eso se fue perdiendo. Y ahora, para que nosotros seamos reconocidos como Guarasu’wes, tenemos que ser identificados con nuestro propio idioma, cultura, vestimenta, comidas, danza, música, cuentos, artesanía, eso es lo que nos involucra.
– ¿Cuántas personas hablan en la comunidad?
-Los únicos que hablan son tres personas, pero no lo hablan fluido.
– ¿Quiénes son esas tres personas?
-Mi mamá, mi tía y mi abuelo Juan, pero mi abuelo ya está muy viejito, ya casi él ha perdido el conocimiento, ya la vejez le entró, pero en el tiempo que él estuvo mejor de salud, siempre nos hablaba de la lengua Guarasu’we, eso hemos podido rescatar, pero ya nos cuesta nombrar a las cosas, porque no le damos el sentido a como ellos hablan. Yo tengo una gran necesidad y preocupación por recuperar el idioma, me gustaría poder trabajar con algún lingüista, porque estamos alejados y necesitamos de un profesional, no solo es hablar la lengua, hay muchas cosas por normalizar y normatizar.
– Usted habló de su abuelo y madre, ¿cuál es la riqueza del idioma?
-La riqueza del idioma Guarasu’we es la propia identidad. Nosotros vemos a través de esa lengua lo importante que éramos antes, imagino que antes era muy bonito hablar el idioma, mi madre me dice que era muy lindo porque uno hablaba y el otro entendía. Pero ahora cuando uno habla una palabra a mí me llena de orgullo ser Guarasu’we.
Antes nos insultaban, que los indios, los bárbaros, pero ahora me siento la mejor persona. Me gusta conocer, ver cómo ser representados, a tener una organización en nuestra propia comunidad, ahora le damos el valor a nuestra cultura y nuestra propia familia, veo que, si no recuperamos nuestro idioma, no estamos representados.
– ¿La nación Guarasu’we sigue en peligro de extinción?
-Seguimos en peligro de extinción, porque el hablar no está como tiene que ser, estamos en proceso de investigación, este proceso de recuperar el idioma no es fácil, porque incluso es difícil sacar información hasta a la propia familia. Fui a visitar a mi abuelo José, a Pimenteira (Brasil), frontera con Bolivia, y me decía: “Yo, hija, no quiero morir llevándome esta sabiduría, yo quiero enseñarles, dejarles a ustedes todo lo que yo sé”. Y cuánto me gustaría quedarme un tiempo con él para poder sacar toda esa información y venir y transmitir.
Frutos de Asaí recién cosechados.
– ¿Y por qué no se queda ahí unos meses?
-Porque nosotros cumplimos un rol de trabajo. Si fuera que yo dependiera de mi tiempo, me voy un mes, pero el trabajo depende de una institución pública y dependemos de ellos.
– ¿A no ser que le den permiso?
-Tenemos normas y reglamentos que cumplir.
La riqueza del idioma Guarasu’we es la propia identidad. Me llena de orgullo ser Guarasu’we.
– ¿Cuánto es el tiempo máximo que se quedó para hablar con su abuelo?
-Yo estuve allá una noche y un día, por ayuda de unos hermanos brasileños, uno era un profesor que da clases en San Pablo y vinieron cuando yo estaba trabajando, y ellos me dijeron que iban a gestionar la posibilidad de visitar a los Guarasu’wes en Brasil. Me llevaron y me trajeron.
– ¿Y qué palabras rescató de ese diálogo con don su abuelo José?
-Las palabras que rescaté, por ejemplo, son las partes del cuerpo humano, también aprendí sobre la luna, el sol, las estrellas, el viento, también sobre la pintura, que a mí me llamó la atención, por eso digo, cuánto me gustaría tener el tiempo para conocer esa información, porque él no la ha perdido. Tiene su hijo que se llama Lorenzo, y él me decía que lo pegaba porque hablaba español, para él fue difícil hablar el castellano, pero, a pesar de eso, tiene un trabajo que representa a la cultura, hace collares de diferentes materiales. Me decía que de eso vive.
– ¿Aparte de enriquecerse con el idioma Guarasu’we, enseña otras materias?
-No, solo ese es mi trabajo.
– ¿Hay otros profesores en la comunidad?
-El primer año, cuando ingresé al instituto, trabajé como profesora el 2017, pero lo dejé porque entró otro profesor y después vinieron otros. Los padres estaban pagando a los profesores, como ahora. Al final, conseguimos un ítem, haciendo gestiones con las autoridades.
La comunidad le ofrece al maestro una casa con los servicios básicos. Mayormente nos regimos con nuestros usos y costumbres.
– ¿Conoce usted el origen de sus ancestros?
-Esa historia no la he podido conseguir, todavía estoy investigando, en algún momento tendré esa información. Lo que estamos sacando es paso a paso, mi abuelo tiene mucha información. Cuando él estaba joven, no había esa visión de conformar este instituto y estoy segura que hubiera servido mucho, porque él, es hermano del que está en Pimenteira, allá me decía, este Juan era más inteligente que yo.
Tienen una mentalidad espectacular, por ejemplo, mi mamá no sabe leer ni escribir, pero ellos, cómo formaron a sus hijos, ellos dicen que no tuvieron oportunidad y nos inculcan a que aprendamos. Yo agradezco por ese valor y ese esfuerzo para que salgamos adelante. Y en la familia solo yo pude sobresalir en el tema de estudios, mis hermanos tienen su propia forma de vida, no somos iguales, no nos enfocamos en una sola cosa, pero lo bueno es que queremos ver crecer a Picaflor, tenemos coordinación porque somos familia.
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