La ganadería y agricultura regenerativas emergen como enfoques fundamentales para el presente y futuro sostenible de la producción de alimentos en Bolivia. La adopción de prácticas regenerativas no solo restaura la fertilidad del suelo y mejora la salud del ecosistema, incluso la sostenibilidad económica de la actividad agropecuaria, sino, también promueven la coexistencia con la fauna silvestre, como el jaguar, y muestran el camino hacia una vida saludable libre de agroquímicos que beneficia al planeta.
Los expertos en ganadería dicen que, hasta ahora, no existe mejor antiparasitario animal sintetizado por el hombre, como la Ivermectina. De hecho, el antihelmíntico ampliamente usado en ganadería, fue uno de los principales aliados en la lucha contra el covid-19, aunque también creció una fuerte oposición a su uso humano, especialmente por parte de médicos y científicos en todo el mundo.
Lo cierto es que sí, la Ivermectina es el mejor antiparasitario de uso veterinario para matar parásitos de varias especies, según especialistas en la materia. Sin embargo, es el peor aliado de los organismos que habitan en los suelos cuando el estiércol del ganado cae en la tierra. Científicamente, esa fauna de seres vivientes —la mayoría microscópicos— se denomina microbiota, donde se pueden encontrar bacterias, hongos, lombrices y escarabajos estercoleros, entre los más importantes.
Este último, conocido comúnmente en la región oriental de Bolivia como “etore”, es una especie de superhéroe del suelo, porque del estiércol que está en proceso de descomposición, moldea esferas que duplican su tamaño, las hacen rodar hasta sus cuevas, donde sus crías se alimentan del hongo que se formará de la materia.
Sin embargo, si el estiércol contiene Ivermectina, el escarabajo no lo procesará porque significa la extinción de sus crías y de él mismo. Pero el perjuicio no termina ahí, solo comienza para el ecosistema que lo rodea: el pequeño etore se irá de ese campo y no contribuirá en la descomposición del desecho animal, no cavará cuevas por donde se infiltra el agua para mantener la humedad de los suelos, lo cual reducirá en definitiva la calidad de los pastos con que el ganado se alimenta, finalmente, en un suelo muero no será posible más la ganadería o la agricultura y esa tierra será un desierto.
Parece una película apocalíptica, a pequeña escala, pero ocurre en la mayoría de las propiedades ganaderas de Bolivia y sudamericanas. Es lo que se denomina ganadería intensiva, donde el ganado se encuentra bajo condiciones creadas de forma artificial, con el objetivo de incrementar la producción de carne y otros derivados animales como carne y leche en el menor tiempo posible.
En Santa Cruz, la región chiquitana —noreste y sureste del departamento— es una de las más complejas por la falta de agua y la fragilidad del suelo. Pero desde hace cuatro años, productores como Álvaro Guzmán han empezado a aplicar las metodologías que ofrece la ganadería y la agricultura regenerativa, que no es más que la búsqueda de la recuperación de la fertilidad de los suelos y la restauración de los ciclos de nutrientes, de energía y del agua. Guzmán es propietario de la estancia El Jaral, conocida por ser la primera hacienda privada demostrativa regenerativa de Bolivia. Además, es presidente de la Asociación de Criadores de Ganado Senepol, del grupo CREA Misiones y miembro del directorio de la Mesa Boliviana de Carne Sostenible (MBCS).
Alta Vista, custodia los pulmones de Santa Cruz.
El Jaral está ubicada a ocho kilómetros de Concepción, capital de la provincia Ñuflo de Chávez, donde Álvaro Guzmán realiza la cría comercial y reproductiva de ganado de la raza Senepol. Hace cinco años, Guzmán empezó a descubrir los beneficios de la ganadería regenerativa, inicialmente con la implementación del Pastoreo Racional Voisin (PRV), un sistema de manejo del pastoreo estandarizado por el francés André Marcel Voisin, creador de “Las leyes universales del pastoreo racional” y plasmadas en su libro “Productividad de la hierba” (1956).
La agricultura regenerativa se presenta como una solución integral que va más allá de la ganadería. Se enfoca en prácticas como la rotación de cultivos, el manejo de leguminosas y la conservación del suelo para mejorar la productividad agrícola y mitigar los impactos ambientales negativos.
Guzmán empezó haciendo un diagnóstico de la capacidad y las aptitudes de su propiedad, que mayormente tiene un suelo compactado muy frágil o lo que se conoce como “pampa monte” con bajo o mediano nivel de fertilidad, muy vulnerable a los incendios, lo que mata la microbiota.
El ganadero hizo números y demostró que la tendencia era decreciente en producción forrajera y ganadera. Las pesquisas lo llevaron a ahondar más en el manejo de ganadería regenerativa, que motiva efectos positivos, tanto en la calidad de los suelos, en el medio ambiente y, por ende, en la producción de carne. En El Jaral, un novillo destinado a carne se vende entre $us 500 a 600 y un toro reproductor entre $us 2.200 a 2.500, por lo que los niveles de rentabilidad deben ser los óptimos.
Por lo general, la idea del cuidado del medio ambiente con la producción agrícola o ganadera están confrontadas, porque —se piensa erróneamente— representaría un incremento en los costos y una baja productividad del negocio. “Yo he experimentado lo contrario. El cuidar los suelos más bien mejora la rentabilidad del negocio, es decir, cuidar el medio ambiente te lo agradece y te lo devuelve en una en una mejora de la rentabilidad”, reflexiona Álvaro Guzmán.
Al mismo tiempo cita, como ejemplo, el de los escarabajos estercoleros y microorganismos que trabajan gratis para la tierra; los árboles dan sombra y bienestar a los animales. “Por lo tanto, los animales tienen una mejor cantidad y calidad de comida y se convierte en un sistema bondadoso, en el cual mejora la calidad ambiental de la propiedad, mejoran los animales y mejora la rentabilidad, es decir, es un es un círculo virtuoso que acaba siendo muy satisfactorio para un ganadero”, resalta.
El lugar donde la veterinaria atiende al ganado, en El Jaral.
APUESTA POR LO SOSTENIBLE
El entusiasmo es evidente cuando se escucha hablar a Álvaro Guzmán. Es como si hubiera encontrado la gallina de los huevos de oro en la ganadería y quiere compartirlo con todo el mundo, porque no solo se trata de ventajas económicas, sino beneficios para el medio ambiente y –obviamente- satisfacción personal. “El ganado hace un gran trabajo”, resume, a la vez que recomienda a todos los ganaderos cumplir con las leyes de Voisin.
Explica que los rumiantes fertilizan los suelos a través de la bosta y la orina, pero no deben contener químicos, sobre todo procedentes de desparasitantes para combatir los helmintos, las garrapatas o las moscas de los cuernos, que son las plagas más comunes para el ganado.
“Todos estos productos usualmente matan la microbiota del suelo. El escarabajo estercolero, por ejemplo, hace un trabajo muy interesante en incorporar la bosta superficial, a una profundidad de hasta 50 centímetros, lo que ayuda a la infiltración del agua y así mejorar la retención de humedad. Por lo tanto, el suelo también se vuelve más resiliente a las sequías y, consecuentemente, ese proceso de fertilización natural hace que, tanto el ganado como como los escarabajos y otros microorganismos, mejoran la estructura del suelo y eso se convierte en mejor producción de forraje”, explica Guzmán.
La ganadería regenerativa busca revertir la degradación del suelo. Implementando métodos como el Pastoreo Racional Voisin (PRV), buscan recuperar la fertilidad del suelo, restaurar ciclos naturales y mejorar la productividad de manera sostenible.
Entonces, el enfoque en la ganadería regenerativa es no solamente cuidar el suelo y el medio ambiente en general, sino también ir adaptando a los animales al sistema de manejo. Se trata de brindar bienestar a los animales con sombra y agua limpia, evitar que tomen de los atajados, donde los animales además “bostean” y orinan, provocando la proliferación de parásitos en los intestinos, lo que volvería al círculo vicioso de la Ivermectina.
“Así se van mejorando los suelos, la producción de forrajes, el bienestar animal y eso contribuye no solamente a la productividad pura del animal, sino en la salud de todo el sistema, es decir, medio ambiente, ganado, pastos, trabajadores, propietarios, todo integrado trabajando en la mejora de todo el sistema”, asegura Álvaro Guzmán.
El ganado que produce El Jaral tiene diversos destinos. Como “cabaña”, vende animales reproductores con alto valor genético; los animales comerciales se venden al “destete”, para que un segundo productor los engorde y las vacas de descarte –las que no son las mejores para reproducción, pero tienen buena carne— se envían a los frigoríficos.
Guzmán detalla que el funcionamiento de El Jaral durante un año tiene un costo aproximado de 100 mil dólares, es decir, desde la administración hasta la venta del producto final. Con la ganadería regenerativa, el propietario ha demostrado que se ahorra un 20% en costos, porque se evita la compra de pesticidas, fundamentalmente.
Destaca que, sin duda, aplicar el Pastoreo Racional Voisin (PRV) es lo mejor que le puede pasar a un campo y sus pasturas. Consiste en aplicar sus cuatro leyes básicas: tiempo de reposo, tiempo de ocupación, rendimiento máximo y requerimiento regular. En la primera, para que el pasto cortado por el diente del animal pueda dar su máxima productividad, es necesario que, entre dos cortes realizados por el animal en el mismo lugar, haya pasado suficiente tiempo que permita al pasto almacenar las reservas necesarias para comenzar a rebrotar y un desarrollo vigoroso y rápido.
En la segunda ley, el tiempo global de ocupación de una parcela por el ganado deberá ser lo suficientemente corto como para que el pasto cortado al iniciarse el tiempo de ocupación, no vuelva a ser cortado por el diente del animal, antes que ellos dejen la parcela.
En la tercera ley, es necesario ayudar a los animales de mayores exigencias nutricionales a pastar la mayor cantidad posible y que el pasto sea de la mejor calidad. Por último, la cuarta ley, dice que para que un animal dé rendimientos regulares, es necesario que no permanezca más de tres días en una misma parcela.
El PRV considera la subdivisión del área de pastoreo en potreros pequeños, así como el suministro de agua limpia y fresca a los animales. Entre otros factores, a tener en cuenta desde la gestión de las pasturas a la sanidad animal, la conservación del medio ambiente y la gestión de todo el sistema de producción. La ventaja de confinar el ganado en espacios pequeños es que no camina mucho y engorda más.
“El primer problema que tuve después de comenzar a disminuir mis gastos en sanidad y en control de maleza, fue que me comenzó a sobrar pasto. Yo necesitaba meter más ganado; ahora le meto 60% más de carga animal, entonces, eso también representa un incremento en los ingresos”, pondera Álvaro Guzmán.
La ganadería regenerativa no solo piensa en el ganadero, sino, también en el ganado.
TAMBIÉN PARA LA AGRICULTURA
La Fundación para la Conservación del Bosque Seco Chiquitano (FCBC) es una institución preocupada por conciliar las actividades humanas con la conservación de la naturaleza. En ese sentido, cuenta con el Centro de Estudios del Bosque Seco Tropical Alta Vista. Hace pocos meses, en colaboración con la Cooperación de Canadá, CREA Misiones y la FCBC, lanzó la publicación ilustrada de 81 páginas, titulada “Conceptos y experiencias de Ganadería Regenerativa para la Chiquitania”, que responde a la necesidad de introducir principios y prácticas productivas mejoradas para el sector agropecuario en la Chiquitania, a fin de mitigar los graves efectos de la conversión de bosques a tierras productivas, sin mayor orientación respecto a criterios de sostenibilidad.
El autor de la publicación, Hermes Justiniano, coordinador general de Alta Vista, sostiene que el concepto de agricultura y ganadería regenerativa surge de una búsqueda de mejores formas de aplicar soluciones a la cría de ganado y a los cultivos de diferentes especies útiles para el hombre, aplicando soluciones basadas en la naturaleza.
“Se parte de la premisa y el entendimiento de que el suelo es el inicio de todo, de toda productividad. Del suelo nacen las plantas, las plantas son comidas por los animales, los humanos comemos plantas y animales y, al final, todo lo que se hace de una u otra forma, se inicia o termina en el suelo”, reflexiona Justiniano.
Cuidar el medio ambiente mediante la ganadería regenerativa mejora la rentabilidad del negocio. La diversidad de plantas, la fertilización natural del suelo y la armonía con la naturaleza resultan en un círculo virtuoso que beneficia a los animales, al ambiente y a la rentabilidad del ganadero.
Dice que, sin embargo, el concepto no es algo nuevo y son varias prácticas que, en conjunto, tienen un efecto impresionante. “Ese efecto es una regeneración de la materia orgánica del suelo, de los microorganismos y de la disponibilidad de nutrientes y minerales para los cultivos”, remarca.
Pone como ejemplo a aquel agricultor que desmonta el suelo, quema la materia vegetal para dar paso al arado. “Con esta práctica se quema gran parte de la materia orgánica que hay sobre el suelo, se lo deja desprotegido. Y cuando se lo ‘romplanea’ o rastrea, se destruye la estructura del suelo y cuando llueve se corta la infiltración del agua para almacenarla en el subsuelo”, detalla.
Un segundo aspecto —añade— es cuidar la cobertura en el suelo para no dejarlo desprotegido ante los efectos del sol, la lluvia o el viento. La agricultura regenerativa recomienda dejar el rastrojo de cultivos anteriores o emplear cultivos verdes o de servicio.
El tercer aspecto es abandonar la práctica del monocultivo, que contribuye seriamente en el deterioro de los suelos por la reducción de nutrientes, lo cual se procura aliviar con agroquímicos que, está demostrado abundantemente, destruyen la micro fauna del suelo. “Ahora existen los conocimientos para sembrar, por ejemplo, en un surco de maíz y otro cultivo, las leguminosas. Este tipo de arbusto sirve para nutrir el suelo con nitrógeno”, apunta Hermes Justiniano.
La reciente publicación de la FCBC destaca que las leguminosas, familia de los frejoles —o frijoles— y de la soya, poseen bondades inmejorables para desencantarse de los herbicidas. La familia de las leguminosas es especialmente importante porque tiene una doble función: capturar carbono y nitrógeno del aire, compartiéndolo con los microorganismos de su entorno y con las raíces de plantas circundantes, dándoles vigor de crecimiento, y especialmente, componentes proteicos que luego es consumida por el ganado.
Mayormente las leguminosas tienen raíces pivotantes, subsoladoras, que aflojan el suelo permitiendo que las gramíneas puedan penetrar más fácilmente hacia las capas inferiores del suelo. Las gramíneas son mayormente preferidas por el ganado por ser más palatables que las leguminosas, especialmente en la época lluviosa. Durante la época seca, cuando las gramíneas se lignifican, las leguminosas permanecen verdes tornándose más atractivas y una mejor opción nutricional para los animales. Sin embargo, cuando la relación leguminosa/gramínea es alta, es necesario acostumbrar paulatinamente al ganado en su consumo por el riesgo de timpanismo, al no estar la flora del rumen habituada a esa riqueza proteica.
“El maíz es un postre para los gusanos y las tucuras, y hacen gran daño. Pero si hay varias plantas entre medio y pueden ser sembradas un poco después que el maíz, los insectos se distraen con estas otras plantas”, afirma Justiniano, al destacar que además este arbusto juega un papel de controlador biológico, porque atrae predadores, polinizadores y una serie de otros insectos que conforman un contrapeso ante un eventual ataque de plagas.
Añade que a medida que esta experiencia se repita de manera ordenada año a año, se incrementan las reservas de materia orgánica en el suelo, lo mismo que sucede en un bosque o pradera natural, donde existe un equilibrio de especies y de microorganismos.
Y la agricultura regenerativa en ganadería es básicamente lo mismo, pero aplicada a las pasturas. Cuando se siembra solo una variedad de pasto, es perjudicial para el suelo. Entonces, para mantener vivos los microorganismos y mantener la fertilidad del suelo, se debe sembrar varias especies de pasto mezclados con leguminosas y con otras familias de plantas.
Hermes Justiniano considera que estas leguminosas se deben sembrar antes de sembrar pasto o un cultivo de maíz. “Algunas de estas plantas hay que dominarlas, algunos casos tumbarlas o pasarles un “rolo” para que puedan dar lugar a la siembra directa. Entonces, este tema, así de simple como parece, es delicado también en el sentido de que, si uno hace una de esas cosas, pero no hace las demás, no funciona”, explica.
De esta manera, el subsuelo va ganando en materia orgánica, con mucho carbón y captura de dióxido de carbono, perjudicial para la capa de ozono. “Entonces, es una mitigación, una manera de contrarrestar el calentamiento global. Obviamente, si lo hacemos unos pocos, no tiene un efecto, pero si esto se va a generalizando, entonces sí tiene un efecto a nivel planetario”, subraya.
CONVIVENCIA CON EL JAGUAR
Uno de los principios de la agricultura y ganadería regenerativa —por lo menos lo que predica la FCBC— es convivir con la fauna silvestre y… con los jaguares (Panthera onca). Muchos ganaderos consideran al gran felino de América uno de sus principales enemigos, porque a medida que crecen las áreas de pastoreo, se incrementa la caza de terneros. Y, por lo general, la solución es salir a cazar al felino.
Para Hermes Justiniano, existe la forma de manejar el ganado de manera que el jaguar no se lleve los terneros o, por lo menos, no en un número creciente. Una de las estrategias es llevar el ganado menor cerca de la vivienda humana y, por último, instalar cercas eléctricas en el corral, cuando el “tigre” tenga un comportamiento avezado.
“Todo esto es un trabajo adicional, pero se sabe que cuando no hay jaguares en el lugar, en el monte empiezan a haber otro tipo de problemas, como desborde en poblaciones de roedores y animales que dañan el bosque. Entonces, si en una propiedad, de tanto en tanto aparece un jaguar y se come un torillo o una vaquilla, no hay que matarlos, de hecho, hay que alegrarse”.
La ganadería regenerativa aboga por la convivencia con la fauna silvestre, incluyendo a jaguares. Se propone un manejo adecuado del ganado y estrategias, como cercas eléctricas, para reducir los conflictos.
Proteger parte del bosque también es parte de esta visión holística de producción de alimentos en armonía con el respeto a la naturaleza. Para la producción ganadera es nefasto un cambio brusco de temperatura o un “surazo”, que mata de hipotermia al ganado. Para ello se recomienda dejar un pedazo de bosque en la propiedad, lo que se aprovecha como cortina de viento y para refugio del hato.
En Alta Vista se ha comprobado que, en invierno, en una zona boscosa la temperatura es más elevada que en un área despejada. Precisamente, en esta propiedad es que hace tres años la FCBC, con financiamiento canadiense, instaló parcelas demostrativas regenerativas con todos los elementos para el cuidado de la naturaleza.
Se experimentó con leguminosas y mezclas de pastos, rotación de ganado, cercas eléctricas, lo que se replicó en siete estancias más. Los buenos resultados han acompañado para que otros financiadores demuestren interés en temas “novedosos” para el suelo y cultivos de soya. “Estamos arrancando con un proyecto de dos años que se puede extender a otros tres más, con agricultores grandes, unas 40 propiedades para hacer parcelas experimentales en un total de 1.000 hectáreas por año”, destaca Hermes Justiniano.
El agro, construye canales para llevar el agua de los atajados a sus cultivos.
LA GOBERNACIÓN TAMBIÉN PUEDE
El Gobierno Autónomo Departamental de Santa Cruz, a través del Servicio Departamental Agropecuario (Sedag), tiene la intención de retomar un programa denominado Buenas Prácticas Pecuarias, en el que pretende incluir la ganadería regenerativa.
Felipe Mendieta, director del Sedag, anunció que se reunirá a todas las entidades y personas interesadas en el tema para trabajar en conjunto. “Es necesario empezar a considerar lo regenerativo y, también, trabajar mirando hacia mercados más exigentes que piden carne o productos procedentes de prácticas sostenibles y no de desmontes”, señala.
Por el momento, la Gobernación cruceña —explica Mendieta— no cuenta con los recursos suficientes para financiar programas extensivos, pero el plan inicial es aglutinar Instituciones como la FCBC, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) o la Cooperación Alemana (GIZ). “Pero la palabra final la tiene el ganadero, ir sumando personas que estén convencidas, de tal manera que los datos que tengamos, sean los más adaptados a nuestro medio”, propone.
Además, se destaca la importancia de conservar áreas boscosas en las propiedades como cortinas de viento y refugio del ganado, contribuyendo a un enfoque holístico de la producción sostenible.
Al mismo tiempo, pondera que el concepto de lo regenerativo es necesario ampliarlo, inclusive más allá del punto de vista económico, porque en estos tiempos se debe buscar la sostenibilidad de un sistema. “Esta práctica, lógico que puede ser adaptada en todo el departamento, porque la degradación de suelos existe en cada uno de los 56 municipios de Santa Cruz”, admite.
En ese camino —más adelantado— está el grupo CREA Misiones, integrante de la Asociación Boliviana de Consorcios Regionales de Experimentación Agropecuaria (CREA Bolivia), con grupos en todo el país. Álvaro Guzmán es presidente del grupo que aglutina a 13 productores agropecuarios de San Javier, Concepción y un par de instituciones que trabajan en el sur de la ciudad de Santa Cruz.
El foco –dice Guzmán— es aprender unos de los otros, compartiendo experiencias que lleven a mejorar las prácticas de la ganadería regenerativa. “Tenemos una metodología común, que implica conocer la propiedad y sus necesidades; conocer los problemas del propietario haciendo un recorrido de la estancia y discutiendo los problemas que tienen para ayudar a buscar soluciones”, revela.
La Mesa Boliviana de Carne Sostenible (MBCS) también aporta para la difusión de las buenas prácticas sostenibles en materia de ganadería. La componen la Federación de Ganaderos de Santa Cruz (Fegasacruz), su similar de Beni (FEGABENI), la Asociación de Criadores de Ganado Cebuino (Asocebú); frigoríficos como Frigor, Fridosa y entidades comerciales, como Unión Agronegocios, Fexpocruz, el Sedag y WWF. “Todos nos sentamos en una misma mesa para promover que se apliquen políticas para la expansión de la ganadería y la carne sostenible”, explica Guzmán.
Los ganaderos y agricultores que han adoptado lo regenerativo creen que algún día se puedan comer alimentos libres de agrotóxicos. Están seguros que las empresas que comercialicen este tipo de alimentos realicen la trazabilidad para comprar alimentos de las estancias que utilizan un sistema regenerativo y amigable con el medio ambiente.
La tendencia es creciente en el mundo, pero en Bolivia ha avanzado muy poco, aunque se están dando buenas señales. Hacen un llamado para que el consumidor reconozca el esfuerzo y las autoridades otorguen un certificado para llegar a la meta, que es producir alimentos de la mano de la naturaleza.
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La sombra ha desaparecido de varios lugares de Santa Cruz.
La presente investigación ha sido elaborada por Revista Nómadas, con el apoyo de WWF Bolivia.
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DIRECCIÓN: Roberto Navia. PERIODISTA: Raúl Domínguez. EDICIÓN DE VIDEO Y PRODUCTOR DE SONIDO: Andrés Navia. FOTOGRAFÍAS: Karina Segovia. EDITORA DE REDES SOCIALES: Lisa Corti. DESARROLLADOR WEB: Richard Osinaga.
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