El nombre de Jorge Néstor Noya no es tan conocido en Bolivia. Pero sí lo es en Argentina, su país natal. Allá, está acusado de ser el principal artífice del caso más grande de tráfico de fauna silvestre en esa nación. Noya es el dueño de la empresa Caza & Safaris Argentina que se dedicaba al ofrecimiento de paquetes turísticos para cazar animales silvestres de forma ilegal en distintos puntos de Argentina, pero también en Bolivia. A nuestro país trajo clientes de manera irregular para cazar jaguares en el oriente boliviano. Lo hizo durante más de 30 oportunidades desde la década del 80. Hoy, Noya es procesado en su país y la investigación cobró relevancia regional, ya que el negocio de este cazador también llegó a Paraguay, Brasil e incluso a algunos países de África.
Noya, que tiene su empresa llamada Caza & Safaris Argentina, ahora tiene detención domiciliaria en Buenos Aires y lo acusan de los delitos de asociación ilícita, provisión ilegal de armas de fuego, maltrato animal y depredación de la fauna silvestre. Junto a él, hay otros seis imputados, dos de ellos por ser jefes de esa organización criminal y, el resto, como miembros. Aún se están aguardando la producción de medidas de prueba que podrían ventilar otros delitos cometidos por estas personas.
Además, en el marco de este caso, se hicieron 12 allanamientos en la provincia de Buenos Aires, en la ciudad de Buenos Aires y en la provincia de Santiago del Estero. También, se embargaron en total 37 vehículos automotores, de los cuales se incautaron hasta el momento 12, los cuales eran propiedad de los acusados, varios de ellos de alta gama. Se embargó también un inmueble de gran valor ubicado en la costa atlántica argentina que era propiedad de uno de los jefes de la organización y también fueron embargados los tres terrenos de caza en los que se hacían las cacerías ilegales.
Revista Nómadas accedió a información sobre este caso internacional que involucra y preocupa a Bolivia. El proceso está instalado en la Fiscalía Federal 1 de Lomas de Zamora, que es la que instruye la investigación y también interviene el Juzgado Federal 2 de Lomas de Zamora. El caso está en plena etapa investigativa. En este caso, según la investigación, también se incautaron 44 armas de fuego, que eran utilizadas para entregárselas a los clientes extranjeros del argentino Jorge Néstor Noya, con las que realizaban las actividades cinegéticas (técnicas y mecanismos para cazar) ilegales.
La provisión de armas de fuego a los clientes de Noya se hacía —según la investigación— sin que estos tuviesen permisos para cazar, ni tampoco permisos para usar armas de fuego en Argentina. Este último, es un delito de suma gravedad en Argentina, cuyas penas previstas son de 4 a 15 años de prisión. El delito de asociación ilícita también es grave en Argentina, con penas de entre 3 y 10 años de prisión.
Lo grave está en que en todos los operativos se incautaron 7.951 taxidermias, que es el procedimiento de disecar animales para conservarlos con apariencia de seres vivos. Ahí están los jaguares que también habían sido cazados en el oriente boliviano y especies autóctonas de Argentina, cuya caza está prohibida. Este proceso de taxidermia se realizaba —según la investigación— en talleres ilegales en Argentina y luego esos “trofeos” eran enviados a los países de los clientes cazadores.
En la investigación se incluye detalles de los crímenes que el cuaderno de investigación sostiene que cometió esta banda de cazadores en Bolivia. Son más de 30 viajes que Jorge Néstor Noya comandó al oriente boliviano. Todos los ingresos fueron ilegales. Noya recibía a sus clientes, la mayoría de nacionalidad estadounidense y españoles, en Argentina. De ahí, los llevaba hasta la ciudad brasileña de Cáceres, cerca de la frontera con Bolivia. De Cáceres ingresaba con los cazadores en avioneta a varios destinos del oriente boliviano, donde buscaban jaguares para matarlos a sangre fría y volverlos en trofeos, sin ningún tipo de pena ni piedad.
Existen fotografías que son profundamente indignantes y crueles: Jorge Néstor Noya posa orgulloso con sus clientes —también llenos de orgullo— con los animales abatidos. Hay jaguares muertos colgados en árboles y al lado los cazadores lanzando sonrisas desvergonzadas.
La investigación argentina intervino los teléfonos de los imputados, especialmente el de Noya.
En una de las comunicaciones, los jefes de la organización conversan con un cliente panameño que quería cazar un “bicho que come caballos”, refiriéndose al jaguar. Las fechas no están claras en la investigación, pero esa cacería pudo haber sido en julio de 2024. El panameño —por suerte— nunca pudo cazar un jaguar en su recorrido por Argentina, y su sueño era tener un trofeo de esta especie. Como no logró su cometido en suelo argentino, Noya invitó al cazador panameño a ir a cazar a Bolivia sin ningún costo.
Para lograr ese objetivo en Bolivia, Noya primero tomó un vuelo de Argentina hacia Brasil y desde allí una avioneta hacia Bolivia. El vuelo de esa avioneta era ilegal porque no se registró su paso fronterizo de Brasil a Bolivia. Noya hizo saber que la cacería se realizaría en el oriente boliviano. Hasta ahí llegaron con el cliente panameño y se desconoce si el cazador logró llevar su “trofeo” a su país.
Existen fotografías que son profundamente indignantes y crueles: Jorge Néstor Noya posa orgulloso con sus clientes —también llenos de orgullo— con los animales abatidos. Hay jaguares muertos colgados en árboles y al lado los cazadores lanzando sonrisas desvergonzadas.
Una fuente argentina tuvo contacto con Revista Nómadas para explicar el fondo de los delitos en que incurrieron Jorge Noya y sus socios. Esta fuente, que pidió no publicar su identidad, detalla que esta investigación determinó que esta organización participó con varias personas y que viene operando desde los años 80 del siglo XX.
“Muchas veces suele justificarse estos hechos delictivos, señalando que generan empleo y propician el turismo. No obstante, en este caso, solo se ha observado que los extranjeros venían a la Argentina para cazar ilegalmente a nuestras especies de la fauna silvestre, se hacía una depredación de nuestra fauna silvestre y luego retornaban a sus países con sus ‘trofeos’. No recorrían nuestro país y sólo dejaban su dinero en la actividad ilícita que resultaba ser el negocio de esta organización, quienes en definitiva se vislumbra que eran los únicos que se beneficiaban con su estadía en Argentina”, asegura esta fuente.
Este caso es un puntapié para concientizar a la sociedad y evitar que la caza ilegal siga dañando a la fauna y ecosistemas de los países de la región. “Con estas cacerías ilegales, no sólo se afecta el equilibrio ecológico, sino a todos nosotros y a las generaciones futuras”, destaca la fuente consultada.
Hasta 50.000 dólares por un jaguar
El negocio de Jorge Néstor Noya ofrecía alojamiento en Argentina en zonas hermosas y distintos tipos de cacerías. Sus clientes llegaban a pagar fortunas por cada “trofeo”: cuanto más raro, más difícil de ver o más escaso el animal a cazar, era considerado mejor y más valioso. La caza de un jaguar llegó a costar hasta 50.000 dólares. Los clientes de Noya son personajes reconocidos en sus países. Uno de ellos es Eduardo Romero Nieto, un destacado médico español que tiene incluso un Museo de la Fauna Salvaje en España, donde expone sus “trofeos de animales muertos”. “Desde el inicio, siempre tuve la inquietud de mostrar tanto la colección de animales naturalizados, como los distintos objetos y obras de arte relacionados con la naturaleza y adquiridos a lo largo de este tiempo, con el ánimo de que la sociedad pudiera disfrutar y compartir conmigo el verdadero amor por la naturaleza”, dice —irónicamente— Romero Nieto, en la presentación de su museo en su página digital.
Para él, el amor por la naturaleza parece que es matar animales y exponerlos en una vitrina.
El cazador Eduardo Romero cierra su discurso con un mensaje absurdo. “La sonrisa del adulto y el contenido grito de sorpresa de los niños que visitan este Museo de la Fauna Salvaje constituyen la mejor recompensa para mí y es la prueba ineludible de que el trabajo realizado ha merecido la pena”.
En la investigación se incluye detalles de los crímenes que el cuaderno de investigación sostiene que cometió esta banda de cazadores en Bolivia. Son al menos 30 viajes que Jorge Néstor Noya comandó al oriente boliviano. Todos los ingresos fueron ilegales.
En Bolivia, esta revelación de caza ilegal de jaguares ya está en manos de la Fiscalía, gracias a la denuncia que, en diciembre, la activista Lisa Corti representante del Colectivo Llanto del Jaguar, el guardaparque Marcos Uzquiano y abogado ambientalista Rodrigo Herrera.
Tras la demanda iniciada por Marcos y Lisa, Uzquiano, presidente de la Asociación de Guardaparques de Bolivia (ABOLAC) fue destituido como guardaparque por el director del Servicio Nacional de Áreas Protegidas (SERNAP), Johnson Jiménez. Tras el escándalo nacional, Uzquiano fue reincorporado a su cargo como jefe de protección de la Reserva de la Biósfera Estación Biológica del Beni).
Marcos Uzquiano relató a Nómadas que Jorge Néstor Noya, junto al cazador español Luis Villalba Ruiz, ingresaron en septiembre de 2023 al Área Natural de Manejo Integrado San Matías (ANMI San Matías) para cazar jaguares. Según la demanda de Uzquiano, Villalba fue el autor que perpetró el delito y quien mató a cinco jaguares que estaban viviendo en su territorio.
“Se tomó conocimiento de que por intermedio del Club de Caza: Caza & Safari Argentina, el señor Jorge Néstor Noya, durante la gestión 2023, promocionó y ejecutado la realización de acciones relacionadas con la cacería ilegal de jaguares en el área protegida ANMI San Matías del departamento de Santa Cruz. El señor Luis Villalba Ruiz fue una de las personas que perpetraron el hecho denunciado, como cazador y biocida, habiéndose corroborado la muerte (biocidio) de al menos cinco individuos de esta especie”, dice parte de la demanda presentada por Uzquiano ante la Fiscalía Especializada en Delitos de Narcotráfico, Medioambiente, Pérdida de Dominio, Financiamiento del Terrorismo y Legitimación de Ganancias Ilícitas del departamento de Santa Cruz.
Uzquiano explica que tomó conocimiento de esta red criminal de caza en un encuentro de protectores de medio ambiente en Bahía, Brasil. Allí se socializó sobre el operativo de la Policía Federal Argentina, a través del Departamento Delitos Ambientales, para desmantelar a la red que captaba cazadores en Europa y Estados Unidos por medio de la página web de Caza & Safaris Argentina, que promocionaba “tours de caza” a cambio de grandes sumas de dinero.
Uzquiano, que fue notificado de su destitución como jefe de protección de la Reserva de la Biósfera Estación Biológica de Beni, el 31 de diciembre de 2024, a pocos días de presentar esta demanda contra Jorge Néstor Noya y su clan de cazadores, señala que se identificó el territorio boliviano donde se realizaban la cacería de jaguares “a través de fotografías y del desdoble de escuchas telefónicas”.
“Lo que ocurrió es que esta agencia, que promocionaba caza y safari en Argentina, ingresó a territorio boliviano con este cazador (Luis Villalba). Hay fotografías de jaguares muertos, cazados por este señor en Santa Cruz. En Argentina tienen un amplio historial, ya que se hicieron operativos. Hay intervenciones telefónicas que identifican la zona donde se realizó la caza de jaguares”, denunció Uzquiano.
Luis Villalba Ruiz se jacta de ser el mejor cazador con arco en España. Es un empresario catalán y en un artículo publicado en el medio español Antena 3, se enorgullece de haber matado –según él— a los cinco animales más peligrosos del mundo: el león, el jaguar, el rinoceronte, el búfalo y el elefante. “Estás actuando como un depredador, pero has luchado y trabajado. Es como trabajar la muerte del animal. El cazador ama a los animales, aunque parezca una paradoja”, dijo Villalba a ese medio en octubre de 2020. Este sujeto (Luis Villalba Ruiz) —según las investigaciones— es quien llegó a Bolivia a matar cinco jaguares.
En Bolivia, la diputada nacional María René Álvarez presentó una querella ante el Ministerio Público contra los presuntos responsables del biocidio de jaguares en el Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) San Matías. La legisladora explicó que la querella identifica a dos personas como los presuntos autores de los delitos de biocidio y destrucción o deterioro de bienes del Estado y la riqueza nacional.
“La conducta de los sindicados es antijurídica, ya que infringe normas explícitas destinadas a proteger la biodiversidad y el medio ambiente. Además, no existen causas de justificación que legitimen la caza de jaguares en áreas protegidas, pues estas acciones no responden a necesidades de subsistencia, sino a intereses económicos y recreativos contrarios a las disposiciones legales”, detalló la diputada Álvarez.
El Círculo Rojo actúa bajo la sombra
Dolores es una pequeña ciudad ubicada en el norte de la provincia de Buenos Aires, en Argentina. Ahí Jorge Néstor Noya tenía (o tiene) uno de los espacios de caza que pertenecía a su agencia. Ahí se desarrolló un operativo en agosto de 2024 para acabar con esta mafia. En esa casa de lujo había fotos de las cazas, cabezas de animales y cráneos de especies protegidas. En el bar de ese espacio estaban los “trofeos” más exóticos. Lo más llamativo es que una de las mesas estaba hecha con las patas de un elefante taxidermizadas. Esa era la fachada de este negocio que viene lucrando con la vida de la fauna silvestre.
Emiliano Villegas, coordinador operativo del Área de Fauna de la Brigada de Control Ambiental (BCA), una unidad de agentes especializados del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Argentina, explica a Revista Nómadas que esta lucha implica ir en contra del “Círculo Rojo”, que son empresarios y destacados por el poder de influencia que tienen en sus países. “Los empresarios de elite que integran dicho círculo, generalmente actúan bajo la sombra, muchas veces de manera indirecta, su poder de lobby es tan grande que, a través de notas periodísticas, generadas por ellos mismos, pretenden instalar en la opinión pública la falsa percepción de que la actividad cinegética es generadora de empleo y riquezas, cuando en realidad el beneficio obtenido por dicha actividad favorece a muy pocos en perjuicio de muchos otros”, relata Villegas.
Este funcionario ve que este esquema logra los “trofeos” para marcar un estatus social en sus entornos, donde cuanto más amenazada se encuentre la especie que se pretende cazar, más valor tiene para los cazadores. Estos miembros del “Círculo Rojo”, según Villegas, normalmente provienen de América del Norte, Europa y otras grandes potencias económicas.
Toda esta investigación fue iniciada por la ONG Freeland Brasil, que instaló demandas en su país y en Argentina para dar con la banda criminal de Noya. “La denuncia de Freeland fue la más importante, ya que aportaba nombres de clientes que pudieron identificar a través de un programa de reconocimiento facial”, dice Villegas.
Un experto en el tema que radica en Bolivia explicó que no existe un censo de jaguares en el país y que existen estimaciones del número de esta especie de félidos que habitan, sobre todo, en zonas de la Amazonía. Ese conteo, dijo, se realizó mediante cámaras trampas colocadas en diferentes áreas. Esta fuente detalló que existen siete jaguares por cada 100 kilómetros en el Pantanal boliviano, la misma cantidad por cada 100 kilómetros en la Amazonía y cinco por cada 100 kilómetros en el Chaco.
Este experto detalló que en una publicación de 2018 se pudo contabilizar 12.485 jaguares en los tres biomas del país y dijo que esa cifra puede variar de acuerdo a una actualización, pero que estima que no subió más de 13.000 ejemplares. Sobre la cantidad de jaguares asesinados en cada incursión de Noya, esta fuente detalla que son cifras que alarman, ya que se estaría perdiendo cinco ejemplares de esta especia por cada viaje.
Según se lee en la página web de Caza & Safaris Argentina, Noya se presenta como un experimentado cazador y veterinario que ofrece este tipo de servicios desde 1979. Este sujeto asistía anualmente a las convenciones desarrolladas por la Asociación Estadounidense Safari Club International (SCI), en Estados Unidos, y Expo Cinegética, una convención anual de caza, en España. Noya estaba encargado de atraer la atención de potenciales clientes en estos países a través de la promoción de tours de caza que ofrecían una amplia variedad de especies para matarlos en sus hábitats.
Jorge Néstor Noya ofrecía —en idioma español e inglés— a sus potenciales clientes alojamiento, comidas, bebidas, guías de caza, armas para realizar la actividad y transporte desde el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, en Buenos Aires, hasta los diferentes territorios de caza en Dolores y Santiago del Estero, en Argentina. Además, todavía ofrecía sus paquetes para cazar en Bolivia y Paraguay, como también en algunos países de África.
En Bolivia, la diputada nacional María René Álvarez presentó una querella ante el Ministerio Público contra los presuntos responsables del biocidio de jaguares en el Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) San Matías.
Además de la caza, la organización de Noya también ofrecía el servicio de envío de los “trofeos de caza”, como cráneos y otras partes de los animales taxidermizados. Para ello, la justicia federal de Lomas de Zamora determinó que Noya y los demás miembros de la organización recurrían a Federico Manuel Testa, propietario de la empresa Logistic Solution SRL.
¿Cómo hacía Noya y sus cómplices para hacer pasar a los animales muertos por los controles de los aeropuertos? Una vez cazadas las especies sin autorización, estas pasaban a ser tratadas en talleres de taxidermia clandestinos. En paralelo, Noya y sus socios, junto a Federico Manuel Testa —según las investigaciones— a través de la empresa Logístic Solution SRL enviaban los “trofeos” de esas cazas ilegales a los países de los cazadores extranjeros de un modo que, por el momento, se desconoce y que continúa siendo objeto de investigación.
Marcos Uzquiano relató a Nómadas que Jorge Néstor Noya, junto al cazador español Luis Villalba Ruiz, ingresaron en septiembre de 2023 al Área Natural de Manejo Integrado San Matías (ANMI San Matías) para cazar jaguares. Según la demanda de Uzquiano, Villalba fue el autor que perpetró el delito y quien mató a cinco jaguares que estaban viviendo en su territorio.
Además de Noya, también se encontraba Carlos Pablo Escontrela, socio de la firma Los Moros S.A. Según los resultados de la investigación, la firma, constituida en Santiago del Estero, Argentina, tiene como objeto principal actividades de caza, y servía como una fachada para dar una apariencia legal a los servicios que la organización ofrecía en esta provincia, ya que los territorios en los que se llevaba a cabo la caza no estaban autorizados por la ley del vecino país. En Argentina, este caso avanzó con imputaciones y una ardua investigación. Jorge Néstor Noya tiene detención domiciliaria, pero se desmanteló su red criminal. En Bolivia, el proceso judicial instaurado por Marcos Uzquiano, como presidente de la Asociación de Guardaparques de Bolivia (ABOLAG), va muy lento. No hay respuesta del SERNAP y menos del Ministerio de Medio Ambiente y Agua a los requerimientos de Revista Nómadas. Mientras el caso todavía se ventila en oficinas, hay jaguares en Bolivia que están en riesgo.
Sobre el autor
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Iván Paredes Tamayo
Periodista boliviano con trayectoria de 18 años en medios escritos de su país y del exterior. Actualmente se desenvuelve en el periodismo de investigación. Especializado en temas de medio ambiente y delitos transnacionales. Fue parte del equipo Tierra de Resistentes, que con un trabajo colaborativo llegó a ser finalista del Premio Gabo en 2021 por un reportaje que muestra los ataques que sufren líderes indígenas que son maltratados en sus propios territorios. Es periodista de investigación de Revista Nómadas y junto a Stasiek Czaplicki, ha recibido el Premio al Periodismo de Investigación ‘Franz Tamayo’, por el reportaje especial, titulado Bolivia no se baja del podio de países que más monte pierden en el mundo.