
Por las venas verdes del Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Cotapata corre la savia de la inspiración que dio vida a Custodios del Umbral, la nueva exposición fotográfica de Reynaldo San Martín, que se inaugurará el 1 de octubre en la Galería Art (Av. Montenegro 1140, zona San Miguel, La Paz).
San Martín cuenta que el proyecto nació de un llamado profundo en el corazón de la selva. “Al recorrer Cotapata sentí que no solo estaba frente a árboles, ríos o aves, sino ante guardianes que sostenían portales invisibles, puertas entre el mundo material y lo sagrado. Comprendí que mi rol como fotógrafo no era solo capturar imágenes, sino traducir esas presencias en un lenguaje visible para otros. Custodios del Umbral es, en esencia, una invitación a detenernos y escuchar lo que el bosque quiere decirnos”.
Las imágenes fueron tomadas en un territorio de tránsito único. El espacio donde confluyen los Andes y los Yungas. Allí, la niebla, la luz y la humedad tejen atmósferas irrepetibles. “Escogí este territorio porque es literalmente un umbral geográfico y espiritual: un lugar donde el agua nace y desciende hacia La Paz, y donde la biodiversidad vibra en su máxima expresión. Sentí que cada rincón estaba vivo, como si me dijera: ‘observa, recuerda, transmite’”.
La exposición se articula en torno a cinco fuerzas vitales. “Cada obra me mostró su naturaleza elemental”, explica el artista. Así emergieron los cuatro elementos clásicos y un quinto, el éter, que habita en el espectador.
- Tierra, representada en El Eje del Silencio, simboliza la quietud que sostiene todo.
- Aire, en El Aliento del Bosque, es el soplo invisible que conecta.
- Agua, en El Canto de lo Oculto, es el fluir constante que erosiona y da vida.
- Fuego, custodiado por tres aves —el carpintero, la tangara palmera y el gallito de las rocas—, es la chispa vital que atraviesa los portales.
- Éter, invisible en las imágenes, despierta en quien las contempla: “solo se activa cuando el espectador se abre a sentirlas”.
En total, la muestra reúne seis obras: tres piezas principales enlazadas con tres guardianes que sostienen su fuego, configurando un tejido de voces que dialogan entre sí, con los elementos y con la mirada del visitante.

Capturar esas presencias no fue sencillo. San Martín recuerda que debió rendirse al tiempo del bosque: “La luz no llega cuando uno quiere, el agua no se deja congelar fácilmente y los animales aparecen solo cuando uno aprende a ser parte del entorno. Fueron muchas horas de espera bajo la lluvia, en la neblina o en caminos estrechos, pero descubrí que el bosque siempre responde a quien sabe escuchar”.
Este nuevo trabajo de San Martín fue el resultado de años de conexión con la montaña. “Cada visita fue una ceremonia que me acercó un poco más al alma del bosque”, confiesa.
El mensaje que subyace es también un llamado urgente: “Los bosques no son un lujo, son nuestra fuente de vida. El agua que bebemos en La Paz depende de estos ecosistemas. Sin ellos, no hay futuro. Pero más allá de la denuncia, esta exposición busca encender un vínculo emocional: que quien la visite sienta la belleza y la fuerza del bosque en su interior, y desde ahí comprenda que cuidarlo es cuidarnos a nosotros mismos”.
En este proceso, el fotógrafo asegura haber sido transformado. “Aprendí a mirar con más profundidad. Cada imagen fue un espejo que me recordó que la naturaleza no está fuera de mí, sino dentro. Como fotógrafo, descubrí que el verdadero arte no está en la técnica, sino en la capacidad de abrirse a lo invisible. Como persona, confirmé que mi misión es ser un puente entre los paisajes del alma y la conciencia colectiva”.
El título mismo condensa esta visión. “El umbral es un punto de tránsito, un límite que al cruzarlo transforma. En la exposición, cada obra es un umbral entre lo visible y lo invisible, entre el espectador y la esencia del bosque”.
Las imágenes también dialogan con el concepto de “resilvestrar”: devolver a la Tierra su capacidad de regenerarse. “Mis obras no son solo registros estéticos, son semillas de memoria. El arte puede reactivar en nosotros la conexión con lo silvestre y abrir la posibilidad de sanar el vínculo para que el bosque florezca de nuevo”.
Y San Martín sueña con que los visitantes crucen sus propios portales: “Que cada persona salga con una chispa encendida: la certeza de que no está separada del bosque. Que, al mirar el agua, al sentir el aire, al reconocer la tierra y el fuego de los guardianes, se reconozca también como parte de ese tejido. Si al menos una persona cambia su manera de mirar la naturaleza después de atravesar este recorrido, la obra habrá cumplido su misión”.
Custodios del Umbral abre sus puertas el 1 de octubre en la Galería Art de la Av. Montenegro 1140, zona San Miguel. Allí, el bosque tendrá voz y mirada, aguardando a quienes se animen a cruzar su umbral.
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