El veneno, un agroquímico aún no identificado, cayó del cielo el 27 de mayo. La avioneta monomotor esparció el compuesto tóxico sobre un campo de cultivo cercano a Río Grande, cerca de Puerto Banegas, en el municipio de San Julián, al Este del departamento de Santa Cruz, Bolivia. Las partículas del tóxico también cayeron sobre centenares de colmenas y campos floridos donde millones de abejas laboraban de sol a sol. Una docena de apicultores ha perdido su producción y los ingresos de todo un año. Y 27 millones de obreras polinizadoras, la vida.