Un día en el trabajo, le informaron a Angela Nuñez que habían escuchado en la radio un anuncio donde ofrecían dinero a cambio de colmillos de jaguares. Aquella noticia le despertó una alerta, alguien estaba tras el felino más grande del continente, y lo querían a pedazos. Angela no se quedó de brazos cruzados, siguió investigando qué había detrás de ese anuncio y pensando en cómo alertar a las autoridades de Bolivia. En aquellos tiempos (2014), mientras trabajaba en la Dirección General de Biodiversidad y Áreas Protegidas, también se empezaron a detectar envíos de colmillos de jaguar por correo con destino a China, y variadas denuncias que vinculaban a ciudadanos chinos que trabajan con empresas chinas en sitios donde habita el jaguar. Este vínculo fue confirmado a finales de 2017, en una nota co-escrita por Angela en la revista CatNews de la IUCN, titulada “Colmillos de jaguar traficados por chinos en Bolivia” donde, a través de una verificación cuantitativa, evidencian y alertan a la comunidad internacional de esta nueva amenaza, convirtiendo a Angela en una pionera en la lucha contra el tráfico de jaguares en Bolivia y Latinoamérica.
185 colmillos de jaguar fueron encontrados en un allanamiento en el restaurante de 2 ciudadanos chinos en Santa Cruz, Bolivia en febrero de 2018. / Foto: Lisa Corti.
Bióloga y amante de la naturaleza, Angela empezó trabajando con el venado andino, para luego moverse a temas relacionados a conflicto entre fauna y humanos. Fue en los Centros de Custodia, donde rescatan animales provenientes del tráfico ilegal, donde vio por primera vez al jaguar, un felino que ella describe como “impresionante y majestuoso” aún en cautiverio. Verlo en ese estado de encierro, y conocer sus historias, la alentó a seguir trabajando para evitar que más jaguares terminen víctimas del tráfico, y que ellos puedan gozar de su presencia en vida silvestre, como debe ser.
Su primer y único encuentro con el jaguar en la vida silvestre fue navegando por un río en el TIPNIS, el felino se encontraba en la ribera del rio, acostado en la rama de un árbol tomando sol. Quedó hipnotizada por su belleza en libertad: “navegamos lentamente para poder observarlo, fue un encuentro mágico, saltó del árbol y se adentró entre la vegetación, desapareciendo lentamente…”, comenta Angela, que describe el encuentro como un regalo de la naturaleza.
Observando la naturaleza en Santa Cruz de la Sierra / Foto: Thomas Poole.
Hoy en día, Angela trabaja como profesional independiente y continúa alertando a otros países sobre la amenaza del tráfico que vive el jaguar, logrando que se consideren acciones con una estrategia regional de conservación para la especie. En aproximadamente 10 años desde que se conocieron los primeros indicios de tráfico de colmillos, ya se han podido identificar traficantes que operan a nivel nacional e internacional, se han sentenciado y enjuiciado algunos —muy pocos— pero creando así un precedente a nivel internacional, de que lo que están haciendo los criminales con el felino, no va a ser tolerado. También se ha aprobado el –Plan de Acción para la Conservación del Jaguar en Bolivia, donde se priorizan acciones que ayudan a direccionar las actividades que vienen implementando organizaciones gubernamentales y no gubernamentales. Para 2018, en la Conferencia del Convenio de Diversidad Biológica, varias Oenegés y representantes de países se aliaron para presentar el Plan 2030, que reúne a 14 países donde habita el jaguar; dicho Plan incluye propuestas de protección que mitigan el conflicto entre el humano y la especie, conectando y protegiendo sus hábitats y apoyando el bienestar integral de las comunidades y pueblos indígenas que conviven con el felino. Fue en esta Conferencia que se estableció el Dia Internacional del Jaguar, una fecha simbólica que busca celebrar y concientizar sobre la existencia de la especie cada 29 de noviembre.
Angela también forma parte de la Alianza Nacional para la Conservación y Protección del Jaguar, que nace como una iniciativa de la sociedad civil en coordinación con la autoridad ambiental competente nacional, a través de la Dirección General de Biodiversidad y Áreas Protegidas, con el objetivo de sumar esfuerzos a partir de la creación de sinergias en pro de la conservación del jaguar y con énfasis en la lucha contra el tráfico, una alianza innovadora conformada por organizaciones no gubernamentales y de la academia.
A pesar de todo el avance, Angela considera que no hay justicia para el jaguar, porque si bien se ha enjuiciado a traficantes, el daño provocado por este delito no ha sido resarcido y las penas no han sido ejemplificadoras. Cuenta que aún no se logra que jueces y fiscales tengan conciencia del valor del jaguar, ni lo que implica la pérdida de un jaguar en términos ecológicos, tampoco de su valor cultural. Recalca que las leyes son muy débiles, en muchos casos obsoletas, y que, si bien contamos con una Constitución “proteccionista” y una “Ley de la Madre Tierra, estas leyes no se aplican a cabalidad. Por eso, asegura que es importante la modificación del Código Penal que permita la tipificación de los delitos ambientales.
Pieles de jaguar usadas ilegalmente para hacer carteras en exposición en la plaza 24 de septiembre de Santa Cruz de la Sierra. / Lisa Corti.
Desde el ámbito internacional, considera vital impulsar un cambio de categoría de la especie en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) de “Casi Amenazado” a “Amenazado”, lo cual debería influir nacionalmente, ya que lamentablemente sabe que el jaguar corre un alto riesgo de extinción sino se cambian las políticas ambiéntales del país, asegura que es urgente que se apunte a un modelo de desarrollo sostenible, y no extractivista.
Angela sabe que queda mucho por hacer para cambiar el futuro del jaguar, en un mundo ideal ella aspira y trabaja día y noche por políticas públicas que apunten a minimizar el cambio climático, por un país donde se respeten la vocación de los suelos, los pueblos indígenas y el fortalecimiento del SERNAP (Servicio Nacional de Áreas Protegidas) y los territorios donde se encuentran las poblaciones del jaguar. “Mis sueños son que el ser humano, que cohabita con el jaguar, mejore su convivencia con la especie, rescatando el valor cultural y espiritual que le tenían los pueblos de manera ancestral”.
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Esta crónica forma parte del proyecto periodístico “Mujeres Jaguar: ellas entregan su vida para que el gran felino de América no desaparezca”.
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