
Periodismo de investigación, grandes revelaciones
En las riberas del río Pilcomayo (Tarija, Bolivia), comunidades indígenas, productores y defensores e instituciones ambientales impulsan la creación de un corredor ecológico. Buscan frenar la deforestación y preservar un ecosistema vital antes de que sea demasiado tarde.
El documental Voces de la Tierra muestra cómo la música barroca y el rap se unen en la Chiquitanía para defender la memoria cultural y la naturaleza. Será presentado este viernes 29, en la AECID de Santa Cruz de la Sierra.
Latinoamérica es la región que concentra la mayor diversidad de árboles: se han contabilizado al menos 23.631 especies diferentes. Brasil, Colombia y México están entre los países con más árboles endémicos, es decir, que sólo crecen en sus territorios.
Durante 2023, la destrucción del bosque en Bolivia alcanzó niveles sin precedentes, con la pérdida de 696.362 hectáreas, especialmente significativa en el caso del bosque primario, de mayor valor ecológico, con 490.544 hectáreas afectadas. Santa Cruz se mantiene como el epicentro de la deforestación en Bolivia, mientras que Beni, con su bosque amazónico, ha surgido como un nuevo frente agropecuario y de deforestación. Por primera vez en la historia del país, la deforestación se ha consolidado en sus frentes de expansión tradicionales (Santa Cruz) y, al mismo tiempo, ha emergido en nuevas áreas forestales, especialmente en bosques primarios (Beni). Así lo ha revelado el reciente informe de Global Forest Watch.
La ganadería y agricultura regenerativas están emergiendo como enfoques fundamentales para el presente y futuro sostenible de la producción de alimentos en Bolivia. La adopción de prácticas regenerativas no solo restaura la fertilidad del suelo y mejora la salud del ecosistema, incluso la sostenibilidad económica de la actividad agropecuaria sino, también promueven la coexistencia con la fauna silvestre, como el jaguar, y muestran el camino hacia una vida saludable libre de agroquímicos que beneficia al planeta.
Luchar para evitar que la actividad petrolera consolide su ingreso en la Reserva Nacional de Flora y Fauna de Tariquía, en el departamento de Tarija (Bolivia), tiene un alto precio. Las defensoras y defensores de este vergel importante para el mundo, que es fuente de agua para seres humanos y especies incontables de animales silvestres, sufren ataques que van desde “ofertas indecentes” hasta agresiones físicas y desprestigios personales. Pero ningún hostigamiento puede más que la convicción de defender esta casa vital que le pertenece al planeta.
Cuando el mundo escucha la palabra Amazonia, por lo general, piensa primero en Brasil. Pero el bosque tropical más grande del mundo se aferra a la vida en los territorios de nueve países de América del Sur. Entre ellos, Bolivia. Éste es un viaje intrépido por el pulmón invisible boliviano que —literalmente— está herido de muerte, apoyado en los hombros de mujeres y hombres que se han convertido en sus guardianes solitarios, cuya existencia soporta los peores truenos provocados por el poder y los poderosos.
Un animal triste tiene una mirada que no miente. Las jaulas son, para muchísimas aves en Bolivia, el patíbulo largo previo a la muerte, mientras el comercio oscuro de la vida silvestre para alimentar los mercados ilegales de mascotas de loros, cotorritas y parabas, crece sin que exista poder de autoridad que lo detenga.
Según un nuevo estudio de la RAISG, la Amazonía podría perder en tan solo cinco años casi la mitad de lo que perdió en las últimas dos décadas. Para comprender las razones de un futuro tan sombrío, se analizaron las tasas de deforestación de los últimos años, se identificaron las principales amenazas del presente y se señalaron las medidas necesarias para revertir este proceso.
En los ríos del norte del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure, gobierna el dorado, la especie piscícola que “vuelve locos” a visitantes internacionales. En ese punto remoto de Bolivia, se desarrolla un proyecto de turismo basado en la pesca sostenible con devolución obligatoria, una actividad que pone freno a los enemigos del bosque.
Como un animal indefenso, el majestuoso Valle de Tucabaca está siendo acorralado por la deforestación trepidante y por las nuevas comunidades campesinas que llegan con sus resoluciones bajo del brazo, para hacerse de un pedazo del Bosque Seco Chiquitano.
Comprometidas con la defensa de esta especie emblemática y vital de América, nueve mujeres lideran proyectos en el campo, en la ciudad y en las calles de Bolivia.
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