A medida que el humo de los incendios se espesa y persiste en el aire de las mayores ciudades del país y del campo, cuesta mantener y construir una perspectiva más amplia y critica sobre algunos elementos claves para entender los mega incendios forestales y deforestación que están ocurriendo.
En el reciente informe de avances de la iniciativa de la Declaración por los Bosques de Nueva York (NYDF), por su siglas en inglés, y cuyo propósito es erradicar la deforestación al 2030, en línea con los informes científicos Panel Intergubernamental del Cambio Climático, órgano de la Naciones Unidas, Bolivia y Brasil son señalados como los peores alumnos del continente. Eso dicho, últimamente se reporta una mejoría en la lucha contra la deforestación en la Amazonia Brasilera que tiene ramificaciones muy importantes para otras regiones del continente, notablemente Bolivia. No es ningún secreto que el sector agropecuario del oriente cuenta desde larga data con muchas empresas e inversionistas brasileros. Lo que nos llega a preguntarnos, ¿qué está pasando en Brasil y que consecuencias trae para la lucha contra los mega incendios y deforestación en Bolivia?
En el último periodo, junio a julio de este 2023, la deforestación en la Amazonia brasilera ha logrado, por segundo año consecutivo, ser reducida en un 22% comparada con mismo periodo del año anterior. Aún permanece muy por encima a los niveles de deforestación pre 2019, pero es una clara señal de que la presión en ese bioma, el de mayor importancia ecológica en todo el continente, está disminuyendo. Al mismo tiempo, en el bioma brasilero Cerrado, un bosque seco tropical parecido a la Chiquitania, se reporta un aumento constante de la deforestación desde el 2019 que contrasta con la reducción en la Amazonia brasilera. En ese sentido, se trataría en cierta medida de un desplazamiento de la deforestación, aunque el balance de la reducción de la deforestación en Brasil fue positivo, ya que se redujo más deforestación en la Amazonia de la que se aumentó en el Cerrado. Es una noticia muy positiva para Brasil y el mundo, pero también una fuente de preocupación sobre si parte de ese desplazamiento de la deforestación de la Amazonia brasilera está aumento la presión en Bolivia.
Desde el 2020, los mercados internacionales de la soya y de la carne permanecen muy por encima de sus niveles históricos. Como mencionamos en el pasado, dichas mercancías son las que mayor deforestación generan en el país. Sin embargo nuestras investigaciones periodísticas, nos llevan poco a poco a entender y develar que hay un factor mucho mayor, oculto y poderoso, que impulsa esta expansión agropecuaria y, con ello, la deforestación en Bolivia. Se trata del negocio de la tierra, de la transformación y mercantilización de los bosques bolivianos, así como de un negocio especulativo inmobiliario, con tierra que aumenta de valor comercial y financiero a través del desmonte. Bajo el argumento de aportar a la seguridad alimentaria boliviana, expanden el área agropecuaria del país, sin mesura y control, y si bien producen mercancías como la soya para la exportación a los países andino y carne para el mercado doméstico y exportaciones a China, poco a poco tenemos más certezas, que este elemento no es el principal de las operaciones del sector soyero y ganadero y de las grandes empresas que lo impulsan.
A la fecha de hoy, ya hemos alcanzado 3.3 millones de hectáreas quemadas, de las cuales más de 1 millón es bosque y, el resto, ecosistema no boscoso, pero que son también muy importantes en términos ecológicos. Ahora que se avecina el inicio de la temporada de lluvias que pondrán fin a los incendios forestales en el país, tenemos que reflexionar sobre la situación en la que se dan dentro de la globalización como previamente mencionado y de nuestras fronteras. Primero, el desplazamiento del grueso de los incendios forestales hacia el Beni, donde se concentraron el 57% de aquellos, pero que no deja de lado Santa Cruz, donde ocurrió el 29% de los incendios. Segundo, la preponderancia del sector empresarial, en cuyos predios se concentró más del 70% de los incendios forestales y en mismas proporciones la deforestación en Santa Cruz 2016-2021. Tercero, que dado que a partir del 1 de agosto 2023 todos los incendios forestales fueron ilegales, y que antes de dicha fecha quemaron 82.768 ha en todo el país, eso significa que menos del 2,5% de los incendios fueron legales.
Se trata del negocio de la tierra, de la transformación y mercantilización de los bosques bolivianos, así como de un negocio especulativo inmobiliario.
¡Este es un llamado de alerta, para la acción y para reflexionar y replantearse el modelo de desarrollo en el cual estamos encaminados y que nos está llevando hacia una crisis ecológica cada vez más profunda! No podemos dejar que hipotequen nuestro futuro y el de los bosques para fines especulativos y financieros. Todos los actores involucrados y los que permiten y lo promueven tienen que asumir sus responsabilidades. ¡El futuro es ahora, y recién está empezando! Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de Nómadas.
Sobre el autor
Stasiek Czaplicki Cabezas
Economista ambiental, enfocado en cadenas de valor y corporaciones con más de 10 años de expertise. Investigador y activista boliviano por los bosques con experiencia en ongs nacionales, organismos multilaterales y think thanks globales (WWF, FAO, Climate Focus, CIPCA).