
A 38 kilómetros de Villamontes, rumbo a la carretera hacia Paraguay, se encuentra el puesto Las Palmitas, una finca de 1.000 hectáreas donde la familia Sánchez mantiene viva la tradición ganadera heredada del padre. Su propietario, Diomedes Sánchez Rocha, relata los retos de la producción en tiempos de crisis y reafirma su compromiso con la “ganadería de bosque”, que respeta el monte y lo considera la base de la vida en el Chaco.
– ¿De cuántas hectáreas dispone y cuánto de ello es bosque?
– Tengo unas 1.000 hectáreas. La mayor parte es monte donde pastorea el ganado. Solo entre 10 y 12 hectáreas están desmontadas y cerradas para emergencias, como cuando algún animal se enferma. El resto es monte natural.
– ¿La propiedad es heredada?
– Sí, este terreno viene de mi padre, que nos lo dejó a mis hermanos y a mí. Somos tres varones dedicados a la ganadería.
– ¿De qué se alimenta su ganado?
– Principalmente del monte natural. Este año ha llovido bastante, el monte está verde y hermoso, con buena vegetación. Se alimentan de durasnillo, del chorro, y también de frutos de árboles como algarrobo, mistol o chañar. Cuando el monte bota sus hojas en invierno, el ganado las aprovecha para sobrevivir.
– Usted forma parte de una organización ganadera, ¿verdad?
– Sí, soy presidente de una filial ganadera. Nos organizamos para defendernos y buscar soluciones, porque los pequeños ganaderos sufrimos mucho: la maquinaria es cara, los insumos también, y cuando los animales se enferman es difícil encontrar ayuda o medicamentos accesibles.
– ¿Qué piensa cuando ve que ganaderos venden sus tierras a los menonitas que llegan a deforestar?
– Ese es un gran problema. Cerca de aquí, a unos 20 kilómetros, ya hay tierras vendidas a ellos. Han desmontado todo y ahora producen leche, mantequilla, queso, pasturas. Destruyen el monte. Es triste porque esas tierras se van a volver infértiles con el tiempo.
– Entonces, ¿usted cree en la ganadería de bosque?
– Por supuesto. Tenemos que cuidar el bosque. Yo respeto mi monte. Si tumbo un árbol es solo por necesidad: para un corral, para la casa. No por tumbarlo. El monte chaqueño es sagrado, y hay que usarlo con cuidado, nunca destruirlo por ambición.
Sobre el autor
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Roberto Navia
Desde hace más de dos décadas transita por el mundo para intentar elevar a los anónimos del planeta al foco de lo visible. Sus crónicas emblemáticas: Tribus de la inquisición y Los Colmillos de la Mafia le han permitido ganar dos veces el Premio Rey de España (2014 y 2017); Esclavos Made in Bolivia, el premio Ortega y Gasset (2007); el documental Tribus de la Inquisición, la nominación a los Premios Goya (2018), Flechas contra el Asfalto y Los Piratas de la Madera desangran el Amboró, dos veces ganadores del Premio de Conservación Internacional, entre otros galardones nacionales e internacionales. Es docente universitario de postgrado, la cabeza de la Secretaría de Libertad de Expresión de la Asociación de Periodistas de Santa Cruz, miembro del Tribunal de Ética de la Asociación Nacional de la Prensa de Bolivia y de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).