La imagen dejó desconcertada a Noemí Tirado. Volvió a mirar a través del microscopio y estaban ahí: más de 20 cometas de color rojo, cada uno con su núcleo caliente y la estela que forma una cola que termina en una punta perfecta. No, no utilizó un telescopio, sino, un par de potentes lentes para analizar las células de la sangre de 198 agricultores de la región norte del departamento de La Paz, Bolivia.
“Esto no es una buena señal”, dijo en voz baja, para sí, en ese laboratorio donde acababa de descubrir que algo malo estaba pasando en el interior de los cuerpos de casi doscientos agricultores del país.
Ella había aplicado El Ensayo del cometa, una prueba de laboratorio que se realiza en linfocitos de sangre periférica. Dicho de una manera coloquial, una célula en la sangre toma la forma de un cometa cuando ha sufrido un daño genético porque su portador (el ser humano) ha estado expuesto a algún tipo de veneno, específicamente, a un plaguicida.
Una célula en la sangre toma la forma de un cometa cuando ha sufrido un daño genético porque su portador (el ser humano) ha estado expuesto a algún tipo de veneno, específicamente, a un plaguicida.
Noemí Tirado, que es jefa de la Unidad de Genética Toxicológica del Instituto de Genética de la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), sabe que, si el número de células en forma de “cometas” supera a las células normales, existe un alto riesgo para la salud. Pero no solo realizó el ensayo El ensayo del cometa, también procedió a otra prueba de laboratorio que se realiza en células de mucosa bucal, a la que denomina prueba de micronúcleos. En ella, observó diminutos núcleos junto a los núcleos de las células que se dividen. Ella sabe también que a mayor número de micronúcleos, mayor daño genético en el ser humano.
Esto está ocurriendo en varias regiones de Bolivia. Noemí Tirado fue parte de diferentes pesquisas realizadas en los departamentos de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, donde se pudo verificar que los agricultores que se sometieron a test y análisis clínicos, pueden llegar a desarrollar enfermedades como la diabetes, cáncer, alteraciones neurológicas o herencia de malformaciones hacia sus descendientes.
Así, el hallazgo de la Unidad de Genética Toxicológica del Instituto de Genética de la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) —de la que Noemí Tirado es la cabeza— forma parte de los estudios denominados Daño genotóxico por exposición a plaguicidas en agricultores del municipio de Luribay, en La Paz y Polimorfismos genéticos de la GSTM1 y GSTT1 como modificadores de riesgo mutagénico en agricultores bolivianos expuestos a plaguicidas.
La presentación en línea que realizó Noemí Tirado, en el mes de junio de este 2021, en la ciudad de La Paz, fue escalofriante. Resumió los resultados de los estudios realizados entre 2006 y 2019, y demostró que, con las muestras realizadas, quedaba en evidencia que la salud de miles de agricultores está en riesgo por el uso indiscriminado de plaguicidas. Los estudios también revelaron que la vía de ingreso al organismo se da principalmente por la piel, a través de la manipulación de los envases y su contenido sin elementos de protección personal (EPP), como guantes, mascarillas o ropa inadecuada. Otros, sin embargo, mientras fumigan con sus mochilas pulverizadoras, ingieren alimentos o simplemente acullican hoja de coca.
La doctora Noemí Tirado fue parte de dos estudios sobre los plaguicidas en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz. (Foto: Instituto de Genética de la Facultad de Medicina de la UMSA).
Figura a). Célula sin daño genotóxico. b) Célula con daño genotóxico. (Foto: Instituto de Genética de la Facultad de Medicina de la UMSA).
El estudio Daño genotóxico por exposición a plaguicidas se realizó con prueba de sangre y orina, que midió la concentración de agrotóxicos y, en los biomarcadores de efecto, se pudo valorar los daños químicos en las células humanas. Noemí Tirado explicó que a través de los biomarcadores se logró identificar que en muchas personas están fallando las variaciones genéticas en la producción de enzimas para eliminar elementos sintéticos del organismo.
Los nombres de los químicos encontrados en la sangre de las personas analizadas, no son fáciles de pronunciar. Los análisis encontraron,principalmente, compuestos de los agrotóxicos Tebuconazol, el ácido 2,4D, Cipermetrina, Permethrin, Cyfluthrin, Tiabendazol y Piretroides. Los negocios que se dedican a su venta los llaman Fitosanitarios y están fabricados para cumplir el papel de prevenir, repeler o controlar cualquier plaga de origen animal o vegetal durante la producción, almacenamiento, transporte y distribución de productos agrícolas.
El resultado del estudio reveló que los agricultores que se sometieron al test y análisis clínicos, pueden llegar a desarrollar enfermedades como la diabetes, cáncer, alteraciones neurológicas o herencia de malformaciones hacia sus descendientes.
Pero la realidad cada vez empeora. La UMSA, con el apoyo de la Cooperación Sueca, está trabajando en un nuevo estudio y cuyas muestras fueron analizadas en Suecia. Noemí Tirado adelantó que se realizaron mediciones de hasta 14 metabolitos de los plaguicidas en la orina, y que se pudo apreciar el efecto que están causando los “cocteles” químicos que preparan empíricamente los agricultores en la fumigación de sus cultivos.
– “Hemos visto que tienen daño genético por esta exposición”, reveló.
En Santa Cruz, contaminación de este a oeste y de norte a sur
La investigación titulada Uso y manejo de agroquímicos en la producción agrícola, publicada por el Instituto de Investigación de la Facultad de Humanidades (INIFH) de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (UAGRM) y que fue gestionada por el Instituto de Capacitación para el Desarrollo (Incade), analizó y estudió casos de contaminación en los cuatro puntos cardinales del departamento de Santa Cruz durante el año 2018: Yateirenda (Chaco), Hardeman (norte), Nuevo Palmar (este) y Los Negros (oeste).
El foco de la investigación estuvo centrado en unidades productivas familiares en zonas con alta presencia de actividad empresarial, esto debido a que están replicando los sistemas de producción intensiva, con grandes extensiones de monocultivo, que incluye un amplio uso de agroquímicos. La mayoría de los 500 agricultores encuestados expresaron ser conscientes del peligro que significa manipular inadecuadamente los productos tóxicos, puesto que el 66,6% dijo haber leído las etiquetas de los envases, frente a un 33.4% que no lee o que “lee a veces”.
Por otra parte, se encontró que el 8,3% de los agroquímicos utilizados son “muy peligrosos” porque contienen ingredientes activos como Metamidophos, Monocrotofos y Endosulfan, que han sido prohibidos en Bolivia desde 2015 por el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag), tanto en el registro, importación, comercialización, distribución y uso; solos y en sus mezclas en todas sus concentraciones.
Revista Nómadas trasladó la consulta a la entidad estatal Senasag, sobre esta y otras interrogantes, pero hasta el cierre de la presente edición no se tuvo respuesta. También se quiso contar con la versión de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) y la Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas (Anapo), pero a través de sus unidades de Comunicación, manifestaron que no emitirán criterio alguno.
El estudio reveló otro detalle que saltó a la vista de los investigadores: siguen usando el Folidol, un organofosforado tóxico para todos los organismos de vida, incluyendo humanos, cuyo uso en agricultura está prohibido en casi todo el mundo. Algunas familias de Los Negros, en el departamento de Santa Cruz, afirmaron usarlo “para el control de bichos”.
La mochila azul
Las investigaciones, tanto en occidente como en el oriente del país han identificado a la mochila pulverizadora como el medio más utilizado para aplicar agroquímicos en los cultivos. En las encuestas realizadas por el INIFH en Santa Cruz, resultó que la utiliza un 76,4% de los agricultores, mientras un 38,8% respondió que usa tractor y un 5% los dos medios.
El uso mayoritario de la mochila tiene que ver con los costos, es decir, resulta más económico que contar con un tractor o fletar uno, y por la extensión de áreas de cultivo relativamente menores. Sin embargo, al realizar las mezclas, verter los químicos y en la aplicación, el contacto con las manos y otras partes del cuerpo es inevitable.En el caso de la mortandad de abejas que se registró en las localidades de San Julián, Puente Banegas y Río Grande, norte de Santa Cruz, el 27 de mayo, la Asociación de Apicultores de Santa Cruz (Adapicruz), evidenció que hubo aplicaciones aéreas a través de avionetas fumigadoras que originaron una deriva de los plaguicidas debido a los vientos hasta lugares próximos a las colmenas. Esta práctica de fumigación aérea en grandes extensiones de campos de cultivos, según los productores de miel, significa mayores áreas de contaminación, incluso en poblaciones intermedias.
Respecto al uso de equipo de protección personal (EPP) durante la manipulación y aplicación de agroquímicos (traje, guantes, gafas, máscaras y equipos de protección respiratoria), si bien el 64,8 % utiliza algún tipo, llama la atención que el 34,8% de la población estudiada a nivel general mencionó que no utiliza protección al momento de aplicar agroquímicos en sus cultivos.
En la comunidad de Hardeman, por ejemplo, en Santa Cruz, es el lugar donde las personas encuestadas manifestaron no utilizar algún tipo de protección en un 47,4%. Entre los medios de protección mencionados, por encima del 50% de personas que sí usan, están las botas, los guantes y la mascarilla.
Reutilizar los galones de agrotóxicos o abandonarnos en el medioambiente, pueden generar contaminación en las fuentes subterráneas de agua. Para ello, los gobiernos nacionales y locales deben contar con legislación para el plan de manejo de envases.
Envases peligrosos
El almacenamiento de los envases usados también es uno de los principales problemas de contaminación. En Santa Cruz, en la tranca de Puerto Pailas, antes de cruzar el Río Grande, por ejemplo, los envases vacíos de agroquímicos se venden a precios que van desde los Bs. 30 hasta los Bs. 200, dependiendo del tamaño. Algunos los utilizan para transportar combustible y otros para… ¡agua!
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), a menos que los envases de plaguicidas sean manejados correctamente, son peligrosos para los seres humanos y para el medioambiente. El peligro de la reutilización y los abandonados en el medioambiente, es que generan contaminación en las fuentes subterráneas de agua. Para ello, los gobiernos nacionales y locales deben contar con legislación para el plan de manejo de envases.
Sin embargo, en el estudio del INIFH-UAGRM se encontró que en Hardeman, municipio de San Pedro, de Santa Cruz, un 32% de las personas los guardan dentro de la casa, lo que configura una práctica de alto riesgo. Otro 49% los elimina o desecha y el resto le da otros usos. En Cuatro Cañadas, es el lugar donde más se reutilizan los envases vacíos. Entre las prácticas de eliminación es preocupante el quemado de los mismos, que incrementa los riesgos de afectación a la salud humana y al medio ambiente.
El documento añade que los encuestados no conocen la existencia de depósitos o centros de acopio creados por los gobiernos locales, de la Gobernación de Santa Cruz o de la Asociación de Proveedores de Agroquímicos (APIA).
Precisamente APIA indica que las Buenas Prácticas en el Uso de los Plaguicidas es una Responsabilidad Compartida entre: fabricantes, formuladores, distribuidores, comercializadores, usuarios – productores y gobiernos en sus diferentes niveles de Estado. “Estas Buenas Prácticas van desde el laboratorio, pasando por su fabricación y uso, hasta el destino final de los residuos”, apunta.
En ese sentido, llama a trabajar de forma conjunta en el uso y en la educación y sensibilización de las Buenas Prácticas de Uso, con el fin de evitar los posibles daños o riesgos a los usuarios y el medio ambiente, tal cual se menciona en los estudios que ha realizado la UAGRM.
“Como APIA y sus empresas afiliadas, dentro de su política de responsabilidad social y el cumplimento de las normas, desde hace más de 20 años llevamos adelante los Programas Cuidagro (Manejo Responsable de Plaguicidas) y Campo Limpio (Gestión Responsable de los Envases Vacíos de Plaguicidas), que pueden encontrarse en el sitio www.apia-bolivia.org/pronunciamientos.php.
Intoxicación y diabetes
A nivel de la salud, sin realizar pruebas específicas, con la encuesta del INIFH se identificó que un 25,4% de la población encuestada declaró alguna enfermedad dentro de la familia, y de ese porcentaje, un 22,1% mencionó la diabetes. Al respecto, el vínculo entre esta enfermedad con la exposición a niveles relativamente altos de contaminantes, se encuentra en estudio.
Las enfermedades y problemas de salud que pueden tener origen en el uso y manejo de los agroquímicos, y que se mencionan como efectos agudos, son alergias (7,1%) y mareos (4,7%) entre otras. Un dato llamativo es que el 25,9% de las personas encuestadas mencionaron haber tenido intoxicación por agroquímicos, y trataron los síntomas en los centros de salud locales, señala el informe del instituto de la UAGRM.
En las comunidades de Santa Cruz, los envases son reutilizados, incluso para transportar agua. (Foto: UAGRM-INCADE).
La última alternativa
Noemí Tirado recuerda que hace un tiempo atrás, la unidad de investigación a su cargo en la UMSA intentó entrar “en contacto” con las autoridades del Ministerio de Salud para intercambiar criterios sobre los estudios de agrotóxicos. Incluso se concertó una reunión con el Comité Nacional de Plaguicidas, instancia que evalúa el riesgo – beneficio de su uso y sus efectos en el ser humano.
Un agricultor que acaba de fumigar un cultivo, se apresta a lavar el tanque de la fumigadora en una laguna, en el norte de Santa Cruz. (Video: UAGRM-INCADE)
“Hemos hecho la presentación de algunos resultados. Quedaron en contactarnos para colaborar con esa repartición, pero la verdad es que no tuvimos la acogida, no nos convocaron y tampoco hemos podido acercarnos”, lamenta Tirado.
La actual Constitución Política del Estado, en su artículo 407 establece que “la promoción de la producción agroecológica transformará el modelo agrícola basado en los agroquímicos”. Revista Nómadas solicitó la posición del Ministerio de Medio Ambiente y Agua, pero no se obtuvo respuesta.
La respuesta a los agroquímicos, como resume Noemí Tirado, se deberá orientar hacia la utilización de manejo integrado de plagas o biocontroladores, pero se espera poco de los intereses corporativos que manejan los hilos del agronegocio en Bolivia, muy influyente en esferas políticas y sociales.
Mientras tanto, espera que los “cometas” que viajan en el interior de casi 200 personas de un pueblo de Bolivia, disminuyan su aparición en el microscopio, porque si continúan circulando en la sangre de los agricultores, a corto y mediano plazo tendremos una generación maltrecha de hombres y mujeres, como ya se puede ver en países como Argentina y su “mapa del cáncer”, con números rojos en las provincias soyeras como Chaco, Santa Fe y Córdoba.A Noemí le suele asaltar la imagen desconcertante que vio a través del microscopio, esos “cometas” de color rojo con su núcleo caliente y la estela que forma una cola que termina en una punta perfecta navegando en las células de la sangre de 198 agricultores.
“Esto no es una buena señal”, dijo en voz baja aquel día de descubrimiento y hoy lo dice a través de Revista Nómadas para Bolivia y el mundo sepa que los agrotóxicos están dañando la salud y la vida de manera silenciosa.
Los envases de agroquímicos deben confinarse en lugares especiales, según la FAO. Los agricultores desconocen los lugares donde deben llevarlos. (Foto: UAGRM-INCADE)