
En un mundo acostumbrado a buscar luz y brillo, Reynaldo San Martín se atreve a mirar hacia donde pocos lo hacen: al corazón de la sombra. Su nueva exposición, Allin Yanaq —que en quechua significa “hermosura en lo oscuro” y que abrirá desde el 9 de julio, en la Galería ART, avenida Montenegro 1140, zona San Miguel, de La Paz —, es una exploración visual y espiritual que propone una travesía íntima hacia lo no evidente, hacia lo que se esconde tras el ruido y la forma. Con seis fotografías —o “portales”— y dos guardianes simbólicos, Reynaldo extiende una invitación: bajar, mirar sin miedo, y descubrir el fuego que habita incluso en la penumbra. En esta conversación, el artista nos revela las claves de su viaje creativo y la intención profunda que anima esta propuesta.
—Reynaldo, tu nueva exposición ‘Allin Yanaq’ propone un viaje hacia lo esencial a través de la sombra y la belleza oculta. ¿Podrías compartirnos qué te inspiró a crear este proyecto y cómo se relaciona con tu búsqueda artística previa, como en ‘Recuerdos del Alma’? ¿Qué quieres que el público sienta o descubra al adentrarse en estos ‘seis portales’?
—Esta exposición nace del reconocimiento de que no todo lo luminoso es visible, y que muchas veces lo más verdadero está velado, esperando ser visto con otros ojos. “Allin Yanaq” —que significa “hermosura en lo oscuro” en quechua— continúa la ruta que inicié con “Recuerdos del Alma”, pero en vez de mirar hacia el recuerdo de lo celeste, desciendo hacia las raíces de lo esencial. Quiero que quien se acerque a estas obras sienta un llamado a mirar lo que normalmente se evita. Que descubra que en la sombra también hay un fuego, y que cada imagen no es solo una fotografía, sino un umbral: un portal que invita a volver a sí.

—El título “Allin Yanaq” sugiere una belleza oculta en lo oscuro. ¿De qué manera tus fotografías revelan esa armonía en lo no iluminado?
—Cada fotografía fue tomada en lugares donde la luz y la sombra conviven con un equilibrio sagrado. No busqué escenas perfectas, sino momentos donde la imperfección revelaba una verdad más profunda. En lo quebrado, en lo oculto, en lo aparentemente apagado, hay códigos de belleza que no se revelan a simple vista. Mis imágenes intentan mostrar esa armonía sin forzarla, dejándola simplemente emerger. Es una invitación a reconocer lo bello en lo silente, lo contenido y lo no evidente.
—¿Qué encontrará en cada una de tus fotografías de esta nueva exposición?
—Cada obra es un portal distinto. No hay repetición ni tema literal. Lo que las une es la frecuencia que sostienen: la de lo esencial, lo no maquillado. El espectador encontrará paisajes que han sido testigos del alma, pero también símbolos, texturas y presencias que hablan más allá de la forma. En cada imagen hay una llave para abrir una capa interna. Lo que se encuentre dependerá de quién mire, y desde dónde.

—Tu exposición mostrará seis fotografías: “Seis portales” y “Dos guardianes”. ¿Qué simbolizan estos elementos en el viaje hacia lo esencial que propones?
—Los seis portales son estaciones del alma: momentos que nos permiten atravesar capas de lo personal hacia lo universal. No son lugares físicos, sino frecuencias energéticas ancladas en la tierra a través de la fotografía. Los dos guardianes son presencias que sostienen el umbral. No están ahí para custodiar algo externo, sino para recordarnos que el viaje hacia lo esencial no se hace sin testigos internos. Son símbolos de la visión clara y de la sangre viva: una mirada que atraviesa y una herida que enseña.

—La frase que escribiste en la invitación para ver tu exposición: “La sombra te espera, no para esconderte, sino para devolverte al origen” desafía el miedo a lo oscuro. ¿Cómo logras que el espectador experimente esa transformación?
—Lo oscuro no es el enemigo. Es el útero. Es el inicio. Esta exposición no impone ninguna interpretación, pero crea el espacio para que cada visitante pueda atravesar su propio umbral sin juicio. La composición, la atmósfera, la energía de las obras —todo está diseñado para permitir un descenso suave hacia lo que normalmente se evita. Y desde ahí, una ascensión. No busco provocar, sino recordar que: lo que has llamado oscuridad, también puede ser origen.

—¿De qué forma “Allin Yanaq” reinterpreta o dialoga con tus trabajos anteriores, especialmente con proyectos como “Recuerdos del Alma”?
—“Recuerdos del Alma” abrió un portal hacia lo que fuimos antes de olvidar. “Allin Yanaq” desciende aún más, hacia lo que fuimos incluso antes de ser luz. Son parte de un mismo mapa: uno que no se traza en línea recta, sino en espiral, como es el camino evolutivo del alma. Si “Recuerdos del Alma” fue una memoria estelar, “Allin Yanaq” es una memoria terrestre. Ambas sostienen una misma intención: activar conciencia a través de la imagen. Solo que ahora, la mirada no sube. Baja. Pero no para perderse, sino para enraizar el fuego.
—¿A qué te refieres exactamente cuando hablas de “fuego” en tu obra?
—En mi lenguaje, el fuego no es literal. Es un símbolo. Representa la esencia viva que nos habita: nuestra visión, nuestro impulso creativo, nuestra verdad más íntima. Es esa chispa que arde adentro cuando algo nos conmueve de verdad.
El fuego es conciencia despierta, pero no sólo espiritual: también encarnada. Es pasión con dirección. Es claridad con raíz. Es fuerza que no destruye, sino que transforma. Es lo que se activa cuando conectamos con lo que realmente somos.
En “Recuerdos del Alma”, el fuego subía: era la llamada a recordar lo que fuimos.
En “Allin Yanaq”, el fuego baja: ahora quiere encarnarse. Quiere habitar el cuerpo, la tierra, la sombra. Porque también allí hay belleza.

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Sobre el autor
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Roberto Navia
Desde hace más de dos décadas transita por el mundo para intentar elevar a los anónimos del planeta al foco de lo visible. Sus crónicas emblemáticas: Tribus de la inquisición y Los Colmillos de la Mafia le han permitido ganar dos veces el Premio Rey de España (2014 y 2017); Esclavos Made in Bolivia, el premio Ortega y Gasset (2007); el documental Tribus de la Inquisición, la nominación a los Premios Goya (2018), Flechas contra el Asfalto y Los Piratas de la Madera desangran el Amboró, dos veces ganadores del Premio de Conservación Internacional, entre otros galardones nacionales e internacionales. Es docente universitario de postgrado, la cabeza de la Secretaría de Libertad de Expresión de la Asociación de Periodistas de Santa Cruz, miembro del Tribunal de Ética de la Asociación Nacional de la Prensa de Bolivia y de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).