Es hora de que el ciudadano común exija un modelo de desarrollo real y sostenible. Durante las últimas décadas, se han malgastado nuestros recursos, estimulando la demanda interna con tasas de interés artificiales, gastos públicos innecesarios y un endeudamiento desproporcionado. Además, se han fomentado modelos de desarrollo basados en el uso del diésel, el gas y la tierra en lugar de impulsar el intelecto humano. A pesar de ello, no hemos visto cambios sustanciales en nuestros sistemas de salud, educación e infraestructura. Hemos sido víctimas de propagandas engañosas que nos dicen que el modelo de desarrollo extractivista aporta divisas al país, a la seguridad alimentaria y a la generación de empleos, cuando en realidad esto es una gran falacia.
El modelo de desarrollo actual no está basado en la sostenibilidad, sino, que está altamente subsidiado y casi libre de impuestos, y depende de nuestros recursos naturales escasos. A medida que este modelo crece, drena y destruye nuestros recursos naturales, generando un déficit cada vez mayor para el estado y aumentando los problemas económicos para el futuro. Este modelo nos ha llevado a tener uno de los salarios más bajo de la región, una infraestructura en deterioro y una generación de empleo en base a un modelo extractivista que requiere salarios muy bajos para ser competitivos. Es hora de que el ciudadano común exija un nuevo modelo de desarrollo, uno que no esté distorsionado por decretos y modelos artificiales, sino, que esté impulsado por el desarrollo humano sostenible.
Hemos sido víctimas de propagandas engañosas que nos dicen que el modelo de desarrollo extractivista aporta divisas al país, a la seguridad alimentaria y a la generación de empleos.