La Amazonía boliviana es un tesoro natural de importancia mundial, un ecosistema que sostiene la vida en vastas regiones del continente y que enfrenta grandes desafíos en su preservación. Para Vincent Vos, investigador holandés, conservacionista y biólogo de la Universidad Autónoma del Beni, la Amazonía no solo representa una fuente inagotable de biodiversidad y recursos, sino también una oportunidad para replantear el desarrollo desde un enfoque de sostenibilidad y respeto por la naturaleza. En una conversación con Revista Nómadas, Vincent nos invita a mirar este pulmón verde desde una perspectiva renovada, donde la conservación y la economía verde se encuentren.
A lo largo de la entrevista, Vincent destaca la importancia de preservar el Gran Manupare (Pando), y otras áreas protegidas en Bolivia, enfatizando que su conservación no solo beneficia a las comunidades locales, sino que también contribuye a la estabilidad climática y ecológica del planeta. Sus reflexiones señalan la Amazonía es un bastión de biodiversidad y un ejemplo de resiliencia. Además, Vincent subraya que los beneficios de la Amazonía, como la producción de agua y la captura de carbono, son fundamentales para Bolivia y sus países vecinos.
En un contexto en el que el desarrollo convencional promueve la deforestación y la expansión agrícola, él propone una alternativa: una economía basada en el manejo sostenible de los recursos amazónicos. Con su experiencia y conocimiento, expone cómo este enfoque puede ser más rentable y beneficioso para todos. Esta entrevista es una invitación a reflexionar sobre el rol de la Amazonía en nuestra supervivencia y a considerar que, en el bosque, tenemos un aliado crucial en la lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
– ¿Cuáles consideras que son los principales beneficios de la Amazonía para el mundo?
Existen tres factores clave: carbono, agua y biodiversidad. La Amazonía almacena enormes cantidades de carbono, lo que ayuda a mitigar el cambio climático. Produce agua para gran parte del continente y alberga una biodiversidad increíble. En mi país, Holanda, apenas tenemos dos o tres especies de serpientes; aquí, en Bolivia, en la región del Gran Manupare (por ejemplo), hemos registrado más de 80 especies. Es un bosque bien conservado, un verdadero santuario de biodiversidad. Además, muchos de los beneficios van más allá: polinización de cultivos, recursos medicinales y, por supuesto, el conocimiento ancestral que la gente local ha preservado durante miles de años.
– Has mencionado el Gran Manupare. ¿Podrías explicarnos el contexto de esta área y su importancia en la conexión con otras áreas protegidas?
Claro. El Gran Manupare conecta dos grandes áreas protegidas: el Madidi y el Manuripi, formando un corredor que permite la movilidad de especies, como jaguares, que necesitan vastas áreas para cazar y reproducirse. Este corredor es esencial, ya que la Amazonía boliviana está menos deforestada que las regiones vecinas en Brasil y Perú. Esto le otorga una importancia mundial como refugio de biodiversidad y como fuente de servicios ecosistémicos.
– ¿Por qué es importante mantener estas conexiones?
La creación de áreas protegidas garantiza que haya corredores para la fauna, lo cual es vital para especies grandes como el jaguar, pero también para las más pequeñas. La Amazonía tiene una función ecológica crucial, y su conservación es beneficiosa para todo el país. Las comunidades locales han convivido con el bosque durante miles de años, utilizando recursos como la castaña sin necesidad de destruir el entorno. Este tipo de uso sostenible es una alternativa al modelo agrícola y ganadero tradicional que suele acabar con los ecosistemas forestales.
– Hablando de alternativas, ¿crees que es posible un modelo de desarrollo basado en la conservación de la Amazonía?
Sin duda. Podemos manejar el bosque de manera sostenible. La castaña, el asaí, la madera manejada de forma responsable, la pesca, el turismo, la artesanía y hasta la caza regulada son formas de aprovechar el bosque sin destruirlo. Esto no solo genera ingresos, sino que también conserva el agua, el carbono y la biodiversidad. La Amazonía produce más beneficios en su estado natural que si se convierte en pastizal o monocultivo. Además, hay un cambio de mentalidad hacia una “Amazonía 4.0”, que plantea una economía basada en la conservación en lugar de la deforestación.
– En términos de políticas, ¿qué desafíos enfrenta esta visión?
El desafío es grande, ya que requiere un cambio de paradigma. Actualmente, la deforestación sigue avanzando, y muchas políticas benefician más a quienes destruyen el bosque que a quienes lo protegen. Sin embargo, algunas comunidades en Pando ya están impulsando un modelo diferente. Han establecido el Gran Manupare como un área protegida municipal, y han recibido apoyo para construir infraestructura que les permita combatir incendios y gestionar el bosque. Este es un ejemplo de cómo las áreas protegidas pueden servir como un modelo de desarrollo sostenible. Creo que Pando está mostrando que es posible vivir en armonía con el bosque y que existen alternativas al modelo de desarrollo basado en la deforestación. Esta región ha logrado que sus comunidades comprendan el valor del bosque para su economía y su cultura. Muchas de estas comunidades son descendientes de pueblos indígenas que han vivido en la Amazonía durante milenios y que ahora exigen un desarrollo sostenible, que respete la naturaleza y conserve sus recursos para las futuras generaciones.
La Amazonía nos ofrece beneficios ecosistémicos irremplazables, y su conservación debería ser una prioridad. Este enfoque integral demuestra que el bosque puede sostener una economía diversa y sostenible. Es posible generar ingresos sin necesidad de deforestar, y así cuidar nuestra salud, la equidad de género y la resiliencia frente al cambio climático. Todo esto contribuye a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de manera más efectiva que los modelos extractivistas.
– Pando ha protegido una gran extensión de su territorio bajo el Gran Manupare. ¿Es esto un caso único en Bolivia?
Sí, es un avance significativo. Pando ha destinado una gran parte de su territorio a la conservación, algo que no vemos en otros departamentos donde predomina la expansión agrícola. Esta decisión asegura la protección de un paisaje intacto que alberga una biodiversidad invaluable y garantiza funciones ecosistémicas vitales, como la regulación del agua y la captura de carbono. Sin embargo, todavía falta mucho por hacer para lograr una protección efectiva. A medida que avancen en la elaboración de su Plan de Uso del Suelo (PLUS), será crucial mantener la visión de conservación y sostenibilidad que han promovido hasta ahora.
– ¿Qué obstáculos ves en el proceso de conservación y planificación del uso del suelo en la Amazonía boliviana?
Uno de los mayores desafíos es la falta de transparencia en los procesos de planificación. En Beni, por ejemplo, el PLUS se elaboró con poca participación pública, orientando el uso del suelo hacia el agronegocio en lugar de respetar las características biológicas y ecológicas de la región. Esto ha resultado en una acelerada deforestación y pérdida de biodiversidad. Espero que el proceso en Pando sea más transparente y que respete los usos mayores del suelo según las características de la tierra. Necesitamos que las políticas reflejen el valor real de la Amazonía y apoyen modelos de desarrollo sostenibles.
– Finalmente, Vincent, ¿cuál es el mensaje que quisieras transmitir sobre la conservación de la Amazonía?
La Amazonía es esencial para nuestra supervivencia y la del planeta. Es un ecosistema complejo que brinda innumerables servicios, desde la regulación climática hasta el sustento de comunidades enteras. Si no valoramos y protegemos estos recursos ahora, estaremos comprometiendo el futuro de las próximas generaciones. Necesitamos apostar por una economía verde que respete la naturaleza y garantice un futuro sostenible para todos.
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Sobre el autor
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Roberto Navia
Desde hace más de dos décadas transita por el mundo para intentar elevar a los anónimos del planeta al foco de lo visible. Sus crónicas emblemáticas: Tribus de la inquisición y Los Colmillos de la Mafia le han permitido ganar dos veces el Premio Rey de España (2014 y 2017); Esclavos Made in Bolivia, el premio Ortega y Gasset (2007); el documental Tribus de la Inquisición, la nominación a los Premios Goya (2018), Flechas contra el Asfalto y Los Piratas de la Madera desangran el Amboró, dos veces ganadores del Premio de Conservación Internacional, entre otros galardones nacionales e internacionales. Es docente universitario de postgrado, la cabeza de la Secretaría de Libertad de Expresión de la Asociación de Periodistas de Santa Cruz, miembro del Tribunal de Ética de la Asociación Nacional de la Prensa de Bolivia y de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).