Alimento para la reflexión
La columna de Stasiek Czaplicki ofrece un análisis profundo de la crisis ambiental en Bolivia, exponiendo cómo el modelo de agronegocio, sostenido por políticas estatales, ha llevado a una devastación sin precedentes de los ecosistemas y amenaza con desencadenar una era de desastres socio-ecológicos.
La columna de Stasiek Czaplicki ofrece un análisis profundo de la crisis ambiental en Bolivia, exponiendo cómo el modelo de agronegocio, sostenido por políticas estatales, ha llevado a una devastación sin precedentes de los ecosistemas y amenaza con desencadenar una era de desastres socio-ecológicos.
Aprovechando la indignación, desesperación y el sentimiento de injustica que suscitan cada año los mega incendios forestales y la deforestación, existen voces reaccionarias que piensan que la solución es aplicar mano dura.
En agosto del año pasado, la Cumbre de Presidentes de la Amazonía aprobó una declaración de 113 puntos para relanzar a la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) como instancia articuladora de acciones para hacer frente a la deforestación, la minería ilegal del oro y evitar el punto de no retorno de la Amazonía.
Ahora que el carnaval y el chaki de las festividades han pasado, es momento de abordar un tema ineludible: la escasez de dólares y, en última instancia, la devaluación del boliviano. En los últimos meses, la tasa de cambio efectiva ha aumentado de Bs 6,96 por dólar a Bs 8,40, dependiendo de dónde se los obtiene, si es posible obtenerlos.
En los últimos años, la ganadería regenerativa se alza en América Latina como una respuesta necesaria y prometedora frente a los modelos tradicionales de ganadería extensiva e intensiva. Esta nueva visión busca revitalizar los suelos y promover la sostenibilidad económica, financiera y social de las comunidades involucradas.
Ante el crecimiento del extractivismo en Bolivia, en especial el agroextractivismo y la deforestación asociada, la crisis ecológica y climática se vislumbra como un horizonte inevitable. En contraposición surge la narrativa del «salvador extranjero», la cual está intrínsecamente ligada al concepto de «subdesarrollo» adaptado a la problemática del cambio climático y el extractivismo.
En cuanto al aspecto normativo legal para la preservar el medio ambiente y nuestros bosques, existen derechos en la Constitución Política de Bolivia, leyes, decretos, reglamentos y procedimientos establecidos por la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT), no obstante, son varios años ya que estamos sufriendo y sobrellevando las trasgresiones y sus consecuencias a la vida, flora y fauna.
El vinculo entre el medio ambiente, los derechos humanos y la salud siempre ha sido una de mi mayores preocupaciones y ha generado intensos debates entre mis colegas periodistas. Las quemas, los incendios y el humo desencadenan enfermedades como las patologías pulmonares obstructivas crónicas, especialmente en niños y ancianos.
Los bosques son, a menudo, considerados menos valiosos en su estado natural en comparación con su potencial para desarrollo agrícola o urbano.
¡Qué manera de haber discursos como amantes, defensores y protectores de la Madre Tierra y de sus seres vivos en los principales actores del poder nacional!
A medida que el humo de los incendios se espesa y persiste en el aire de las mayores ciudades del país y del campo, cuesta mantener y construir una perspectiva más amplia y critica sobre algunos elementos claves para entender los mega incendios forestales y deforestación que están ocurriendo.
A veces pienso que los bolivianos y las bolivianas estamos corriendo ciegos hacia la auto destrucción, a pesar de las evidencias e investigaciones científicas frente a nuestros propios ojos. Los vientos y las épocas de sequias e inundaciones son más fuertes que nunca debido a la acelerada pérdida de los bosques, y ello afecta a los ambientes de viviendas con polvo y contaminación y reducen los niveles de productividad agropecuaria.
El diésel se vende a los deforestadores a Bs 3.74 por litro, mientras que el precio internacional supera los Bs 9. Esto conlleva una subvención de Bs 5.26 por litro, lo que significa que los bolivianos financiamos con nuestros impuestos Bs 736 por cada hectárea de bosque desmontada.
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