Alimento para la reflexión
La columna de Stasiek Czaplicki ofrece un análisis profundo de la crisis ambiental en Bolivia, exponiendo cómo el modelo de agronegocio, sostenido por políticas estatales, ha llevado a una devastación sin precedentes de los ecosistemas y amenaza con desencadenar una era de desastres socio-ecológicos.
La columna de Stasiek Czaplicki ofrece un análisis profundo de la crisis ambiental en Bolivia, exponiendo cómo el modelo de agronegocio, sostenido por políticas estatales, ha llevado a una devastación sin precedentes de los ecosistemas y amenaza con desencadenar una era de desastres socio-ecológicos.
Querido Stasiek Czaplicki, doy fe que sos un gran ser humano y un enorme profesional. Que has hecho de la investigación, la mejor de tus herramientas para dar luces a la sociedad boliviana y revelar lo que los poderes y los poderosos quieren ocultar. Como muy pocos —con fundamentos en las manos— estás desmontando narrativas que hasta hace poco eran intocables, porque ser cruceño significaba aguantar y socapar todo lo que ellos decían que era ley en esta tierra que cada día se queda sin bosques, sin agua, sin vida.
La visión tradicional que considera a los bosques como tierras desocupadas, aptas para expandir la agricultura o simplemente como fuentes de suministro de madera, sin tomar en cuenta su gran biodiversidad y las funciones ambientales que proporcionan a la humanidad, ha sido reforzada por el modelo neoliberal.
Ahora mismo en Bolivia, los bosques y sabanas y otros ecosistemas no boscosos, están sufriendo incendios forestales de magnitud alarmante. Algo que típicamente se limitaba al mes de septiembre.
Los problemas ambientales en Bolivia son pan de cada día, unos de origen natural y la mayoría provocados por una falta del cumplimiento de las leyes ambientales, y la fiscalización por parte de las autoridades.
El agua es más que un derecho humano. Es vida, es energía, es salud. Es un recurso natural no renovable que cada vez lo estamos desperdiciando y comprometiendo el futuro de las generaciones que vienen. El agua como fuente de vida y como arroyo que nos llega a nuestros cuerpos, casas y comunidades está en serio riesgo, siempre lo ha estado, quizás mucho más ahora.
El pasado miércoles 23 de agosto, Trase supply chain, una organización de investigación británica lanzo su herramienta de mapeo de las cadenas de valor de soya boliviana y su deforestación asociada: El 2020 y 2021, el “grano de oro” ha sido el culpable de la deforestación de 182.700 hectáreas de bosque, una extensión que equivale a un poco más que todo el municipio de Santa Cruz de la Sierra. Además, dicho estudio revela que la soya boliviana es la que más deforestación genera en la región, ya que, en el 2021, por cada 1000 toneladas producidas, causó 31,8 hectáreas de deforestación, es decir, cinco veces más que en Paraguay, siete veces más que en Brasil y 30 veces más que en Argentina.
A continuación, un punteo de algunos hechos esenciales y explicaciones que son necesarios conocer sobre la deforestación y conversión de ecosistemas no boscosos en Bolivia. Las estimaciones de la deforestación y conversión presentados se basan sobre la nueva plataforma de Mapbiomas para Bolivia que provee los datos más actualizados y fidedignos para Bolivia.
Es hora de que el ciudadano común exija un modelo de desarrollo real y sostenible. Durante las últimas décadas, se han malgastado nuestros recursos, estimulando la demanda interna con tasas de interés artificiales, gastos públicos innecesarios y un endeudamiento desproporcionado. Además, se han fomentado modelos de desarrollo basados en el uso del diésel, el gas y la tierra en lugar de impulsar el intelecto humano. A pesar de ello, no hemos visto cambios sustanciales en nuestros sistemas de salud, educación e infraestructura. Hemos sido víctimas de propagandas engañosas que nos dicen que el modelo de desarrollo extractivista aporta divisas al país, a la seguridad alimentaria y a la generación de empleos, cuando en realidad esto es una gran falacia.
Es hora de que el ciudadano común exija un modelo de desarrollo real y sostenible. Durante las últimas décadas, se han malgastado nuestros recursos, estimulando la demanda interna con tasas de interés artificiales, gastos públicos innecesarios y un endeudamiento desproporcionado. Además, se han fomentado modelos de desarrollo basados en el uso del diésel, el gas y la tierra en lugar de impulsar el intelecto humano. A pesar de ello, no hemos visto cambios sustanciales en nuestros sistemas de salud, educación e infraestructura. Hemos sido víctimas de propagandas engañosas que nos dicen que el modelo de desarrollo extractivista aporta divisas al país, a la seguridad alimentaria y a la generación de empleos, cuando en realidad esto es una gran falacia.
El paradigma de vida Suma Qama Qamaña o Suqqa expresa la visión de Vivencia y Convivencia con las energías de los diversos mundos cuyo propósito es que estos mundos gocen de fortaleza ecológica territorial para que podamos tener disfrute de salud y bienestar.
El autor de esta columna sugiere la intervención de profesionales en Ciencias Sociales y Ciencias Económicas para plantear alternativas de desarrollo a las comunidades involucradas.
Se han cumplido cincuenta años de la publicación de Los límites del crecimiento. La iniciativa editorial partió de Aurelio Peccei (1908-1984), economista con una vida agitada: trabajó para Fiat en China antes de la Segunda Guerra Mundial, luchó como partisano durante aquella conflagración (detenido en 1943, pasó algo más de dos años en prisión), fue uno de los fundadores de Alitalia una vez terminada la contienda, desempeñó funciones directivas en diversas empresas e instituciones.
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