
Alimento para la reflexión
Defender la propiedad comunitaria en Roboré no es solo proteger la tierra: es resguardar la cultura, la identidad y el futuro común frente al avance de la privatización y el poder agroindustrial, como lo plantea con firmeza, en esta columna, el activista ambiental Eder Santibañez.
La propuesta de Alianza Libre de individualizar las tierras comunitarias revive una vieja disputa histórica sobre la propiedad agraria en Bolivia y abre la puerta a nuevas formas de concentración y despojo, poniendo en riesgo los derechos colectivos conquistados por pueblos indígenas y comunidades campesinas.
En cuanto al aspecto normativo legal para la preservar el medio ambiente y nuestros bosques, existen derechos en la Constitución Política de Bolivia, leyes, decretos, reglamentos y procedimientos establecidos por la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT), no obstante, son varios años ya que estamos sufriendo y sobrellevando las trasgresiones y sus consecuencias a la vida, flora y fauna.
El vinculo entre el medio ambiente, los derechos humanos y la salud siempre ha sido una de mi mayores preocupaciones y ha generado intensos debates entre mis colegas periodistas. Las quemas, los incendios y el humo desencadenan enfermedades como las patologías pulmonares obstructivas crónicas, especialmente en niños y ancianos.
Los bosques son, a menudo, considerados menos valiosos en su estado natural en comparación con su potencial para desarrollo agrícola o urbano.
¡Qué manera de haber discursos como amantes, defensores y protectores de la Madre Tierra y de sus seres vivos en los principales actores del poder nacional!
A medida que el humo de los incendios se espesa y persiste en el aire de las mayores ciudades del país y del campo, cuesta mantener y construir una perspectiva más amplia y critica sobre algunos elementos claves para entender los mega incendios forestales y deforestación que están ocurriendo.
A veces pienso que los bolivianos y las bolivianas estamos corriendo ciegos hacia la auto destrucción, a pesar de las evidencias e investigaciones científicas frente a nuestros propios ojos. Los vientos y las épocas de sequias e inundaciones son más fuertes que nunca debido a la acelerada pérdida de los bosques, y ello afecta a los ambientes de viviendas con polvo y contaminación y reducen los niveles de productividad agropecuaria.
El diésel se vende a los deforestadores a Bs 3.74 por litro, mientras que el precio internacional supera los Bs 9. Esto conlleva una subvención de Bs 5.26 por litro, lo que significa que los bolivianos financiamos con nuestros impuestos Bs 736 por cada hectárea de bosque desmontada.
Querido Stasiek Czaplicki, doy fe que sos un gran ser humano y un enorme profesional. Que has hecho de la investigación, la mejor de tus herramientas para dar luces a la sociedad boliviana y revelar lo que los poderes y los poderosos quieren ocultar. Como muy pocos —con fundamentos en las manos— estás desmontando narrativas que hasta hace poco eran intocables, porque ser cruceño significaba aguantar y socapar todo lo que ellos decían que era ley en esta tierra que cada día se queda sin bosques, sin agua, sin vida.
La visión tradicional que considera a los bosques como tierras desocupadas, aptas para expandir la agricultura o simplemente como fuentes de suministro de madera, sin tomar en cuenta su gran biodiversidad y las funciones ambientales que proporcionan a la humanidad, ha sido reforzada por el modelo neoliberal.
Ahora mismo en Bolivia, los bosques y sabanas y otros ecosistemas no boscosos, están sufriendo incendios forestales de magnitud alarmante. Algo que típicamente se limitaba al mes de septiembre.
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