En la parte Norte del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), se desarrolla un proyecto de turismo basado en la pesca sostenible con devolución obligatoria, una actividad que pone freno a los enemigos del bosque amazónico donde viven desde tiempos inmemoriales los indígenas Yuracarés, Tsimanes, Moxeños, y Trinitarios.
Marcos Uzquiano, cuando era niño, quería convertirse en un jaguar, desde que su abuela lo llevaba al campo y le revelaba la pócima para convertirse en un tigre-gente.
Ese modelo de turismo sostenible atrae, en su mayoría, a pescadores del exterior, que empiezan a llegar tras que se van las últimas lluvias de abril. Los indígenas de la zona crearon la Asociación Indígena de Turismo del Sécure Alto, que, unida a la empresa Untamed Angling, (una sociedad anonima constituida en el Beni en 2008, cuyo nombre en español quiere decir “Pesca Indómita”), hacen realidad el proyecto Tsimane, que es la marca visible de la oferta de pesca sostenible que se muestra a nivel mundial.
La historia de la pesca con devolución en el TIPNIS se ha irradiado entre quienes viven en otras áreas protegidas de Bolivia, donde consideran que apostar por el turismo amigable con el medioambiente es una alternativa importante para generar recursos y para proteger a la riqueza natural de la selva.
A Hortensia Gómez, cacique de Piso Firme, comunidad que se encuentra en el Área Protegida Municipal del Bajo Paraguá de San Ignacio de Velasco, y que es una de las puertas de entrada al Parque Nacional Noel Kempff Mercado, le gustaría que los proyectos de turismo sostenible florezcan también en ese territorio maravilloso donde vive.
“El Bajo Paraguá y el Noel Kempff, son muy ricos en flora, en fauna, en ríos, en cultura. Todo el turismo que se desarrolle, respetando los recursos naturales, va a ser bueno. Nosotros, de eso es lo que queremos vivir. Si no desarrollamos este tipo de actividades, nuestros bosques corren el riesgo de sufrir amenazas”, enfatiza Hortensia Gómez, que, desde el cargo que ocupa, y desde su hotel que mira el río Paraguá, se esfuerza por atraer a visitantes que muevan la economía y espanten a los avasallamientos, los incendios forestales, el narcotráfico y las deforestaciones.
Actualmente —explica la cacique— se está desarrollando, como atractivo turístico, el paseo en lancha, la pesca deportiva, la gastronomía. Pero ella sabe que hay mucho por hacer, porque el Bajo Paraguá es un tesoro natural al que Bolivia debería cuidar como a la niña de sus ojos.
Pero este cuerpo de 1.137.375 millones de hectáreas que conforman el Área Natural de Manejo Integrado Municipal de San Ignacio de Velasco y Parque Municipal Bajo Paraguá Concepción, en el departamento de Santa Cruz (Bolivia), observa silencioso cómo el país no está protegiendo a varios enemigos que los están maltratando y deforestando.
Maida Peña, presidenta del Comité de Gestión de Área Protegida Municipal del Bajo Paraguá, motivada por el ejemplo de turismo sostenible en el TIPNIS, dice que está muy interesada en impulsar al “la industria sin chimeneas” y así expulsar a tanta gente dañina que está causando daños al Bajo Paraguá, donde está comprobado que los avasallamientos continúan.
La palmera que camina. Una maravilla amazónica dentro del TIPNIS. / Foto: Daniel Coimbra.
“En Porvenir, por ejemplo, se puede explotar la ruta del asai y la pesca con devolución en el río Paraguá”, propone Maida Peña, que sueña con que los incendios forestales no se repitan este año.
En otra esquina de Bolivia, Alex Villca Limaco también ha escuchado sobre el emprendimiento de pesca con devolución obligatoria que se desarrolla dentro del TIPNIS. Él sabe que el involucramiento de indígenas en alianza con privados suele ser algo positivo, puesto que este tipo de actividades requiere de alianzas como esa para unir conocimientos y habilidades.
“La pesca con devolución, o turismo responsable, como también se lo conoce, es una herramienta potente para frenar el avance del modelo económico extractivista”, dice Villca Limaco, desde Rurrenabaque, una de las puertas del Parque Nacional Madidi.
Alex Villa Limaco tiene experiencia en desarrollar el turismo sostenible. Él es cofundador del Madidi Jungle Ecolodge. Pero, además, Trabajó como responsable de mercadeo y comercialización en Chalalan Ecolodge, fue guardaparque en el Parque Nacional Madidi, estudió Maestría en Gestión Turística en la Universidad Católica Boliviana y licenciatura en Turismo, en la Universidad Mayor De San Andres de La Paz (UMSA). Con esas credenciales, asegura que todos los proyectos que se vienen desarrollando en algunas áreas protegidas de Bolivia, son importantes al momento de poder lograr que estas áreas no sufran esa presión de la extracción de sus recursos.
“Eso ha quedado en evidencia, porque, con la pandemia del Covid-19, suspendimos totalmente las actividades de turismo y las áreas protegidas y los territorios indígenas han quedado a merced de las actividades destructivas, como la caza, la pesca indiscriminada, la tala y la minería”, ha recordado Villa Limaco, que también ha enfatizado en que el ecoturismo permite que se esté transitando y patrullando permanentemente.
“Mientras haya esas actividades sanas en los bosques, es difícil que penetren otras que son destructivas. Él turismo sostenible no solo ayuda a preservar la naturaleza, sino también a preservar la cultura de las comunidades indígenas”.
Marcos Uzquiano, cuando era niño, quería convertirse en un jaguar, desde que su abuela lo llevaba al campo y le revelaba la pócima para convertirse en un tigre-gente. En la selva donde iba a pasar sus vacaciones, había unas hojas de los colores del tigre. Su abuela le había dicho que revolcándose en ellas era posible encarnarse en un felino. El niño Marcos quería proteger a los tigres y por eso deseaba convertirse en uno de ellos, para tener garras y colmillos para espantar a los cazadores que iban por ellos.
Hasta que un día lo intentó. Se revolcó entre esas hojas supuestamente mágicas, pero la fórmula nunca dio resultado. Marcos creció y para proteger al gran felino de América, se convirtió en un guardaparques. Fue director del Parque Nacional Madidi y ahora es jefe de Protección en Reserva De La Biosfera Estación Biológica Del Beni. “Con relación a la pesca con devolución, desde el punto de vista turístico, es una actividad de bajo impacto o impacto ambiental mínimo si se cumplen los parámetros técnicos y la reglamentación de cada área protegida. Soy convencido de que el turismo repele las actividades ilícitas, como la tala, la minería, los avasallamientos, la caza y pesca ilegal”, ha manifestado Marcos Uzquiano, que también valora que este tipo de actividades, como el que se realiza en el Norte del TIPNIS, genera oportunidades económicas sostenibles y procesos de sensibilización hacia la naturaleza.
Uzquiano sabe que las áreas protegidas tienen diversas características y potencialidades. Está convencido que el turismo de aventura, por ejemplo, se debería desarrollar en el Madidi, como también la pesca del dorado con devolución obligatoria. Pero lamenta que la contaminación minera está poniendo en riesgo la existencia de los ríos y afectando a los peces.
“Soy abierto al tema del turismo. Si no fuera guardaparque, seria operador turístico o guía de naturaleza. El turismo que se desarrolle de manera legal y planificado, es una actividad que genera beneficios, ayuda a salvar territorios, cuidar a la fauna silvestre y la protección de especies, como el jaguar”, ha dicho Uzquiano, que desde hace varios años lucha contra el tráfico de colmillos de del gran felino de América.
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Antes de que caiga la noche en el TIPNIS, el atardecer regala una imagen que parece de otro mundo. / Foto: Daniel Coimbra.
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DIRECCIÓN Y TEXTOS: Roberto Navia. FOTOGRAFÍAS: Daniel Coimbra. EDITORA MULTIMEDIA Y DE REDES SOCIALES: Lisa Corti. JEFA DE PRODUCCIÓN: Karina Segovia. DISEÑO Y DESARROLLO WEB: Richard Osinaga.
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