-¿Cuántos años de lucha tiene por la naturaleza?
-Desde que tengo 12 años, porque siempre los pueblos indígenas estuvimos condenados, ya que no contábamos con una educación completa con el bachillerato. En ese tiempo solo había hasta quinto básico, y tuve que salir a buscar donde concluir la escuela, eso significaba romper muchos paradigmas, estructuras sociales, reglas, que por ahí no estaban bien visto, salir de tu pueblo, más aun siendo niña y mujer.
Recuerdo que estuvimos a punto de aprobar una concesión de 31.000 hectáreas de bosque en mi territorio, esto me llevó a enfrentarme al interés de los grandes capitales de la explotación maderera que siempre convencen a las autoridades de nuestros pueblos, que es una buena idea destruir tu bosque.
Como tengo un proceso de formación más personal, trabajé con comunidades indígenas en el norte de La Paz, en el sector de Apolo y también en la parte sur, frontera con Cochabamba, implementando productos de ecoturismo comunitario, y de esta manera hice un emprendimiento, una agencia que es especializada en la observación de aves.
Eso me ha permitido apoyar a gente joven que estaban haciendo estudios comparativos de pie de monte en Bolivia, este estudio definía que la serranía de Sadiri, en el Madidi, era el pie de monte más biodiverso en aves. Eso me sirvió para dar una propuesta, una alternativa a mi pueblo, les dije que no podemos destruir esta área, y surgió la idea de hacer un proyecto de observación de aves.
Fruto de este proyecto, nació el Sadiri Lodge, que está ubicado en la serranía de Sadiri, en el territorio de Uchupiamonas, y eso me llevó a ver de cerca las amenazas de las hidroeléctricas de El Chepete y El Bala en 2015, cuando se firmó el convenio con el Gobierno, para el estudio de su construcción. Rechazamos el proyecto, y ese inicio nos ha vinculado a una organización como la mancomunidad de comunidades indígenas de los ríos Beni, Tuichi y Quiquibey, que están en la cuenca del río Beni.
Son 18 comunidades indígenas de seis diferentes nacionalidades: Mosetén, Chimán, Esse Ejja, Leco, Tacana y nosotros los Uchupiamonas que ancestralmente hemos habitado en el valle del río Tuichi. Fuimos parte del directorio de la mancomunidad y desde esta organización se ha liderado las luchas contra las hidroeléctricas El Bala y El Chepete. Desde este tiempo y en los últimos años, incluso abandonando mi actividad económica, me he concentrado más en la lucha de los derechos de los pueblos indígenas y de la naturaleza y de las áreas protegidas.
Recuerdo que estuvimos a punto de aprobar una concesión de 31.000 hectáreas de bosque en mi territorio, esto me llevó a enfrentarme al interés de los grandes capitales de la explotación maderera.
-¿Usted ha sufrido un montón de amenazas?
-Sí, lo que pasa es que normalizamos y naturalizamos los ataques que sufrimos. Por ejemplo, ante el rechazo a la concesión forestal en mi territorio, tuvimos que enfrentar a los hombres del pueblo, quienes trataron de imponer su voluntad, a veces con violencia, esto ha ocurrido en aquel tiempo, claro, para mi sufrir una amenaza de agresión física era como “así deber ser”. Pero cuando las mujeres reaccionaron en apoyo, vi que no estamos dispuestas a generar ese tipo de violencia.
Cuando la primera vez, fui a las Naciones Unidas en 2018 para denunciar la falta de consulta libre e informada para nuestros pueblos, inmediatamente a los cinco minutos que había presentado este caso en plenaria, ya estaba recibiendo amenazas por todos los medios, decían que era una mentirosa, que me hacía pasar por indígena, que era una empresaria y que me cuidara, esa fue la primera amenaza a nivel nacional, de gente que ni conocía. Posteriormente con la minería, he recibido amenazas, ellos buscan disciplinarte, impartiendo miedo a la gente, para que no te resistas. Te envían mensajes que dicen que la minería va a llegar si o sí, y te van a volar la cabeza con dinamita y a ver si vas a seguir resistiendo, y son amenazas muy públicas, que envían a través de grupos de WhatsApp.
Ya me dijeron que estoy entrando a un terreno más peligroso, porque la minería está vinculada a otras actividades ilícitas como el narcotráfico o tráfico de personas. También están las practicas comunes de las organizaciones que son afines al Gobierno, que nos calumnian y difaman, desacreditándonos.
Mi compañero y hermano de lucha es Alex Villca. Somos familiares, y eso les parece que es un delito, porque señalan y vulneran nuestro espacio personal, con el fin de criminalizar, y esto también lo hacen las autoridades. Una vez un exministro dio una conferencia de prensa haciendo uso de su espacio público y de poder político, dijo que Paula Gareca, la gran defensora del Área Protegida de Tariquía (departamento de Tarija), estábamos financiado la gran marcha de la Nación Qara Qara en 2019, dijo que estábamos defendiendo la justicia indígena originaria, para defender delincuentes, que habían cometido asesinatos.
-¿Qué precauciones toma usted ante las amenazas que sufre?
-Trato de tener una vida normal, pero he aprendido a ser consciente de que nos han arrebatado a los defensores y defensoras, el derecho a tener un almuerzo familiar, una celebración de cumpleaños. Hay la foto con y sin nuestros seres queridos. Este tipo de situaciones afectan tu vida personal, y hay que cuidar la familia y el entorno cercano como son los amigos, porque ellos te dan donde más te duele. Uno es más consciente que esto es parte de la lucha, y tienes que enfrentar ese tipo de violencia.
-¿Cómo está la salud del Parque Nacional Madidi?
-Es un Área Protegida tan extraordinaria, es mega biodiversa. Los pueblos indígenas hemos contribuido mucho para que se declare Área Protegida, Parque Nacional Madidi. En los años 90, mi pueblo, San José de Uchupiamonas, incursionó en la actividad del ecoturismo comunitario antes de que fuera declarado Área Protegida, con el propósito de preservar sus recursos naturales. En esta época, había un boom del saqueo de la madera mara y cedro, recuerdo que bajaban hasta 70 callapos (balsa artesanal hecha de madera) por día por el río Tuichi y Beni. En ese tiempo mi pueblo tomó la decisión de proteger y paralizar esa actividad y esto también ha contribuido a resguardar y preservar la zona.
El Madidi tiene una variación altitudinal desde 6.000 metros hasta 200 metros al nivel del mar, eso te da idea de la rica biodiversidad que posee, pero al mismo tiempo esa riqueza hace que las amenazas sean enormes. Por ejemplo, mi territorio, que es de 211.000 hectáreas, el 98% está concesionado para exploración petrolera, está la amenaza de las hidroeléctricas El Bala y El Chepete, el 100% del río Tuichi está concesionado para minería aluvial aurífera.
El año pasado, a finales de octubre de 2021. Junto con la Coordinadora Nacional de Defensa de los Territorios Indígenas Originarios Campesinos y Áreas Protegidas (CONTIOCAP), hicimos un estudio de contaminación y encontramos que la mayoría de los pueblos estamos contaminados con altos niveles de mercurio.
La salud de la población que habita dentro y cerca del Madidi, está relacionado a la salud del Parque como área protegida. Tiene mucha amenaza de destrucción, y sobre todo hay muchos intereses de anular el decreto para que ya no sea un Área Protegida.
-¿Cuál decreto?
-El de Área Protegida de Parque Nacional Madidi. Y esto se vino dando paulatinamente desde el 2014 cuando se cambia el plan de manejo del Área Protegida, luego decretan la ley minera, sin consultar con los pueblos indígenas, y desde luego es una ley totalmente discriminatoria para nosotros, que elimina la consulta libre e informada.
-¿Aquí, el poder hace abuso de su poder?
-Si hablamos de derechos, por supuesto que sí, no importa si es de personas o de la naturaleza, en este caso, es progresivo. La Constitución en su artículo 385, dice muy claro, que “Las áreas protegidas constituyen un bien común y forman parte del patrimonio natural y cultural del país; cumplen funciones ambientales, culturales, sociales y económicas para el desarrollo sustentable”.
No hay otra norma que esté por encima de la Constitución, y todos los bolivianos deberíamos saber y entender, porque los mineros llegan a las comunidades con el cuento mentiroso que tiene autorización, y que la ley dice que puedo sacar oro en tu río, en tu territorio, en el área protegida.
-¿Cómo se llegó a determinar los niveles de contaminación en los ríos?
-El 2019 participé de un taller que dictó el Centro de Documentación e Información de Bolivia (CEDIB), en coordinación con la Universidad de Cartagena, y en ese momento no sabíamos que la minería aluvial utilizaba mercurio. Es un poco anecdótico porque en ese taller estábamos personas de comunidades que habitamos en riberas del río Beni. Cuando el experto en toxicología, doctor Jesús Oliveiro, expuso los efectos que tiene el mercurio en el organismo de cualquier ser vivo, ellos tenían registro de peces que sacaron del río, con heridas en sus lomos, y mostró que podrían generarte hematomas, o llagas.
En ese taller aprendí que había la posibilidad de saber si estabas contaminado con mercurio, y al final del taller dijeron, quienes quieran tomarse una muestra, lo podían hacer de manera voluntaria, yo me tomé la muestra pensando que no tenía nada de mercurio y después descubrí que tenía más del doble permitido de mercurio en mi cuerpo, lo que puede tolerar tu organismo, según establece la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Eso me alarmó mucho, coordinamos desde la CONTIOCAP y el CEDIB y realizamos el estudio en 2021 y descubrimos que todos teníamos mercurio, presentamos estos resultados a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos(CIDH), y realizamos un encuentro con el relator de sustancias tóxicas, Marco Orellana, en La Paz. Los Esse Ejjas, y todas las comunidades decían que tenían todos los síntomas, observaban desde hace algún tiempo. Y ahora mismo estamos con pedidos de ayuda de una hermana Esse Ejja que se desangra si no está medicada, entonces, ¿dónde está el Estado para atender este tipo de situaciones de salud, que ya se van manifestando?
Los niños Esse Ejjas tienen protuberancias en su piel, pero hasta ahora el Gobierno no hace nada, solo dijo que hay indicios de contaminación. En enero presentaron un plan para reducir el mercurio, pero de nuevo no incluyeron a los pueblos indígenas, solo hablan de los centros mineros. Somos el sector que parece que no le importa al Estado.
Eso me ha permitido apoyar a gente joven que estaba haciendo estudios comparativos de pie de monte en Bolivia, este estudio definía que la serranía de Sadiri, en el Madidi, era el pie de monte más biodiverso en aves.
-¿Cuáles son los síntomas de una persona que tiene mercurio en su organismo?
-Uno de los efectos es la diarrea y fiebre. Desde 2019, vengo padeciendo un cuadro diarreico y los médicos no podían diagnosticarme, entonces, intenté muchos tratamientos para mejorar esa condición. Yo tengo esos síntomas, y los análisis son costosos. En Bolivia no hay expertos para dar ese tipo de diagnósticos.
-¿La explotación del oro está dentro del Madidi, en sus cuencas o en su alrededor?
-En el sector de Apolo ya estarían dentro del Madidi, de hecho, el pueblo indígena Leco, que es Virgen del Rosario, que está dentro del Madidi, y la comunidad Pata. Pero principalmente la comunidad Virgen del Rosario es la que está haciendo minería, ha introducido maquinaria pesada, y ya amenazaron a guardaparques con armas de fuego.
La voz firme de Ruth Alipaz confirma su compromiso por los bosques.
– ¿Ellos son cooperativistas?
-Bueno, ahora son cooperativistas mineros.
– ¿No son indígenas?
–Son indígenas Lecos, viven en Virgen del Rosario, yo conozco su comunidad. El 2019 hemos hecho un descenso como deporte en aguas claras por el río Tuichi, un poco para hacer visible la problemática del Madidi, porque ya veíamos venir el tema de la minería. Pero en ese momento también luchábamos contra la construcción de las hidroeléctricas de El Bala y El Chepete.
Aquí, había previsto, que talvez era la última vez que estamos transitando el Tuichi libre, y que en el futuro sería muy difícil transitarlo, y eso fue lo que pasó el año pasado, no logramos ingresar, para descender desde allá. Ahora Virgen del Rosario, está dentro del Madidi, y si van llegando a la comunidad de Azariamas, ya estarían muy cerca del área núcleo del Madidi, y el área núcleo, está muy cerca de mi comunidad San José de Uchupiamonas, que es un área de máxima protección. Entonces, parece una amenaza inminente, si el Gobierno no toma las acciones que corresponden.
– ¿Cómo se entiende que sean también indígenas los que estén destruyendo el parque con la minería?
-Esta problemática es un poco más profunda. Esto viene desde hace muchos años, desde anteriores gobiernos, que no han generado actividades económicas, para que las comunidades puedan tener una vida digna. En mi comunidad, nos la hemos buscado a través del ecoturismo desde los años 90, pero otras comunidades que están más alejadas no han podido acceder a planes y proyectos. La finalidad del Fondo Indígena, era para beneficiar a los pueblos indígenas, y esto no sucedió, entonces, existen necesidades y presión económica.
El 2019 cuando descendíamos, veíamos que nuestros pueblos siempre han hecho minería, pero de manera artesanal, entonces a partir de la ley 535, sumada la pandemia y que la expresidenta de Bolivia Jeanine Áñez, también emitió un incentivo para que la minería sea una actividad de reactivación económica, han ido potenciando esa extracción agresiva.
Los empresarios han llegado a mi pueblo y han ofrecido 30% de regalías y de beneficios, y las comunidades piensan que entrando a la minería a gran escala, creen que van a salir de la pobreza, pero lo que hemos visto en el área de Guanay o Mapiri, es todo lo contrario, la minería solo deja más pobreza.
– ¿Hay grandes capitalistas detrás?
-Sin duda que hay grandes capitales detrás, y usan de fachada a las pequeñas cooperativas, y mejor aún, si son cooperativas de comunidades indígenas, dicen que son sin fines de lucro y que no están generando ingresos, por tanto, no están pagando ni regalías ni impuestos.
Están utilizando este tipo de organizaciones, o cooperativa comunitaria, para empresas chinas y brasileñas en todo este sector. En el río Beni y Kaka estaban enormes dragas, que son de empresas grandes. La minería ha ido migrando, ha destrozado el área protegida Apolobamba y ahora está atacando el Madidi.
– Bolivia acaba de aprobar una ley a la que se la conoce como la ley de oro, ¿qué opina sobre ella?
-Nosotros nos hemos pronunciado desde la CONTIOCAP. La ley del oro, se ha decretado para aumentar las reservas internacionales netas, pero ¿cómo sucederá esto? si el Gobierno no tiene el absoluto control de la cantidad de oro que se extrae, y tampoco tiene control de la producción legal, menos de la ilegal.
Económicamente no es una solución, lo único que está provocando es que haya una mayor intensificación de la minería, y cualquier persona puede ir a sacar oro y vender al Banco Central. Entonces, eso va a multiplicar por cien o por mil la minería y por consiguiente la importación del mercurio, y nosotros lo hemos calificado como la sentencia final para el exterminio de los pueblos indígenas y también del Área Protegida Madidi.
– ¿Lo que está pasando en el Madidi es ilegal?
-Legal no quiere decir que lo que estás haciendo sea legal. Estas contaminando y afectando a otras poblaciones legalmente, porque no hay control, nadie cumple la normativa. Legal, solo es decir que tengo la autorización de la Autoridad Jurisdiccional Administrativa Minera (AJAM) o quien la haya dado, y aquellos que no la tienen, nadie los controla. Entonces, para nosotros la línea entre legal o ilegal es lo mismo.
Fruto de este proyecto, nació el Sadiri Lodge, que está ubicado en la serranía de Sadiri, en el territorio de Uchupiamonas, y eso me llevó a ver de cerca las amenazas de las hidroeléctricas de El Chepete y El Bala en 2015.
– ¿Cuántas cooperativas hay?
-Según estudios que han hecho, hay más de 1.200 cooperativas en el departamento de La Paz, y es el que tiene más cooperativas mineras, y cada vez están más concentradas en el Madidi, en Ixiamas y el río Tequeje, están atacando todos los ríos posibles. Es preocupante, porque están contaminando y destruyendo todas las fuentes de agua, las más grandes y las más chicas, hasta lo subterráneo.
No podemos pensar, que esta es una problemática solo económica, o de que hay un sector poderoso, nos están dejando sin agua y sin alimento.
– ¿Cómo hacen con el tema del agua?, ¿de dónde beben?, ¿ya se sienten los efectos del mercurio?
Las comunidades de rio arriba, no tienen servicios básicos, la mayoría están bebiendo agua de ríos o de riachuelos, pero ahora tienen más temor y deben buscar otras fuentes de agua.
– ¿Y los animales silvestres también beben estas aguas?
-A veces pensamos que la cadena de efectos o daños es solamente para los humanos que hemos comido peces, pero ese pez también come otros peces pequeños, los animales que bajan a beber agua, y todos los mamíferos lamen los salitrales que ya están contaminados. Todos los animales están afectados, no importa si te comes un venado o te comes un pez, igual te estas contaminando.
También pasa con las aves, los árboles y los suelos, cuando entra una riada, esta viene contaminada con mercurio, y no olvidemos que este metal es pesado, y se va a quedar en el suelo, luego se va a evaporar, pero igual se va a quedar en la tierra. Nosotros también usamos las playas para cultivar maní, frijoles, arroz, plátano, yuca, las orillas de los ríos son muy útiles para producir y cada año se renueva y por ende vamos comiendo más mercurio.
Esto también tiene impactos culturales, nosotros nos alimentamos con peces, y ya no hay, porque ellos no pueden vivir en aguas turbias. Ahora las aguas están turbias por la minería, las comunidades van a pescar y no sacan nada.
Estos son impactos muy fuertes en la vida de un pueblo, y por eso decimos que estamos en un proceso de exterminio de los pueblos indígenas.
– Sin embargo, el Madidi es el parque más biodiverso del mundo y usted trabaja con las aves, ¿con cuántas especies nos podemos encontrar?
-El 2018 un estudio determinó que el Madidi es el Parque Nacional más mega biodiverso del mundo, y en ese estudio se determinó que hay 1.000 especies de aves. En Bolivia hay más de 1.400 en total, en esta parte de la serranía del Sadiri están como 430 especies.
Apolo es una zona donde apenas hace dos años descubrieron una nueva especie de ave, que se llama el Inti Tanager, y está en este bosque seco, donde va a ser destruido por la minería. Este bosque es el área de reproducción de esta ave y luego va y comparte su espacio territorial con Perú, pero está en este lado su lugar de reproducción, y si la minería lo destruye, será su extinción.
– ¿Cuál sería el efecto si se construyen las hidroeléctricas?
-Podemos decir algunos números, por ejemplo, la represa estaría represando cinco ríos: La Paz, Kaka, Beni, Tuichi y el Quiquibey, dos áreas protegidas como la reserva biosfera del Pilón Lajas que está al lado beniano y el Parque Nacional Madidi. Pero estos fueron minimizados por Geodata, que fue la encargada de realizar los estudios en el gobierno del expresidente de Bolivia Evo Morales, ellos mismos han identificado como unos 188 pueblos entre campesinos e indígenas.
Somos seis naciones que habitamos en esta parte baja, y 18 comunidades, con alrededor de 5.000 indígenas que serían desplazados de nuestros territorios, y toda la devastación que habría en flora y fauna, plantas medicinales, pueblos indígenas que van a desaparecer, sería verdaderamente catastrófico, causaría daños sin precedentes para ambas áreas protegidas y para Bolivia sin ningún propósito.
– ¿Y el Gobierno insiste?
-El Gobierno insiste, y es una cuestión de tiempo, solo que ahora no tiene plata para empezar. Nosotros hemos expulsado el 22 de noviembre de 2016 a Geodata con la mancomunidad de comunidades y las 18 comunidades que estuvimos en vigilia por 12 días.
Las áreas protegidas son un patrimonio nacional de los bolivianos, y el Estado ni ninguna organización puede decidir que se destruya estas áreas protegidas, y desde esa perspectiva vemos que es una lucha. Con la mancomunidad de comunidades e involucrando a otras organizaciones como el Consejo Regional Tsimane Mosetene (CRTM Pilón Lajas), Caritas, periodistas de ANF, Erbol, fuimos a desalojar a los que estaban haciendo estos estudios. Porque es nuestro espacio de vida y si no lo defendemos estamos condenados a desaparecer.
– ¿Hay cosas positivas que se pueden hacer que no sea la minería, o el narcotráfico?
-Si hay, nosotros hemos habitado aquí toda la vida sin pedir nada al Estado, y hemos producido y alimentado a las urbes por muchos años, este es un sector de producción de plátanos y peces, cuidamos y alimentamos a las grandes ciudades.
En mi comunidad San José de Uchupiamonas, emprendimos el ecoturismo comunitario, pagando impuestos, hemos suplido y asumido la responsabilidad de los diferentes niveles del Estado, atendemos nuestras necesidades, pero además tenemos que atender al Estado, pagando impuestos, es decir, una doble carga para los pueblos indígenas, nunca tuvimos sentados, esperando que el Estado nos de algo.
Siempre hemos tenido esa iniciativa, y así vivimos, generando nuestros propios espacios de vida y por eso necesitamos nuestra libertad, para seguir viviendo una vida autónoma, con autodeterminación, cuidando lo que es de valor, que es preservar la vida que está en esta naturaleza. No pueden venir a decirnos que tenemos que dar una alternativa económica, el Gobierno que quiera realizar proyectos debe tener una alternativa y estudios responsables.
– ¿El Estado les está cargando responsabilidades que no son de ustedes?
-Por supuesto. Nosotros ya estamos como cualquier ciudadano boliviano, buscando generar alternativas económicas. Ahora dicen que la minería no tiene competencia en el sector económico, no se puede competir con el sector minero. Porque estaríamos destruyendo todos nuestros bosques y nos quedaremos sin agua, y veremos con quién competimos después, y a ver si podemos vivir sin agua.
Verdaderamente, hay organizaciones que dicen que no les queda otra que seguir haciendo minería, creo que tenemos que hacer conciencia de país, y preguntarnos si vamos a poder vivir sin agua. Es probable que nosotros los pueblos indígenas desaparezcamos de nuestros territorios, pero igual el país y el mundo necesita agua para vivir.
Esta entrevista es parte del Especial: La Amazonia invisible y sus guardianes que no se rinden, que llevó a cabo Revista Nómadas, con el apoyo del Amazon Rainforest Journalism Fund en alianza con el Pulitzer Center.
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DIRECTOR: Roberto Navia. JEFA DE PRODUCCIÓN: Karina Segovia. FOTOGRAFÍAS: Karina Segovia, Lisa Mirella Corti. PRODUCCIÓN Y POSTPRODUCCIÓN DE SONIDO: Andrés Navia. ILUSTRACIONES E INFOGRAFÍAS: Brocha Silvestre. EDITORA DE REDES SOCIALES: Lisa Mirella Corti. DISEÑO Y DESARROLLO WEB: Richard Osinaga. COLABORACIÓN: Manuel Seoane, Diego Adriázola y Daniel Coimbra.
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