
Entre las palmeras del Bajo Paraguá, donde el bosque aún respira entre incendios y amenazas, la vida se abre paso con una fuerza silenciosa. Aves, mariposas, monos y felinos habitan este corredor biológico que conecta la Chiquitanía con la Amazonía.

El armadillo gigante (Priodontes maximus), un dinosaurio vivo se desplaza en la quietud del camino de tierra. Su andar parece lento, pero es la velocidad del bosque: la del tiempo que no corre, sino respira. La fortuna de encontrarlo en el camino, es prueba de la riqueza viva del bosque. / Foto: Alejandro de los Rios.

Decenas de mariposas (Dryas julia)revolotean entre las hojas, encendiendo el aire con su color. Son pequeñas llamas de vida que resisten entre claros y quebradas. Frágiles y efímeras, vecinas elegantes en el monte. / Foto : Steffen Reichle.

Solitaria sobre la carretera, la peta de monte (Chelonoidis denticulata) avanza con la lentitud de los siglos. Pero el fuego no espera, y su caparazón no la protege de las llamas. Su andar lento es también un mensaje: cuando el bosque arde, los más lentos son los primeros en desaparecer. / Foto: Alejandro de los Rios.

Entre ramas verdes y sombras vivas, el mono martin (Cebus sp.) observa con una quietud humana. Sus ojos reflejan el bosque entero: el alimento, el refugio, la familia. Si los árboles caen, su mundo se derrumba. Su mirada es un espejo: el destino del monte también es el nuestro. / Foto: Alejandro de los Ríos.

En las aguas del río Paraguá, el bufeo (Inia boliviensis) asoma su lomo rosado bajo el sol. Vive donde el bosque toca el agua, en la frontera donde ambos se protegen. Si el río se contamina o el monte desaparece, su risa acuática se ahoga. El bufeo es el pulso del bosque hecho corriente. / Foto: Alejandro de los Rios.

Dos parabas azul y amarilla (Ara ararauna) cruzan el cielo limpio del Bajo Paraguá. Su vuelo depende de las palmeras que aún quedan: motacú, totai, asaí, las que alimentan su canto. Cuando las palmas arden, también se quema su sustento. Ellas son el color del bosque en movimiento — su voz en el aire. / Foto: Alejandro de los Ríos.

Sobre la carretera, el jaguar Panthera onca) observa con calma. En el Bajo Paraguá aún es posible verlo, dueño silencioso de un territorio que resiste. Donde el jaguar vive, el bosque sigue respirando. Pero si el fuego avanza, el rey del monte quedará sin reino. / Foto: Steffen Reichle.
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Sobre el autor
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Lisa Mirella Corti
Periodista, escritora e investigadora transmedia independiente, especializada en narrativas de género, medio ambiente, y biodiversidad latinoamericana. Fue la primera boliviana en integrar la Red de Periodismo Climático de Oxford y obtuvo reconocimientos internacionales como la beca Dom Phillips Reporting Grant de Pulitzer Center y la Mención de Honor en Medio Ambiente de la SIP. Fundadora de proyectos como "Llanto del Jaguar" y "A Las Nadie", combina periodismo, poesía y audiovisual para abordar temas de conservación, crisis climática y justicia social en cárceles. Su labor destaca en la narración innovadora de historias de no ficción con impacto en el imaginario social.



