Las ramas de algunos árboles centenarios se mojan a orillas del río Manupare y el viento tibio del norte amazónico de Bolivia entona una musiquita que acompaña los graznidos de las aves que gobiernan el cielo de Pando. La lancha a motor fuera de borda en la que viajamos se ha puesto quieta, para disfrutar de esa sinfonía de la naturaleza y para que podamos hacer volar el dron que desde arriba podrá ver cómo el río, de lo extenso que es, parece una serpiente cuyo cuerpo mojado se pierde por todos los costados del horizonte y descansa sobre un colchón de algodones verdes. – Aquí, donde estamos ahora, es un sitio que ahora está protegido, dice Jaime Aguirre, acalde del municipio de Sena.
– Éste es El Gran Manupare, enfatiza, con una voz que el viento hace viajar por entre las copas de los árboles. El Gran Manupare es el área protegida más nueva que existe en Bolivia. Como Área Natural de Manejo Integrado fue creada en enero de este 2024 por el Gobierno Autónomo Municipal del municipio de Sena, en el departamento de Pando, mediante Ley Municipal promulgada el 26 de enero pasado. Con una extensión de 452.639 hectáreas, con el 97% de sus bosques en un buen estado de conservación, resguarda 9.2 millones de toneladas de carbono irrecuperable.
En esta lancha que nos lleva por las entrañas de El Gran Manupare, además del alcalde también viajan los concejales municipales, como también dirigentes de organizaciones campesinas que fueron parte importante en el proceso de consulta previa y representantes de Conservación Internacional Bolivia, que ha sido parte importante en el nacimiento de la nueva área protegida.
Mapa de ubicación de El Gran Manupare.
El Gran Manupare no solo es un refugio de especies en peligro como la londra y el majestuoso jaguar, sino también un pilar esencial en el mosaico de conservación que conecta con la Reserva Nacional de Vida Silvestre Amazónica Manuripi y el Área Municipal de Conservación y Manejo del Bajo Madidi. Este corredor verde de casi 10 millones de hectáreas late con la vida de millones de seres y sosteniendo una economía que florece desde el bosque.
El Gran Manupare es una sinfonía de colaboración y esfuerzo comunitario. Durante un año, las voces de las comunidades, las organizaciones sociales y las autoridades indígenas se entrelazaron en un coro unificado, recolectando datos socioeconómicos y culturales que fundamentaron la creación de esta área protegida. Las consultas, llevadas a cabo de julio a diciembre del 2023, recogieron las esperanzas y necesidades de los habitantes del Sena, quienes han vivido y prosperado en simbiosis con la selva durante generaciones.
Si uno conversa con los pasajeros de la lancha, las imágenes de El Gran Manupare se despliegan con los relatos que van pintando ríos serpenteando entre los árboles, jaguares acechando sigilosamente en la penumbra, las copas de los árboles susurrando historias antiguas, mariposas revoloteando entre los rayos de sol que dejan pasar las hojas de la vegetación, y en los claros, las familias recogiendo castañas, perpetuando un legado de sostenibilidad y respeto por la naturaleza.
La magnitud de esta área protegida es impresionante. Abarca casi un tercio del municipio de Sena y protege una vasta extensión de la ribera del río Manupare, donde se encuentra una increíble diversidad de flora y fauna, así como una riqueza cultural que las comunidades locales han sabido resguardar por generaciones. “Esta área protegida es un logro histórico”, afirma el alcalde Aguirre, mientras pilotea la lancha que avanza sin prisa.
El proceso de creación de la área protegida no fue sencillo. Duró poco más de ocho meses, un periodo lleno de desafíos y obstáculos que exigieron la colaboración y el compromiso de todos los involucrados. “Ha sido un trabajo arduo y complejo”, recuerda Aguirre, quien menciona la colaboración constante de Conservación Internacional y el apoyo incondicional de las comunidades. Estos esfuerzos conjuntos han permitido superar retos significativos, como la sequía y los incendios forestales, amenazas constantes en la región. Uno de los aspectos más destacados de este proyecto ha sido la participación activa de las comunidades locales, tanto campesinas como indígenas. Estas comunidades, con su conocimiento ancestral y su estrecha relación con la naturaleza, han sido fundamentales para el éxito de la iniciativa. “Hemos trabajado en conjunto con ellas, respetando sus usos y costumbres”, señala el alcalde de Sena, enfatizando el respeto y la integración de las tradiciones locales en el plan de conservación.
La creación de esta área protegida representa un compromiso firme con la conservación del medio ambiente y la preservación cultural. Para el municipio de Sena, esta iniciativa es un motivo de orgullo y un ejemplo para todo Bolivia. “Estamos orgullosos de poder conservar esta riqueza para el mundo entero”, declara el alcalde. Esta área protegida no solo protege el ecosistema local, sino que también envía un mensaje poderoso sobre la importancia de la conservación en tiempos de creciente amenaza ambiental.
En cualquier momento se divisa una lancha que navega por el Manupare. Foto: Clovis de la Jaille.
Pando se erige como un testimonio viviente de la riqueza natural y cultural de nuestro planeta. Con más de 6 millones de hectáreas de bosques nativos y una biodiversidad deslumbrante, este rincón del mundo es un refugio para la flora y fauna, y una fuente de sustento para sus habitantes.
El Gobernador Regis Germán Richter, nacido y criado a orillas del río Tahuamanu en el municipio de Porvenir, ha vivido de primera mano la simbiosis entre los pandinos y su entorno natural. “Hemos crecido y nacido en la Amazonía”, relata con orgullo. “Por naturaleza, los pandinos conservamos el bosque, en primera instancia por la extracción de la goma y posteriormente, ahora, por la recolección de la castaña.”
El Gran Manupare es el área protegida más nueva que existe en Bolivia, una joya ecológica que se esfuerza por conservar la biodiversidad de la región
. La economía de Pando se ha basado tradicionalmente en la recolección de recursos naturales, como la goma y la castaña, que no solo proporcionan ingresos, sino que también fomentan una cultura de conservación. “Desde la Gobernación, como amantes de la Amazonía y del campo, hemos estado impartiendo políticas trabajadas con ONGs, cooperantes internacionales y diferentes sectores para seguir preservando este departamento como un lugar 100% amazónico“, explica el Gobernador. Estas políticas incluyen la promulgación de la Ley de Frutos Amazónicos y la declaración de abril pasado, como el mes de los frutos amazónicos.
La creación de áreas protegidas es otro pilar fundamental en la estrategia de conservación de Pando. Uno de los hitos recientes más importantes ha sido el nacimiento del área protegida El Gran Manupare, un esfuerzo liderado por Conservación Internacional en el municipio de Sena. “Nos alegra mucho el trabajo que viene haciendo Conservación Internacional. Esta área nos muestra como un hito, una de las áreas más grandes en todo el departamento”, señala el Gobernador. El Gran Manupare no solo protege la biodiversidad, sino que también asegura que las comunidades locales puedan seguir viviendo de manera sostenible, aprovechando los recursos naturales sin comprometer el futuro.
El Carmen, con su puerto a orillas del Manupare. Foto: Karina Segovia.
El Plan de Uso de Suelo es una herramienta crucial en este contexto. “Estamos trabajando en coordinación con la Secretaría de Madre Tierra y con el apoyo de ONGs. Se han realizado levantamientos e informaciones en los 15 municipios y estamos en la última etapa de ver y escuchar las propuestas y las inquietudes de algunos sectores”, comenta el Gobernador. El objetivo es mantener a Pando como el único departamento 100% amazónico de Bolivia, donde la conservación y la producción sostenible van de la mano.
Pando, con su vegetación exuberante, fauna variada y riqueza cultural ancestral, es un testimonio viviente de la armonía entre el hombre y la naturaleza. “Tenemos una gran biodiversidad, mucha fauna y comunidades ribereñas que viven de la pesca. Nuestra economía principal se basa en la recolección de la castaña. Somos el único departamento en Bolivia que vive netamente de la castaña y de otros frutos que nos da el bosque“, concluye el Gobernador de Pando.
El Gran Manupare no solo es un refugio de especies en peligro, sino también un pilar esencial en el mosaico de conservación de la Amazonía
. En una remota pero vibrante comunidad llamada Puerto Yaminahua, vive Manuel Rodríguez, un sabio indígena de 68 años. Como presidente de la comunidad, Manuel se ha convertido en la voz y el guardián de un territorio donde la naturaleza y la cultura ancestral conviven en un delicado equilibrio.
Manuel, con su mirada profunda y serena, describe con orgullo el territorio que ha sido el hogar de su gente por generaciones. “Vivimos en armonía con la naturaleza, conservando nuestras costumbres y conocimientos ancestrales”, dice, su voz reflejando el respeto y amor por la tierra que habitan. Cuenta que en Puerto Yaminawa, la biodiversidad es abundante, con plantas medicinales y alimentos tradicionales como la yuca, que forman parte esencial de su dieta y medicina.
Manuel está enterado de la creación del área protegida El Gran Manupare y eso le llena de felicidad. Sabe que la preservación del bosque es una prioridad absoluta en un mundo donde la deforestación y la extracción indiscriminada son amenazas constantes.
Autoridades y profesionales de CI, en El Carmen, que fueron clave para el nacimiento de El Gran Manupare. Foto: Clovis de la Jaille.
Sin embargo, este compromiso con la conservación no está exento de desafíos. Manuel menciona la amenaza constante de la deforestación y la minería, además de la falta de apoyo económico para iniciativas sostenibles. “Necesitamos políticas y programas que promuevan la conservación y el desarrollo sostenible”, enfatiza. La lucha por la preservación de su territorio y cultura requiere no solo esfuerzo local, sino también el apoyo y la colaboración de actores externos.
El cambio climático ha dejado su huella en el territorio de los Yaminahua. Manuel describe cómo han visto cambios preocupantes en su entorno, como la falta de agua en áreas donde antes fluía abundantemente. Adaptarse a estos cambios y encontrar formas de mitigar sus efectos es una tarea urgente. “Necesitamos adaptarnos y buscar formas de mitigar los efectos del cambio climático”, dice Manuel, consciente de la necesidad de actuar rápidamente.
Por eso, enfatiza que el nacimiento de El Gran Manupare es una señal de que Pando está decidido a proteger su bosque, fundamental para la vida y la generación de alimentos.
Este corredor verde de late con la vida de millones de seres, desde los más diminutos insectos hasta los majestuosos jaguares.
A través de su sabiduría y liderazgo, Manuel Rodríguez quiere compartir un mensaje con el mundo: la importancia de conservar su territorio y su cultura. “Nuestra cultura y nuestro territorio son parte de nuestro ser”, declara con convicción. La protección de estos recursos no solo es vital para los Yaminahua, sino también para la humanidad entera. Manuel hace un llamado a todos para apoyar sus esfuerzos de conservación, asegurando que las futuras generaciones puedan disfrutar de la misma riqueza natural y cultural que su comunidad ha valorado por siglos.
Adam Ramírez, presidente de la comunidad de Sena, es un hombre de 52 años cuya vida y liderazgo están dedicados a la protección de su tierra y sus habitantes. Él representa a los 105 afiliados de la comunidad, quienes juntos enfrentan desafíos constantes para proteger su territorio de actividades ilegales como los desmontes.
Durante la temporada de zafra de castaña, que se extiende de diciembre a marzo, la comunidad se sumerge en la recolección de castañas, una actividad que no solo es crucial para su economía, sino también una tradición ancestral que fortalece los lazos comunitarios. “Nos dedicamos a rescatar la almendra de castaña”, explica Adán. “Recogemos los cocos del campo, los abrimos y extraemos la almendra. Luego, llenamos una barrica con las almendras y las transportamos a un centro de acopio”. Este proceso, laborioso y exigente, comienza temprano en la mañana y se extiende hasta el anochecer, con cada trabajador recolectando alrededor de dos bolsas y media al día.
Una vez recolectadas, las almendras se transportan al centro de acopio, donde un comerciante las compra para su venta y distribución. La comunidad de Sena cuenta con un campamento equipado con servicios básicos como cocina y baño, ofreciendo un lugar de descanso para los trabajadores durante la zafra. Esta infraestructura es vital para sostener la ardua labor que requiere la recolección de castañas en la selva.
La organización de la comunidad en términos de propiedad de la tierra y normativas legales es clara y bien definida. “Nuestra comunidad tiene parcelas internas, y cada familia tiene derecho a trabajar un área determinada”, detalla Adán. A través de procesos de saneamiento de tierras, la comunidad ha obtenido títulos de propiedad y resoluciones de asentamiento que respaldan su derecho a la tierra. Esta estructura legal fortalece su posición frente a las amenazas externas y asegura la continuidad de sus prácticas tradicionales.
Las familias recogiendo castañas perpetúan un legado de sostenibilidad, enseñando a las nuevas generaciones la importancia de cuidar y respetar la tierra.
El precio de la almendra de castaña ha experimentado fluctuaciones en los últimos años, variando entre 120 y 150 bolivianos por bolsa de 23 kilos. Estos ingresos son esenciales para las familias de la comunidad, permitiéndoles sostenerse y mantener su modo de vida. En Pando, explica Adam Ramírez, alrededor de 57 comunidades están involucradas en la producción de castaña, subrayando la importancia de esta actividad en la región.
Más allá de la economía, la Comunidad de Sena está profundamente comprometida con la conservación de su entorno natural. Adam y su gente se enfrentan a retos constantes como la deforestación y la minería ilegal. “Estamos comprometidos a proceder de acuerdo con las normas correspondientes y elevando las demandas necesarias para el futuro de nuestra unidad de conservación”, enfatiza. La creación del área protegida El Gran Manupare, que abarca 452.639 hectáreas, es un ejemplo destacado de estos esfuerzos. Esta área no solo protege una vasta extensión de bosque amazónico, sino que también sirve como un símbolo del compromiso de la comunidad con la conservación.
Para aquellos interesados en visitar la Comunidad del Sena, Adam extiende una cálida invitación. “Nos gustaría darles la bienvenida y mostrarles nuestra forma de vida y nuestra dedicación a la preservación de la naturaleza”, dice con una sonrisa. La comunidad está abierta a recibir visitantes y compartir su cultura, tradiciones y esfuerzos de conservación.
La esquina que une a los ríos Manupare y Madre de Dios. Foto: Karina Segovia.
Daniel Trujillo Robledo, secretario general de la Central de Campesinos, recuerda que participó en la consulta y participación para la aprobación del área protegida El Gran Manupare, que buscaba informar a las comunidades sobre los objetivos y disipar las dudas e incertidumbres iniciales. “Hubo incertidumbre en nuestra comunidad sobre si el proyecto afectaría nuestras actividades tradicionales, como la pesca, la caza y la producción para el sustento familiar”, recuerda Daniel. Sin embargo, con el tiempo, se aclaró que el proyecto no privaría a las comunidades de estas actividades, sino que las protegería, lo que finalmente tranquilizó a la comunidad.
La conservación de la naturaleza y los recursos naturales es vital para las comunidades indígenas y campesinas, que dependen de estos para su sustento diario. “Tenemos ríos como el Madre de Dios y el Manupare, que son fundamentales para nuestra vida diaria y para la conservación de nuestra Amazonía y nuestros bosques”, enfatiza Daniel. La importancia de estas comunidades en la conservación de estos recursos no puede subestimarse, y su papel en la producción de castaña es un claro ejemplo de ello.
El Gran Manupare abarca casi un tercio del municipio de Sena, ofreciendo un manto protector a la flora y fauna que habita en este rincón del planeta.
“La producción de castaña es una de las principales fuentes económicas de nuestras comunidades”, explica Daniel. Los campesinos luchan cada año por obtener un mejor precio por su producto, un esfuerzo constante para sustentar a sus familias y mantener viva su tradición. Esta actividad no solo es importante para la economía local, sino que también juega un papel importante en la preservación del bosque amazónico.
Limberg Torrez, presidente del Concejo Municipal del municipio de El Sena, también fue una figura clave en la creación de esta nueva área protegida, un logro que promete salvaguardar un vasto territorio lleno de vida y riqueza natural.
“Como Concejo Municipal, hemos apoyado el trabajo de nuestro Ejecutivo Municipal en la creación de esta nueva área protegida. Nuestro objetivo es conservar nuestros bosques y nuestra Amazonía. Hemos estado acompañando el trabajo técnico y hemos participado en la socialización y el consenso con las comunidades”, dice, orgulloso.
La participación comunitaria ha sido esencial en este proceso. Torrez detalla cómo han trabajado en coordinación con los técnicos del gobierno municipal y los líderes comunitarios para asegurar que cada voz sea escuchada y cada preocupación, atendida. “Hemos visitado cada distrito y convocado a las comunidades para recibir su apoyo”, explica. “Nuestra Amazonía tiene mucha riqueza en fauna, flora y ríos, y es importante protegerla”.
Los maíces al sol, en El Carmen, en pleno El Gran Manupare. Foto: Clovis de la Jaille.
La nueva área protegida es hogar de una impresionante variedad de especies. “La fauna silvestre en el área protegida es rica en especies como el venado, el anta y el jochi, así como una variedad de especies de aves en el cielo y peces en los ríos”, dice Torrez con entusiasmo. Esta biodiversidad es un tesoro que el municipio está decidido a conservar para las generaciones futuras.
El mensaje del presidente del Concejo Municipal, a todos los bolivianos es claro y emotivo. “Quiero decirles a los bolivianos que esta nueva área protegida es como el nacimiento de algo nuevo y esperanzador. Es un esfuerzo conjunto para conservar nuestras riquezas naturales para las generaciones presentes futuras. Es un orgullo para Pando y para todo el país“.
Esta área protegida no solo protege el ecosistema local, sino que también envía un mensaje poderoso sobre la importancia de la conservación a nivel global.
Marianela Ribera Villarroel, es habitante de la comunidad Berceva, presidenta del distrito 4, defensora apasionada de la conservación y residente de toda la vida sobre comunidades a orillas del río Manupare, comparte su perspectiva sobre este logro: “A todas las personas que viven aquí y también a las que no, les diría que ser catalogado como un área protegida es un gran paso. Significa que estamos dejando un legado para las futuras generaciones”, expresa Marianela con una mezcla de orgullo y esperanza. “Debemos tener conciencia de que no vamos a estar aquí para siempre, pero lo que hagamos ahora impactará en nuestros hijos, nietos y todas las generaciones venideras. Ayudar a la Madre Naturaleza es ayudarnos a nosotros mismos en el futuro”.
Para Marianela, la protección de El Gran Manupare no se trata de imponer restricciones, sino de fomentar una colaboración armoniosa con el medio ambiente. “No se trata de restringir, sino de colaborar con el medio ambiente”, subraya.
El Gran Manupare no solo es un área de extraordinaria belleza natural, sino también un lugar lleno de recuerdos personales para Marianela cuando vivía en la barraca el Carmen que antes era de su padre y ahora le pertenece a su tía Elsy Villarroel Parada “Aquí es donde crecí desde pequeñita, vivimos aquí con mi papá, ahora es de mis tíos. Es un lugar hermoso que me trae bonitos recuerdos”, cuenta con nostalgia. Uno de sus recuerdos más vívidos es la presencia del caimán negro, una criatura que, a pesar de su peligrosidad, formó parte de sus aventuras infantiles. “Siempre recuerdo cuando venía el caimán negro, éramos cuatro hermanos muy traviesos, y cuando veíamos al caimán mientras nos bañábamos en el río, nos subíamos rápidamente a un árbol”.
Estos recuerdos enfatizan la importancia de proteger y conservar la fauna local. En tiempos pasados, los ríos de la región abundaban en peces, pero la realidad ha cambiado. “Antes había muchos peces en la zona, pero ahora ya no es igual”, lamenta Marianela. La comunidad ha tomado medidas para cuidar su entorno, prohibiendo la caza y la pesca indiscriminada, y promoviendo el respeto entre las comunidades para asegurar la protección de sus áreas respectivas.
El río Madre de Dios, fuente de vida para Bolivia y más allá de las fronteras. Foto: Karina Segovia.
Mirando hacia el futuro, Marianela está comprometida a seguir trabajando en la conservación del medio ambiente en su zona. “Siempre estaré colaborando en concientizar a las personas sobre la importancia de cuidar el medio ambiente. Estamos tratando de sacar una resolución en mi distrito para que no haya permisos de madera y buscar otras formas de sustento que no dañen el medio ambiente”, explica con determinación. Su enfoque va más allá de preservar los árboles; busca alternativas sostenibles que permitan a la gente mantenerse sin dañar la naturaleza.
Con un mensaje final, Marianela agradece a todos los interesados en la conservación de El Gran Manupare. “Quiero agradecerles por preocuparse por el medio ambiente y por visitar nuestra zona. Los invito a recorrer las áreas que me corresponden y siempre estaré dispuesta a colaborar en la conservación de este lugar”, dice. Para ella, es fundamental que todos tomen conciencia de la importancia de proteger nuestro entorno para las futuras generaciones.
Pando se erige como un testimonio viviente de la riqueza natural y cultural de nuestro planeta, un lugar donde la naturaleza y la humanidad coexisten en armonía.
La importancia de entender la naturaleza, especialmente la Amazonía, desde una perspectiva científica no puede subestimarse. La Amazonía no es solo una vasta extensión de selva; es un ser vivo que juega un papel crucial en el equilibrio ecológico del planeta. Desde la captura de carbono hasta la producción de oxígeno y la regulación de los ciclos hídricos, su función es vital. Eso lo sabe Vincent Vos, coordinador de investigación del proyecto Salud Planetaria de parte del Instituto de Investigaciones Forestales de la Amazonía de Universidad Autónoma del Beni José Ballivián, de Beni, que, enfatiza en que la reciente catalogación de El Gran Manupare como área protegida es un avance significativo desde una perspectiva científica y de conservación.
El mensaje que Pando está enviando con la creación de esta nueva área protegida es claro. “El Sena es justo ahí donde la Central Campesina tiene una figura clara. Ellos trabajan con el bosque, están siempre atentos a la castaña. Desde este enfoque, ellos exigen a sus autoridades apostar por un desarrollo en esta línea y creo que ellos son conscientes de la importancia de la conservación”, enfatiza Vincent Vos.
El Área protegida El Gran Manupare no solo asegura la conservación de la biodiversidad, sino que también ofrece oportunidades para recursos internacionales dedicados a la protección ambiental. “Hay recursos internacionales sobre todo para proteger áreas municipales. Cuando haces una faja de seguridad para evitar que el incendio arrase con tu comunidad, estás conservando la biodiversidad, estás evitando el cambio climático”, destaca Vincet Vos y remata: “Están luchando con el municipio, con la Gobernación, con las ONGs, están ahí peleando contra la sequía, contra los incendios”.
La de El Gran Manupare no es solo la historia de una área protegida, sino la historia de la humanidad. Es un llamado a la acción, a unirnos en la lucha por un futuro sostenible, donde la conservación no sea una opción, sino una necesidad imperativa. Porque en última instancia, somos todos guardianes de este planeta, y juntos podemos escribir un nuevo capítulo donde la naturaleza y la cultura florezcan en armonía, como lo han hecho durante milenios en la selva amazónica.
Una flor silvestre regala un amarillo intenso en el norte amazónico de Bolivia. Foto: Clovis de la Jaille.
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