Hay lugares en Bolivia donde las comunidades locales defienden sus tierras y su modo de vida cultivando cacao orgánico de manera sostenible, mientras luchan legalmente contra la amenaza de la minería del oro, que busca invadir y contaminar sus territorios.
Las mazorcas de cacao cuelgan como pequeños soles anaranjados de esos árboles generosos, irradiando su luz incluso en la penumbra de las noches. La tarde desciende lentamente, pero los cosechadores no levantan la vista al cielo, que amenaza con desatar una cálida lluvia. Son al menos diez, entre niños y adultos, todos absortos en la tarea de extraer el preciado corazón blanco de una de las frutas más codiciadas del mundo.
Este no es un lugar cualquiera en el mundo, es Alto Beni (provincia de Caranavi, La Paz, Bolivia), la tierra fértil donde se cultiva el cacao orgánico de manera sostenible. Aquí, la comunidad ha encontrado en el suelo y el bosque un aliado para resistir, poniendo un freno a la minería del oro que, en otros rincones del país e incluso muy cerca de este municipio, ya está contaminando ríos amazónicos. Es un enfrentamiento entre David y Goliat, donde la fuerza de la naturaleza y la determinación de su gente defienden la vida contra la devastación.
Aquí están de pie las plantaciones de Gabriel Ramírez Villca, un hombre que ha dedicado su vida a la producción orgánica de cacao. Su trabajo no solo sostiene a su familia, sino que también se extiende a la comunidad como presidente de la Cooperativa Sajama, una de las más importantes de la región. Bajo su liderazgo, la cooperativa se ha convertido en un pilar de la Central de Cooperativas El Ceibo, que agrupa a 48 cooperativas y más de 1800 familias están comprometidas con el cultivo y la comercialización del cacao orgánico en los municipios de Alto Beni y también de su vecino Palos Blancos (provincia Sud Yungas). La tierra, en estos lugares del departamento de La Paz, no solo produce un fruto preciado, sino que también representa la esperanza y la resistencia de pueblos que han decidido proteger su fuente de vida.
Para enfrentar la amenaza de la minería, ambos municipios han optado por imponer candados legales a los mineros. El 19 de marzo de 2021, Palos Blancos promulgó la Ley Municipal No. 233, que lo declaró “Municipio agroecológico, productivo y libre de contaminación minera en el marco de la seguridad alimentaria”. Siguiendo su ejemplo, el 20 de julio del mismo año, Alto Beni sancionó la Ley No. 097, que lo declaró “Municipio ecológico y libre de la actividad y contaminación minera”. Juntos, estos esfuerzos culminaron el 8 de diciembre de 2023, cuando la Asamblea Legislativa Departamental (ALD) de La Paz aprobó la Ley No. 258, que declara a ambos municipios como agroecológicos y productivos, con recursos hídricos libres de actividad y contaminación minera.
Fátima Monasterio Mercado, en su columna Si el chocolate fuera oro, publicada en Revista Nómadas, recordó que el vicepresidente de Bolivia, David Choquehuanca, interpuso ante el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) un recurso de conflicto positivo de competencias orientado a anular la Ley Municipal 097 que declara a Alto Beni como “Municipio ecológico y libre de la actividad y contaminación minera”. El argumento de la Vicepresidencia señala que “el nivel central del Estado tiene la competencia privativa de legislar, reglamentar y ejecutar con respecto a materia relacionada con la minería. A su vez, (…) detenta la competencia exclusiva con respecto a la administración, control y fiscalización de los recursos estratégicos minerales, teniendo la facultad de conceder derechos mineros en toda la cadena productiva, la cual no puede ser quebrantada por una disposición normativa municipal”.
Monasterio subraya que, si bien el Gobierno central tiene la competencia para administrar los recursos naturales estratégicos, el ejercicio de esa competencia no puede ser discrecional, sino que debe sujetarse al respeto de los derechos constitucionales reconocidos en el ordenamiento legal del país, y estar orientado a materializar los principios y multas del Estado. Además, menciona que el TCP, al admitir este recurso mediante el Auto Constitucional 0042/2024-CA el pasado 18 de enero de 2024, tendrá que considerar que Palos Blancos no se arroga ninguna competencia privativa y/o exclusiva del nivel central del Estado, y menos aún asume una medida que afecte derecho alguno, sino que declara el interés municipal de mantener su vocación productiva agroecológica, esencial para evitar la contaminación hídrica derivada de las actividades mineras.Ante este panorama, las batallas para garantizar que ambos municipios se mantengan libres de actividades mineras se libran en dos frentes: En la parte legal, los alcaldes de Alto Beni y Palos Blancos, junto con otras autoridades locales, defienden estas tierras con instrumentos jurídicos que buscan blindar la región contra la invasión minera. En el campo, la lucha es igualmente intensa; en las plantaciones de cacao y la selva amazónica, los productores trabajan con determinación, sin utilizar productos químicos, sin contaminar ríos ni convertir la tierra en una superficie estéril. Todos ellos están decididos a proteger con sus vidas esta fuente vital que es el bosque, para que las garras de la minería no se atrevan a dañarlo.
Alto Beni y Palos Blancos defienden sus ríos porque ellos son fuentes de vida. Foto: Karina Segovia.
El alcalde Beltrán Marques Sandoval, del municipio de Alto Beni, enfatiza la importancia de proteger la tierra y el agua que sostienen la vida de su comunidad. “Alto Beni tiene 12.000 habitantes, distribuidos en ocho distritos municipales y 174 comunidades dedicadas a la actividad agropecuaria. De ellas, 17 son cooperativas productoras de cacao afiliadas a la cooperativa El Ceibo, que aglutina a 49 cooperativas en total. Nuestro municipio tiene una vocación orgánica cuyo propósito es ser un productor agroecológico; en ese sentido, toda actividad se desarrolla bajo este marco”, explica el alcalde.
En Alto Beni y Palos Blancos, la comunidad cultiva cacao orgánico de manera sostenible, resistiendo la amenaza de la minería que contamina ríos amazónicos cercanos .
La región de Alto Beni, colonizada hace más de 60 años por migrantes del occidente del país, ha recorrido un largo camino en su relación con la tierra. “En un principio, se establecieron parcelas probablemente devastando el bosque a orillas del río La Paz, pero con el tiempo comprendimos que el monocultivo no era el camino. Así nació El Ceibo, que lleva más de medio siglo trabajando en la producción de cacao”, continúa. Este proceso de aprendizaje llevó a la comunidad a tomar conciencia sobre la importancia de cuidar el medioambiente, agradeciendo a la naturaleza, ya que la principal fuente de su economía proviene del cacao, banano, cítricos, papaya, yuca y piña.
Para mantener la producción de cacao orgánico, la Central de Cooperativas El Ceibo se esfuerza por obtener certificaciones internas y externas, lo que les permite exportar el grano a países como Alemania y Suiza, además de comercializar chocolate procesado. “Es un producto ecológico, libre de contaminación. Por eso nació nuestra preocupación cuando, en 2017, surgió la amenaza de la minería con el asentamiento de maquinaria por parte de empresas chinas en Alto Beni y Palos Blancos. Realizamos un cabildo y logramos hacer correr a estas empresas porque no aceptamos la minería”, relata con firmeza el alcalde.
Sin embargo, la amenaza persiste. “Todavía hay intentos de empresas mineras que quieren ingresar, sobre todo, al río La Paz, que pasa por ambos municipios. Este río, tengo entendido, está cuadriculado por empresas y cooperativas mineras, y por eso quieren ingresar. En respuesta a esta situación, creamos la ley municipal que declara al municipio de Alto Beni libre de actividad y contaminación minera. Esta ley, junto con la Ley Departamental 239, que declara a los municipios de Alto Beni y Palos Blancos como municipios agroecológicos y productivos, con recursos hídricos libres de actividad y contaminación minera, es nuestra forma de proteger lo que tenemos. No solo tenemos el río La Paz; nuestros municipios cuentan con afluentes en varios sectores de las serranías donde nacen vertientes de agua dulce, que son clave para la vida. No queremos que esos ríos sean tocados, por eso los vamos a cuidar”, asegura el alcalde.
Las mazorcas maduras cuelgan de un árbol de cacao. Foto: Clovis de la Jaille.
La concejal Nancy Chambi, miembro de la Comisión de Desarrollo Económico Sostenible del municipio de Alto Beni, comparte su profunda conexión con la tierra y su firme compromiso con la preservación del medio ambiente.
“Hablar de mi municipio es hablar de vida, de conciencia. Nuestro municipio, con varias leyes, va respaldando el espíritu ecológico. Estamos impulsando una ley nacional para que se declare a Alto Beni libre de la contaminación minera. Estamos plasmando la voluntad de nuestra gente, el respetar siempre a la Madre Tierra. Sabemos que los humanos necesitamos de la naturaleza para seguir viviendo”, expresa con convicción.
Las leyes municipales y departamentales refuerzan el compromiso de Alto Beni y Palos Blancos con la protección de sus recursos naturales y la agricultura sostenible .
Chambi lamenta profundamente los desastres ambientales que ocurren en todo el mundo, pero se muestra esperanzada por las acciones que están tomando en su comunidad. “Lamento mucho los desastres ambientales en el mundo. Nosotros, desde aquí, estamos aportando con un granito de arena al declararnos municipio agroecológico. Se están uniendo otros municipios y ya no solo somos Alto Beni y Palos Blancos”, comenta, destacando la creciente solidaridad entre las regiones en defensa de la naturaleza.
Como madre de familia, Chambi siente un compromiso aún más personal con esta causa. “Tengo mi terreno sobre la orilla del río, he bebido de esa agua, he pescado, sé lo que vale porque así estoy criando a mis hijos”, dice, subrayando la importancia vital del agua y la tierra para su vida y la de las futuras generaciones.
Una fruta deliciosa y altamente nutritiva: el caco. Foto: Clovis de la Jaille.
EL PARQUE NATURAL SUMA FUERZAS
Daniel Maydana, Gerente Programa Amazonía Sur de Conservación Internacional Bolivia, explica con claridad el alcance del proyecto que su organización ha llevado a cabo en colaboración con el municipio de Alto Beni y las comunidades locales. El objetivo principal ha sido apoyar la implementación de esquemas de conservación de los bosques, esenciales para las funciones ecosistémicas de la región. Maydana subraya la importancia vital de estos bosques, no solo como reguladores del agua y refugios de biodiversidad, sino también como garantes de la salud de las tierras y de la vida en general. Este enfoque ha llevado a la creación de una herramienta clave dentro del marco normativo nacional: la declaratoria de un área protegida municipal.
En este contexto, se logró la creación del Parque Natural de Manejo Integrado Alto Beni, un área protegida que busca la conservación y el uso sostenible de los bosques locales. Maydana destaca que la creación de esta área protegida es solo el primer paso, y que ahora la tarea consiste en implementar eficazmente su gestión. A petición del alcalde de Alto Beni, Conservación Internacional Bolivia se encuentra en la búsqueda de fondos para apoyar esta gestión, asegurando que el parque cuente con una instancia de administración, una plataforma de participación comunitaria y los instrumentos necesarios para su operación. Además, se trabaja en un programa de fomento para el uso sostenible de los recursos forestales, alineando la protección ambiental con el bienestar de las comunidades locales.
Sonia Flores, agricultora de Brecha T, defiende con pasión un modelo agrícola sostenible que asegura la fertilidad del suelo para futuras generaciones .
El impacto positivo de esta área protegida en los cultivos de cacao es significativo, como destaca Maydana. La conservación de los bosques no solo protege la biodiversidad, sino que también asegura las fuentes de agua, fundamentales para la agricultura en la región. Los bosques juegan un papel crucial en el ciclo del agua, lo que a su vez beneficia directamente a los cultivos de cacao, que dependen de un suministro constante y limpio de este recurso. De esta manera, la conservación de los bosques y la producción sostenible de cacao se entrelazan, creando un modelo de desarrollo que protege tanto el medioambiente como la economía local.
El Parque y Área Natural de Manejo Integrado Alto Beni es un ejemplo de conservación en la Amazonía boliviana, una de las regiones más ricas en biodiversidad del país. Este territorio no solo alberga una increíble variedad de especies de flora y fauna, sino que también es el hogar de al menos 20 comunidades locales. Los bosques del parque, que se extienden a lo largo de un amplio gradiente altitudinal, desempeñan un papel crucial al proteger las fuentes de agua que son vitales tanto para el consumo humano como para las actividades productivas que sustentan la economía local.
Con una extensión total de 39.963 hectáreas, el parque ha sido cuidadosamente dividido para cumplir con sus múltiples objetivos de conservación y desarrollo sostenible. De esta área, 27.186 hectáreas han sido designadas como Parque Municipal, una categoría que resalta su importancia ecológica y la necesidad de preservar sus recursos naturales en estado casi prístino. Las restantes 12.777 hectáreas se han categorizado como Área Natural de Manejo Integrado, permitiendo así que se compatibilicen las actividades productivas del municipio con la conservación ambiental.
Además, la Reserva Forestal Municipal Bella Vista de Alto Beni ha sido integrada al parque como parte de la categoría de Parque Municipal, fortaleciendo aún más la red de áreas protegidas dentro del municipio. Este esfuerzo de conservación es significativo no solo porque protege el 38% del territorio municipal, sino porque establece un modelo de desarrollo sostenible que equilibra la protección del medioambiente con las necesidades de las comunidades que dependen de estos recursos. Así, el Parque y Área Natural de Manejo Integrado Alto Beni se convierte en un ejemplo de cómo la gestión territorial puede armonizar la conservación de la biodiversidad con el bienestar humano en una de las regiones más ecológicamente valiosas de Bolivia.IMAGEN DE NOTICIA
El Centro de Investigación Sarana, en Alto Beni. Foto: Karina Segovia.
Los árboles forestales conviven bajo el mismo cielo con los de cacao. Foto: Karina Segovia.
LAS VOCES DESDE LA AMAZONIA
El productor Mario Ticona, dedicado al cultivo de banano en Alto Beni, refuerza la postura de su comunidad frente a la minería. “Vivimos entre la naturaleza. Llegué aquí en el 86, y desde entonces he ayudado a construir un municipio agroecológico. Producimos arroz ecológico, banano ecológico, cacao y café orgánico,” comenta con orgullo sobre las prácticas sostenibles que definen la vida en la región.
Ticona destaca la importancia de la decisión colectiva del pueblo para proteger su territorio. “El pueblo ha deliberado y hemos aprobado nuestra carta orgánica que ordena: No minería.
La minería produce muerte, nosotros, vida, alimentos. No entra en nuestra lógica utilizar agroquímicos,” señala, reafirmando el compromiso de la comunidad con la producción orgánica y la defensa del medio ambiente. Con firmeza, Ticona enfatiza: “Alto Beni dice no a la minería, nos tienen que respetar.”
El cacao producido en Palos Blancos y Alto Beni ha alcanzado un alto reconocimiento internacional por su calidad, exportándose a varios países, incluyendo Alemania y Suiza .
Javier Marino Pérez, de la Fundación para el Desarrollo Sostenible de El Ceibo, quien forma parte del área técnica de la Central de Cooperativas, expresa su profunda preocupación por las amenazas que enfrenta la región debido a la minería. “Realizamos capacitaciones y promovemos el intercambio de experiencias para fortalecer nuestras prácticas agrícolas sostenibles. Estamos comprometidos con la preservación de nuestro entorno, y la amenaza minera nos inquieta profundamente,” señala. Marino Pérez continúa, advirtiendo sobre las graves consecuencias que la minería podría tener para la región.
“Estamos luchando para que nuestra región mantenga su estatus como productora orgánica y ecológica a nivel nacional e internacional. Si la minería llegara a entrar, perderíamos nuestras certificaciones nacionales e internacionales, las cuales hemos consolidado durante casi medio siglo. Además, estaríamos en riesgo de perder nuestro mercado internacional, afectando a las 1.500 familias que dependen de esta actividad.
Los ríos serían destruidos por los metales pesados, con consecuencias devastadoras para el medioambiente y para nuestra comunidad, enfatiza con preocupación.
Consuelo Campos Villanueva, bióloga y agroecóloga, responsable de los datos científicos del Centro de Investigación Sarana en Alto Beni, explica el enfoque de su trabajo de investigación. “Estamos ubicados a seis horas al norte de La Paz, y desde 2028 hemos estado dedicados a comparar sistemas de producción de cacao a largo plazo,” inicia Campos Villanueva. La bióloga detalla que uno de los objetivos clave es evaluar la sostenibilidad de la agricultura orgánica bajo diferentes métodos de cultivo.
“Hemos propuesto cuatro repeticiones de cinco sistemas distintos de cultivo de cacao. Incluimos el monocultivo orgánico, el monocultivo convencional, sistemas agroforestales manejados tanto de manera orgánica como convencional, y el sistema agroforestal sintrópico o dinámico, que es el que presenta mayor diversidad en especies forestales y frutales.”
En el Centro de Investigación Sarana, trabajan en cuatro hectáreas y media dedicadas exclusivamente a la investigación. Campos Villanueva destaca un dato importante: “Estamos evaluando el rendimiento de cada sistema, observando cuál es el más productivo y presenta menos plagas. Cada planta tiene un diario en el que se registra su producción anual. Por ejemplo, una parcela certificada orgánicamente que produce 17 quintales de cacao por hectárea genera un ingreso de Bs 30.000, dado el aumento en el precio del cacao. Además, los ingresos del café en la misma hectárea ascienden a Bs 10.000, mientras que el banano aporta Bs 1.500 al año, y la cúrcuma y el jengibre generan Bs 10.000 adicionales,” cuenta Campos Villanueva, resaltando la viabilidad económica y ambiental de los sistemas de cultivo orgánico y diversificado.
Cuidar la tierra y el bosque da frutos. El Centro de Investigación Sarana así lo confirma.
En pleno proceso de secado de la semilla de cacaco. Foto: Clovis de la Jaille.
El Centro de Investigación Sarana se encuentra inmerso en un paisaje de vegetación exuberante. Las copas de los árboles tropicales crean un cielo verde que filtra la luz del sol en suaves matices, iluminando un suelo cubierto de hojas caídas que se fusionan con la tierra mojada por las últimas lluvias. Aquí, el aire está impregnado del fresco aroma de la tierra húmeda y las flores exóticas, mientras que el canto de aves tropicales y el susurro de un río cercano compone una sinfonía natural constante. Los cultivos de cacao se entrelazan armoniosamente con la vegetación circundante, formando un escenario vibrante de verdes intensos y colores vivos, que dan vida a un ecosistema en equilibrio y diversidad. Este entorno no solo sirve como campo de estudio para la investigación agroecológica, sino que también es un testimonio palpable de la riqueza natural y la vitalidad de la región.
Pascual Churqui, de la comunidad Brecha T, comparte con entusiasmo su experiencia en el cultivo de cacao. En su parcela, el cacao crece en armonía con una rica variedad de especies forestales, frutales, ornamentales y medicinales que rodean los árboles de cacao. “Estamos rodeados de naturaleza”, dice Pascual, “y este entorno no solo cubre la educación de mis hijos y asegura nuestro sustento, sino que también nos permite ahorrar mientras cuidamos el medioambiente”. La producción en su finca es orgánica, con el cacao beneficiándose de la riqueza que aportan las hojas caídas de los árboles forestales. Esta biomasa alimenta las plantas de cacao y asegura la humedad necesaria para su crecimiento. “En total, producimos en 14 hectáreas sin deforestar”, explica Pascual.
La disposición de las plantas en su finca es estratégica: los árboles forestales, que se encuentran en un estrato alto, proporcionan sombra necesaria para los árboles de cacao, evitando que sus ramas se quemen bajo la exposición directa al sol. La diversidad de especies, como mara, caoba, roble y cedro, entre otras, no solo enriquece el ecosistema, sino que también contribuye a la producción sostenible de cacao, garantizando una cosecha rica en tonalidades, formas y sabores.
Roberto Gutiérrez, otro cultivador en la comunidad Brecha T, complementa la perspectiva de Pascual con su propio testimonio. “Vivimos en una parcela donde combinamos cacao con una diversidad de especies frutales, ornamentales y forestales”, explica Roberto. Su familia ha implementado un censo forestal en la parcela, integrando más de 40 especies que coexisten con el cacao. Entre estas, la mara se destaca con más de 930 árboles distribuidos en 21 hectáreas.
Gutiérrez subraya que esta biodiversidad no solo mejora la calidad del cacao, sino que también fortalece el equilibrio ecológico del predio. Las mazorcas de cacao cuelgan de los árboles como faroles luminosos, sus tonos vibrantes destacándose entre el verdor del entorno.
Cada mazorca, con su piel rugosa y matices diversos, parece irradiar su propia luz, contrastando con la sombra profunda que proporcionan los árboles forestales circundantes. Estos árboles, majestuosos y robustos, se levantan como guardianes silenciosos. En el suelo, una capa de hojas secas forma un colchón natural que amortigua el paso y fertiliza la tierra, enriqueciendo el ecosistema con su descomposición lenta.
Esta alfombra de hojas crujientes proporciona un hábitat ideal para la biodiversidad, mientras los árboles forestales, con sus troncos imponentes y ramas extendidas, ofrecen una sombra perfecta para el cacao. La combinación de estos elementos crea un paisaje de ensueño, donde la vida florece en armonía y cada mazorca de cacao se desarrolla en un entorno ecológicamente equilibrado.
Autoridades de Alto Beni. Foto: Clovis de la Jaille.
Sonia Flores, de Brecha T, ha visto cómo su vida y la de su familia se han entrelazado con la tierra que cuidan con esmero. Al llegar de niña a este rincón fértil, se vio rodeada de la inmensidad verde de la naturaleza, que hoy continúa marcando el pulso de su existencia. En sus cuatro hectáreas de cultivo, Sonia trabaja con dedicación, rodeada de una vibrante población de árboles forestales, medicinales y frutales.
Su enfoque en la agricultura ecológica y el sistema agroforestal es más que una elección; es una filosofía de vida. Cada rincón de su parcela respira sostenibilidad, donde la mezcla de cacao con otras especies asegura la fertilidad del suelo por generaciones. Sonia y su familia cosechan abundantes productos que no solo nutren sus mesas, sino que también permiten vender cacao en el mercado, manteniendo así su autosuficiencia y seguridad alimentaria. Sin embargo, el brillo de su vida en la tierra contrasta con las sombras de la minería cercana.
Sonia observa con tristeza cómo la minería, una amenaza latente en Alto Beni, degrada los suelos que una vez fueron fértiles. Recuerda a sus amigos que solían trabajar en tierras fértiles, hoy convertidas en áridas extensiones de piedras. “La minería lleva directo a la tumba”, afirma con una firmeza que revela su desilusión y preocupación. Para Sonia, el futuro de su tierra y su gente no puede ser el de la devastación minera. En cambio, ella defiende con pasión un modelo de cultivo que preserva la vida y asegura un legado de abundancia y sostenibilidad.
En el vibrante municipio de Palos Blancos, donde la tierra ha sido testigo del empeño y la pasión de sus habitantes, el alcalde Berman Arancibia relata con orgullo la historia de un esfuerzo colectivo que ha transformado la región. Desde 1967, cuando los primeros pioneros llegaron con el sueño de cultivar arroz, maíz, cacao y cítricos, la comunidad ha trabajado incansablemente. Aquellas primeras familias, guiadas por la esperanza, se organizaron en cooperativas y fundaron la Central de Cooperativas El Ceibo. Fue un momento crucial, el inicio de una nueva era que se consolidó con la primera exportación a Europa en 1987. Con la mirada fija en un futuro próspero y libre de contaminantes, el alcalde destaca un logro significativo: la ley 233, aprobada el 19 de marzo de 2021, que declara a Palos Blancos como un municipio agroecológico y libre de contaminación minera. Esta legislación responde a la exigencia de los productores y familias locales, reflejando el compromiso de la comunidad con la salud y el bienestar. Este esfuerzo se vio respaldado por la ley departamental 239, que declara a Palos Blancos y Alto Beni como municipios agroecológicos productivos con recursos hídricos libres de actividades mineras.
Esta legislación es un testimonio del deseo de la comunidad de dejar un legado limpio y próspero para las generaciones futuras.
Erminio Mamani, presidente de la Central de Cooperativas El Ceibo, comparte la evolución de la organización con entusiasmo. Desde que se organizaron en cooperativas para gestionar la venta de su materia prima, han alcanzado logros notables. Hoy en día, el cacao producido en Palos Blancos y Alto Beni llega a Alemania, Francia, Japón, China, Estados Unidos y Suiza. En 2023, la central acopiaba más de 39.000 quintales de cacao, y para 2024, se estima una producción de más de 45.000 quintales.
De esta producción, explica que un 70% está destinado al mercado nacional y un 30% a las ventas internacionales. A pesar de que Bolivia no figura entre los grandes exportadores globales, el cacao de Palos Blancos ha logrado destacarse por su alta calidad y ha ganado una excelente reputación en el exterior. La combinación de esfuerzo comunitario, legislación protectora y calidad del producto ha convertido a Palos Blancos en un ejemplo de éxito que resuena tanto a nivel local como internacional.
La tierra pródiga de Alto Beni y Palos Blancos también produce plátano y guineo. Foto: Clovis de la Jaille.
LA LUCHA (HASTA AHORA) LA GANA EL BOSQUE
La Autoridad Jurisdiccional Administrativa Minera (AJAM) ha decidido suspender todos los trámites para autorizar actividades mineras en los municipios de Palos Blancos y Alto Beni, ubicados en las provincias de Sud Yungas y Caranavi, en el departamento de La Paz. Esta medida fue anunciada oficialmente el viernes 16 de agosto durante un acto en Alto Beni, que contó con la presencia del vicepresidente del Estado, David Choquehuanca.
Esta información fue publicada por el diario La Razón el 17 de agosto, destacando que la suspensión se basa en la Sentencia de Acción Popular 004-2023/AP, emitida el 25 de julio de 2023, en respuesta a una demanda presentada por la Defensoría del Pueblo. Esta sentencia ordena a la AJAM no aprobar ninguna solicitud de contratos administrativos mineros ni licencias de prospección y exploración que afecten los territorios de estos municipios.
La decisión de la AJAM también se fundamenta en las leyes municipales de Palos Blancos y Alto Beni, que en 2021 declararon sus territorios libres de contaminación minera, así como en la Ley Departamental 239, aprobada en marzo de 2024, que refuerza esta declaración y reconoce a ambos municipios como agroecológicos y productivos, con recursos hídricos protegidos.
El pasado 9 de julio, los alcaldes de Palos Blancos y Alto Beni entregaron a la AJAM los mapas oficiales de sus territorios, un requisito necesario para proceder con la suspensión de las autorizaciones mineras. Durante el evento de anuncio, Choquehuanca destacó la importancia de respetar la voluntad de las comunidades locales en su rechazo a la minería y la necesidad de que cualquier actividad en sus territorios cuente con el consentimiento de la población.
No obstante, el vicepresidente también enfatizó que la declaratoria de estos municipios como libres de minería debe ser revisada y alineada con la Constitución Política del Estado. Este proceso de revisión ya ha sido remitido a la Asamblea Legislativa para su análisis y ajuste, buscando evitar futuros conflictos legales.
El viento susurra entre las hojas mientras el sol se oculta tras la densa vegetación, dejando que la niebla se apodere del horizonte. En este rincón de Bolivia, donde la selva se aferra a su riqueza con la misma determinación que su gente, Alto Beni y Palos Blancos han demostrado que la resistencia es posible. Con el respaldo de leyes y la fuerza colectiva de su comunidad, han logrado frenar la avanzada de la minería, preservando no solo su tierra, sino también un modo de vida que respeta y honra la naturaleza. En la lucha por el futuro, estos municipios no solo defienden su presente, sino que siembran la esperanza de un mañana en el que la armonía entre el hombre y la tierra prevalezca.
Vivero de la central de cooperativas El Ceibo, en Sapecho (La Paz). Foto: Karina Segovia.
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