
Escondido como un tesoro, se encuentra en el sur de Bolivia, a solo 60 km de la ciudad de Tarija y comparte territorio con Chuquisaca. Tiene una profundidad de 3.030 metros, es tierra de jucumaris y nido de cóndores que sobrevuelan en un cielo enorme.
Hermes Justiniano retrata todos los rostros de la naturaleza, y lo que va quedando de ella. Lo hace para cuidarla, para defenderla, para exigirle a los humanos que ya no destruyan el mundo. Desde las alturas también testifica las maravillas que aún tiene Bolivia, incluyendo la deforestación que avanza como una gangrena. Fotógrafo, aviador, constructor de instituciones medioambientales. Viajero eterno. Ésta es su historia:
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