El ingeniero ambiental, Heinz Arno Drawert, explica que el dorado ocupa, en los ecosistemas acuáticos, el nicho que en los ecosistemas terrestres tropicales se encargan los grandes felinos. Es decir, se encarga del control poblacional y sanitario de otras especies de peces con las que comparte el ecosistema.
El “rey del río” domina sus aguas con la pericia de un cazador innato.
Así le llaman al pez dorado: el rey del río.
Con respeto, con admiración.
Si hay depredadores, como el dorado, de buen porte y en abundancia, quiere decir que toda su cadena alimenticia está intacta y que, en ese río, nadie sufre de hambre.
Los indígenas del TIPNIS, también lo comparan con el jaguar de la selva, porque, al igual que el Panthera Onca, las poblaciones de esta especie piscícola, son una prueba de que la salud de los ríos y del ecosistema donde viven, se encuentran en buen estado, puesto que ponen en evidencia la existencia de presas suficientes para alimentar a la población de depredadores de la que el dorado es su mayor representante en las aguas.
Si hay depredadores, como el dorado, de buen porte y en abundancia, quiere decir que toda su cadena alimenticia está intacta y que, en ese río, nadie sufre de hambre.
Las comunidades del TIPNIS han sabido sacarle provecho al dorado. Sin matarlo. Sin poner en peligro su existencia.
Solo dejando que otros lo pesquen, bajo el compromiso de que los devuelvan al río a los pocos segundos.
El dorado es imán que atrae a los pescadores — el 90% del exterior— que llegan a la región Norte del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) para practicar la pesca “con mosca” y devolución obligatoria. Se trata de un emprendimiento de la Asociación Indígena de Turismo del Secure Alto, unida a la empresa Untamed Angling, (una sociedad anónima constituida en el Beni en 2008, cuyo nombre en español quiere decir “Pesca Indómita”), y que ambas consolidaron el proyecto Tsimane, que es la marca visible de la oferta de pesca sostenible que se muestra a nivel mundial.
Si en los ríos hay dorados fuertes y de buen porte, quiere decir que el ecosistema que lo rodea también está bien de salud.
El dorado es como el oro que brilla más allá de las fronteras.
Es el guardián de las comunidades indígenas y la garantía de que, si hay dorados en el río, con seguridad que también habrá sábalos y pacúes y otras 180 especies piscícolas a lo largo y ancho de los ríos que viajan por el área protegida que tiene una extensión de 1.236 296 hectáreas (12.363 km²) y que se encuentra en los municipios de San Ignacio de Moxos, Loreto, Villa Tunari y Morochata, de los departamentos de Beni y de Cochabamba, respectivamente.
“Los dorados o dorados de escama, como se conocen comúnmente a varias especies de peces del género Salminus, son hábiles cazadores que se alimentan casi exclusivamente de otros peces”, dice Heinz Arno Drawert, ingeniero ambiental, e investigador asociado al Museo de Historia Natural Noel Kempff Mercado.
Heinz los conoce muy bien: Son peces de gran tamaño, con especies que llegan a sobrepasar los 100 cm de largo y más de 30 kg de peso, muy musculosos, con una forma de cuerpo hidrodinámica y aleta de cola grande. Esto les da una fuerza y energía de reacción excepcional que les permite moverse rápidamente y con facilidad en aguas correntosas y turbulentas, superando con facilidad a la mayoría de los otros peces de los que se alimentan.
Así los describe este ingeniero ambiental que, también explica que desde el punto de vista ecológico, la especie dorado ocupa, en los ecosistemas acuáticos que habita, el nicho que en los ecosistemas terrestres tropicales ocupan los grandes felinos. Es decir, se encarga del control poblacional (cazando con mayor frecuencia peces de especies más abundantes) y sanitario (cazando con mayor efectividad individuos que no están en un estado óptimo de salud) de otras especies de peces con las que comparten el ecosistema.
Enfatiza en que el dorado también juega un papel muy importante como “driver” (conductor) en los procesos de selección de los “más aptos” reproductores en especies de peces que emprenden migraciones reproductivas hacía las cabeceras de cuencas, al cazar con mayor frecuencia y efectividad a los individuos más lentos o cansados de los cardúmenes en migración.
Ahí no termina la lista potencialidades que tiene esta especie que vuelve loco a los pescadores extranjeros. Heinz Arno detalla que otra función ecológica que cumplen los dorados, y que también alcanza a los ecosistemas terrestres circundantes a los cuerpos de agua que habitan, es que al ser grandes depredadores que ocupan los niveles más elevados de la cadena trófica en el ecosistema acuático, “concentran” macro- y micronutrientes (aminoácidos, ácidos grasos, potasio, fósforo, y muchos otros elementos traza), y estos pueden ser aprovechados por depredadores semiacuáticos (nutrias y londras por ejemplo) y terrestres (humanos, grandes felinos por ejemplo), o carroñeros, cuando los dorados mueren. Esto último, que a primera vista parece poco significante —enfatiza el ingeniero biólogo, es en realidad muy importante para la conservación de ecosistemas a escalas mayores, ya que muchos nutrientes elementales para la vegetación (fósforo y potasio, entre otros) con el tiempo, son “lavados” por las lluvias y fluyen por las quebradas, arroyos y ríos aguas abajo.
“Si no fuera por los dorados, y los demás depredadores acuáticos y especies migratorias, que concentran estos nutrientes y los vuelven a transportar en sentido contracorriente hacía las cabeceras de las cuencas, los ecosistemas terrestres, en esas zonas, reducirían rápidamente su fertilidad, y por tanto, su capacidad para producir recursos vegetales, derivando en una degradación ambiental paulatina (reducción de resiliencia, reducción de diversidad, reducción de densidad energética, reducción de productos y servicios ecosistémicos en general”.
Karina Osinaga investigadora asociada al Museo Noel Kempff de la UAGRM, también asegura que el dorado es una especie carnívora tope, que es un depredador de varias especies de peces que son sus presas.
“Es así que controla las poblaciones de sus presas y asegura la diversidad, al mantener en equilibrio las comunidades de peces”, dice la investigadora.
En las comunidades del TIPNIS también lo saben y por eso están dispuestos a proteger no solo al dorado, sino también a todas las especies de los ríos y de los animales que habitan los bosques.
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DIRECCIÓN Y TEXTOS: Roberto Navia. FOTOGRAFÍAS: Daniel Coimbra. EDITORA MULTIMEDIA Y DE REDES SOCIALES: Lisa Corti. JEFA DE PRODUCCIÓN: Karina Segovia. DISEÑO Y DESARROLLO WEB: Richard Osinaga.
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