Un cortometraje de Badanowski.
Una obra sensible que nos lleva a un viaje monte adentro, para conocer la cotidianeidad de tres mujeres en territorio Guarasu’we. El cortometraje creado por Javier Badani en Bolivia, es un viaje visual al trabajo incansable que vive la comunidad de Picaflor para revitalizar su lengua y mantener viva su identidad.
Esta historia es producida y publicada con apoyo financiero de Google News Initiative News Equity Fund.
Javier Badani nunca había escuchado de los Guarasu’we, a pesar de haber sido periodista por más de siete años, y de haber conocido el mundo de las zonas rurales. Inclusive no había escuchado nada durante el tiempo que trabajó en el Ministerio de Autonomías con pueblos indígenas. Era como si la nación Guarasu’we fuese invisible frente a los ojos de Bolivia y el mundo, pero paradójicamente su lengua se encuentra reconocida en la Constitución.
Fue hace un año, a mediados de 2022, que escuchó que estaban inaugurando el Instituto de Lenguas y Cultura Guarasu’we. En ese momento, se dijo a sí mismo: “Oye, ¡qué interesante!” Y empezó a Googlear, llegando a un libro antiguo del 1977 de Jorge Riester titulado: Guarasu’we, Crónicas de los últimos días. Mientras leía, él sentía que todo era muy apocalíptico y pensó que ahí había una historia. Veía el libro como una visión de la realidad de la época de Riester, un análisis objetivo a una cultura que estaba a punto de perderse y una lengua casi imposible que se recupere. Gracias al libro llegó a conocer la organización no gubernamental Apoyo Para el Campesino-indígena del Oriente Boliviano – APCOB, fundada por Riester en 1982, justamente para evitar la muerte anunciada que él retrataba en su libro e investigaciones visitando los pueblos indígenas en peligro de extinción, gracias a este vínculo con APCOB pudo conocer más a profundidad del presente de los Guarasu’wes versus lo que Riester profesaba.
De 1977 a 2023, muchas cosas han cambiado, en teoría, la lengua y cultura Guarasu’we es reconocida como una de las 36 lenguas oficiales de la Constitución de Bolivia, pero en la práctica, se considera, por el Instituto Plurinacional de Estudio de Lenguas y Cultura (IPELC) en situación crítica, como una de las nueve lenguas que son habladas únicamente por los abuelos y con escasa frecuencia.
Carmen, Tarcila y Amelia son las protagonistas de la historia.
El cortometraje de no ficción titulado Picaflor, realizado en el marco del proyecto “Guarasu’we: la nación indígena que se negó a desaparecer bajo el liderazgo de sus mujeres”, seleccionado en la 1ra convocatoria de fomento a la productividad cultural y creación artística del Centro de la Revolución Cultural, muestra un pantallazo visual del presente, un fragmento de la vida Guarasu’we, cómo hoy, en 2023, a pesar de estar reconocidos por el Estado, siguen batallando por mantener su identidad, revitalizar su cultural y lengua. A través de la voz de las protagonistas, Carmen, Tarcila y Amelia, el documental refleja la vida cotidiana tres mujeres que han sido pioneras en la creación de la comunidad joven llamada Picaflor, donde habitan alrededor de 20 familias, y reconocida en 2020 por el municipio de San Ignacio de Velasco, como Comunidad Indígena de la Nación Guarasu’we. Picaflor es su territorio, su espacio de paz y hogar de la próxima generación de Guarasu’wes, un espacio donde hoy las mujeres se sienten orgullosas de trabajar para rescatar su idioma y hacer valer sus derechos constitucionales. Para Javier, esto es un rinconcito del país que está resistiendo el olvido estatal, el olvido de muchos bolivianos que no conocen ni siquiera lo que pasa en el área rural.
Picaflor es una comunidad joven como un plantín, pero con raíces firmes. Carmen, Tarcila y Amelia, son descendientes de Miguel Frey, el ultimo Capitán Grande Guarasu’we, que habitaba junto a su gran familia y esposas hace más de tres décadas en un gran territorio conocido como Campo Grande, a orillas del Iténez, entre Brasil y Bolivia. Hoy, la gran familia Guarasu’we está dispersa en pequeñas familias en las riberas del Iténez entre Brasil y Bolivia, y alrededor del Área Protegida Municipal Bajo Paraguá.
—Me ha impresionado mucho lo poco que conocemos el área rural. Eso nos podría dar luces sobre estas rupturas y tensiones internas en el país. Con un Estado ausente en gran parte del área rural, la bolivianidad no es más que un enunciado.
Desde un comienzo, Javier sabía que no quería hacer un video o recorrido antropológico, lo que quería era reflejar el trabajo de las mujeres. Contar historias es algo que a él le apasiona. Javier es conocido como Badanowski, fundador de La Caraja, una productora de contenido digital que trabaja con organizaciones de la sociedad civil y colectivos en temáticas de Derechos Humanos.
Por lo que había escuchado sobre Picaflor, eran las mujeres las sabias, y justo salió una convocatoria del Centro de la Revolución Cultural, una de las áreas era audiovisual, fue ahí que ganó presentando su proyecto “Guarasu’we: la nación indígena que se negó a desaparecer bajo el liderazgo de sus mujeres”.
Las generaciones de la familia de Carmen en una imagen.
Llegar a Picaflor, no es fácil, es una odisea de más de 17 horas desde Santa Cruz de la Sierra, un camino que recorre el noreste de la Chiquitania hasta entrar al Área Protegida Municipal Bajo Paraguá, una ruta estrella llena de baches y lodo, abrazada por la espesura de árboles altos y diversos de ambos lados del camino. Javier se aventuró justo a dos colegas y ahí empezó su proceso de filmación, cinco días en la densidad del bosque, conociendo y aprendiendo.
Después de meses de edición en la ciudad de La Paz, Javier se puso en la misión de presentar el corto documental donde nació, en la comunidad de Picaflor, una vez más tenía que lanzarse a la ruta para volver al monte. El estreno se hizo el 10 de septiembre en la escuela de la comunidad. Ante la falta de electricidad, la proyectora funcionó con la energía eléctrica generada por un motor portátil. De pronto, al llegar la hora, todo estaba lleno. Javier recuerda ver a muchos niños, a madres con sus bebés y a las protagonistas.
—Se emocionaron, se entretuvieron y casi no escucharon nada, se veían reflejados, se reían de lo que hacían en la pantalla y se señalaban entre carcajadas.
Así recuerda Badani, sobre el momento emotivo del gran estreno. Luego de la proyección, el día después, volvió a la ruta de largo aliento, hacia la ciudad de La Paz donde fue su segunda presentación, el pasado 13 de septiembre en la Casa Museo Inés Córdova-Gil Imaná.
El corto documental, sensible y cuidadosamente pulido, es un trabajo imperdible para profundizar sobre otras realidades paralelas en Bolivia y aprender de ellas. La obra está disponible de manera íntegra en la página de Youtube de la productora La Caraja.
Es una obra audiovisual de 30 minutos, en la que su director busca, como en muchos de sus trabajos, poner la semilla de la curiosidad, para que la gente diga: ¡Qué es esto! Y quieran investigar más.
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El cortometraje fue estrenado en Picaflor.
Sobre el autor
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Lisa Mirella Corti
Periodista, licenciada en Relaciones Internacionales con especialización en Resolución de Conflictos de la Universidad NUR de Bolivia. Investigadora independiente y conservacionista con experiencia en proyectos de derechos humanos y arteterapia en cárceles, cultura del jaguar, tráfico de especies y sustentabilidad. Asistente de producción del premiado documental Tribus de la Inquisición. Colabora con Revista Nómadas.