Cuando Anaí era niña, soñaba y pedía siempre tener un bebé jaguar de mascota, hasta que desistió radicalmente de la idea cuando su padre le explicó que tener mascotas silvestres era la manera más egoísta de retener un animal, privándolo de tener su propia familia, su libertad y su propia historia.
—Si los amas, déjalos libres—, dice con aplomo y totalmente convencida.
Esas palabras han guiado a Anaí a través de los años, moldeándola hasta convertirse en una promotora del desarrollo sostenible a través de la conservación del hábitat natural de la vida silvestre, y llevándola a liderar el proyecto eco-etnoturistico La Ruta del Jaguar, ubicado en el Rancho San Miguelito, a solo 190 km al Noreste de Santa Cruz de la Sierra, al lado del rio San Julián, entre los municipios de Cuatro Cañadas y San Antonio de Lomerío.
Lanzamiento de La Ruta del Jaguar en el pueblo de San Antonio de Lomerío. / Foto: Rancho de Conservación del Jaguar San Miguelito.
San Miguelito no es cualquier rancho, es una propiedad ganadera amiga del jaguar, y de toda la vida silvestre, donde se implementan estrategias para reducir el conflicto humano-jaguar, y lograr convivir en verdadera armonía con la naturaleza.
Desde el inicio de su emprendimiento turístico, han recibido a visitantes de más de 34 nacionalidades que viajan para ver el místico jaguar en el bosque boliviano y apreciar la frondosa naturaleza que cobija a cientos de animales en San Miguelito.
Anaí cuenta que esta propiedad ganadera siempre tuvo conflictos con el jaguar, y por eso fue vendida en 1973, por tener demasiados ataques de grandes felinos al ganado, perdiendo cientos de cabezas por año. En los años ochenta se intentaron implementar varias estrategias para prevenir ataques de jaguar, como no cazar las presas naturales del jaguar, colocar los bebederos para la fauna cerca del bosque, encerrar los terneros de noche, y otras más; gracias a los consejos de un amigo biólogo del nuevo dueño, el señor Larsen.
En el 2015, junto con su pareja y propietario de San Miguelito, Duston Larsen, se embarcaron en una nueva aventura: implementar La Ruta del Jaguar, trabajando en dos objetivos principales; la prevención y mitigación de conflictos entre ganado y grandes felinos (jaguar y puma), y la compensación de las pérdidas remanentes de ganado, a través de ingresos generados por el turismo basado en avistamiento de jaguares y vida silvestre. Ambos objetivos que han logrado consolidar en un par de años, gracias a la participación y apoyo —no económico— de varias entidades públicas y privadas comprometidas con el jaguar, convirtiendo al Rancho San Miguelito en la primera estancia piloto certificada en Bolivia por la fundación Panthera, la ONG conocida mundialmente por su trabajo en la conservación de más de 40 especies de felinos silvestres.
El avistamiento de naturaleza atrae a observadores de aves y amantes de la vida silvestre. / Foto : Rancho de Conservación del Jaguar San Miguelito.
San Miguelito combina ingresos y soluciones basadas en la naturaleza, y no en el típico modelo agroindustrial cruceño. Anaí cuenta que entre sus actividades productivas se encuentran la ganadería sostenible de vacunos —cebú comercial—, búfalo para producción de carne, búfalas de ordeño y para producción de queso, turismo orientado a la conservación del jaguar y la apicultura con abejas, convirtiendo este paraíso privado en un combo productivo con soluciones e ideas innovadoras que ayudan a conservar el bosque, algo que muchas estancias ganaderas en Tierras Bajas podrían replicar.
Mostrando en un mapa la creciente deforestación que rodea la isla de bosque que ellos trabajan diariamente para conservar. / Foto: Archivo personal.
Y es que estas estrategias no son nuevas en el continente, enfocarse en el turismo para compensar la pérdida de ganado por ataques de jaguar, son estrategias urgentes para conservar el gran felino de América, reducir sus amenazas y así conservar los bosques frente a la crisis climática. Estas estrategias ya han sido aplicadas con mucho éxito en países como Brasil y Colombia. En Suramérica, la ONG Panthera, tiene 86 ranchos modelo: 80 en Colombia, 5 en Brasil, y 1, San Miguelito, en Bolivia.
Jaguar inmortalizado en trampas cámara disfrutando del agua. / Foto: Rancho de Conservación del Jaguar San Miguelito.
Desde el inicio de su emprendimiento turístico, han recibido a visitantes de más de 34 nacionalidades que viajan para ver, principalmente en cámaras trampa, el místico jaguar libre en el bosque boliviano y apreciar la frondosa naturaleza que cobija a cientos de animales en San Miguelito. Con una torre de observación de siete metros de altura, paseos por un río donde se puede ver a antas bañarse en libertad, y noches de fogata bajo las estrellas, La Ruta del Jaguar es, sin dudas un espectáculo que permite tomar una pausa y contemplar la naturaleza del departamento de Santa Cruz en todo su esplendor.
Gracias a las trampas cámara que han implementado en su territorio, se han identificado 15 jaguares viviendo libres en San Miguelito, junto a otras cinco especies de felinos, incluyendo pumas, ocelotes, margay o gato Brasil, yaguarundí o gato gris y gato Geoffroy, todos coexistiendo en el mismo bosque, convirtiéndolo en un refugio y bastión natural frente a la creciente deforestación de la agroindustria que los rodea. Anaí y su equipo luchan incansablemente para que siga así para siempre, y que los jaguares junto a sus vecinos silvestres puedan seguir siendo libres, como es su derecho por naturaleza.
Sus registros en trampas cámara les permiten monitorear a la población de jaguares para fines de conservación. / Foto: Rancho de Conservación del Jaguar San Miguelito.
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Esta crónica forma parte del proyecto periodístico «Mujeres Jaguar: ellas entregan su vida para que el gran felino de América no desaparezca».
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