
La agroindustria está dejando poco terreno para el jaguar en Santa Cruz, Bolivia, acorralándolo en espacios más aislados y con menos presas, aumentando el conflicto humano-jaguar. Anaí Holzmann, sabe que se puede coexistir con grandes felinos porque trabaja, por años, en una ruta turística que podría salvar al jaguar.

Pionera en la lucha contra el tráfico de jaguar en Bolivia, Angela Nuñez ha dedicado los últimos años a advertir a las autoridades y a la comunidad internacional que cada incautación de piezas de jaguar revela algo más grande, una mafia que se esconde bajo las sombras de la corrupción y que, si no la paramos a tiempo, puede llevar a este felino a la extinción.

Mariana Da Silva ha elegido la conservación y sostenibilidad como estilo de vida, por lo que trata de reducir su impacto personal sobre la naturaleza en su día a día. Ha cambiado su dieta y trabaja desde la ciencia en defensa del jaguar, un felino que la ha enamorado desde pequeña. Hoy viaja por el mundo mostrando evidencias de que el tráfico de partes de jaguares es una amenaza para el presente y futuro no solo de Bolivia, sino, del planeta y la humanidad.

Ser veterinaria en las profundidades de la selva puede sentirse como estar un campo de batalla, pero para Alejandra Crispín, es su zona de paz,

Un legado familiar conservando el territorio jaguar la inspiró a seguir el mismo camino. Con años de experiencia, Yandery Kempff ha recorrido espacios no gubernamentales como dentro de la Gobernación de Santa Cruz, y sabe en carne propia que asegurar un futuro para el jaguar es un trabajo de hormiga y en equipo.

Comprometidas con la defensa de esta especie emblemática y vital de América, nueve mujeres lideran proyectos en el campo, en la ciudad y en las calles de Bolivia.

Desde hace más de 18 años, Vicky Ossio trabaja sin parar con el sueño de crear un espacio seguro para animales traumados, huérfanos y heridos por el tráfico de fauna en Bolivia. En el Día Internacional del Jaguar, reflexiona sobre la importancia de reconectar con la naturaleza, y tener un rol activo en defenderla.

Los indígenas chiquitanos y guarasugwés, ya no duermen ni comen tranquilos. Vivir en este Edén que tiene la categoría de área protegida, se ha convertido en un infierno a causa de la deforestación ilegal y los avasallamientos. Lo que pierden los dueños de la selva es un dolor silencioso.

No existe poder humano ni legal que detenga la deforestación ilegal perpetrada dentro de Área Protegida Municipal del Bajo Paraguá. El director de la ABT dice que se está exagerando con las denuncias de los desmontes, el alcalde de San Ignacio no asume la defensa de lo que por ley está obligado y el Gobernador de Santa Cruz acudió al epicentro del ecocidio, pero tras que dejó el lugar, los avasalladores continuaron con su destrucción. Revista Nómadas no pierde la mirada en este pulmón de Bolivia.

El arte y cultura se unen para conservar las áreas protegidas de Bolivia. Utilizando el turismo como herramienta de conservación, vuelve con toda su energía el Festival Conservarte a Santiago de Chiquitos, luego de una pausa por la pandemia del COVID-19.
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