En 2023, la destrucción de bosques y otros ecosistemas no boscosos en Bolivia ha alcanzado niveles sin precedentes. Estamos entrando en una nueva escala de desastre y ecocidio. Cada año, los incendios y la maquinaria pesada amenazan los bosques, sabanas, humedales y otros ecosistemas del país.
Hace unos meses, las nuevas estimaciones de Global Forest Watch revelaron una pérdida de bosques de 696.362 hectáreas en 2023. Hoy, Mapbiomas Bolivia entregó datos que, sumando y analizando, revelan un detalle aún mayor de esta trágica situación, , con sus nuevas estimaciones de cambios de uso de suelos, que nos permite realizar nuestras aproximaciones a la deforestación y conversión de ecosistemas no boscosos[1].
Según los datos de Mapbiomas Bolivia, de las 643.455 hectáreas de bosque perdidas el 2023, 495.559 hectáreas corresponden a deforestación. Esto constituye un nuevo récord histórico, superando en un 33% las 370.361 hectáreas deforestadas en 2021, que era el anterior récord histórico en Bolivia.
Respecto a la deforestación en 2023, el fenómeno se concentra principalmente en Santa Cruz (71,8%), La Paz (8,7%) y Beni (4,9%). En Santa Cruz, el cambio de uso de suelo se distribuye de manera similar entre ganadería y agricultura.
Respecto a la deforestación en 2023, el fenómeno se concentra principalmente en Santa Cruz (71,8%), La Paz (8,7%) y Beni (4,9%). En Santa Cruz, el cambio de uso de suelo se distribuye de manera similar entre ganadería y agricultura
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A esto se suma un nuevo fenómeno que, como Revista Nómadas, hemos estado observando y sobre el cual hemos alertado: la pérdida y posterior conversión de ecosistemas no boscosos. Esta, al igual que la deforestación, es “sin vuelta atrás”, principalmente para usos agropecuarios. Analizando los datos de Mapbiomas Bolivia, en 2020 y 2021, esta conversión oscilaba entre 300.000 y 400.000 hectáreas, aumentando a 450.000 hectáreas en 2022. En 2023, la cifra alcanzó un alarmante 1,4 millones de hectáreas.
En cuanto a la conversión de ecosistemas no boscosos, Beni lidera con un 48,3%, seguido por Oruro (19,7%), La Paz (8,7%) y Santa Cruz (6,3%). En Beni, se trata principalmente de un fenómeno ganadero, mientras que en Oruro, la conversión está asociada a la desertificación y, sobre todo, a la pérdida de cuerpos de agua, lo cual es extremadamente alarmante.
Cabe precisar que la pérdida de bosque no siempre implica la conversión de la tierra forestal a otro uso, como el agropecuario, urbanístico o minero. Cuando esto ocurre, se trata de una pérdida considerada “sin vuelta atrás”, comúnmente denominada deforestación. Para más detalles sobre estas definiciones y conceptos, les invitamos a leer la guía didáctica que hemos publicado al respecto.
En total, analizando los datos de Mapbiomas, son cerca de 1,85 millones de hectáreas de bosque y ecosistema no boscosos que Bolivia perdió en tan solo el 2023, lo que equivale a la mitad de la superficie del departamento de Tarija. La velocidad de destrucción es tan alarmante que el año pasado se perdieron 3,53 hectáreas por minuto, 211,7 hectáreas por hora, 5.081 hectáreas por día y 154.577 hectáreas por mes.
Estos hallazgos nos obligan a reconsiderar esta problemática en una nueva escala de crisis ecológica, impulsada por un aumento creciente y constante de la deforestación, especialmente en Santa Cruz, y por un fenómeno oculto de conversión de sabanas, cuerpos de agua y otros ecosistemas vitales para nuestras funciones ecosistémicas.
Fuente: Elaboración propia con datos de Mapbiomas Bolivia.
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[1] A fin de poder verificar estas estimaciones, los pasos metodológicos realizados para generar nuestras estimaciones de deforestación fueron: Mediante la herramienta ‘’Transición’’ de Mapbiomas Bolivia, extraer y sumar por año la superficie de ‘’Formación boscosa’’ que se convierte en área ‘’Agropecuaria’’ y ‘’Área sin vegetación’’. En el caso de la conversión de ecosistemas no boscosos, mediante la herramienta ‘’Transición’’ de Mapbiomas Bolivia, extraer y sumar por año la superficie de ‘’Formación natural no forestal’’ que se convierte en área ‘’Agropecuaria’’ y ‘’Área sin vegetación’’. En otras palabras quedan excluidos de estas estimaciones los procesos de transformación de bosque a ecosistemas no boscosos y vise versa, así como los procesos de regeneración natural o abandono de agricultura y ganadería.