
Fabiola Daza vive en Montegrande, la puerta a Loma Santa. Ella lidera la organización de mujeres que reúne a unas 70 integrantes. Es madre, trabajadora, estudiante y presidenta de un movimiento femenino que impulsa la artesanía, los huertos comunitarios y la defensa del bosque. Su voz refleja la fuerza silenciosa de las mujeres del TIM: aquellas que sostienen la vida cotidiana, protegen la naturaleza de los avasallamientos y, al mismo tiempo, buscan abrirse camino en la educación y en los sueños personales, como su anhelo de algún día convertirse en enfermera.
– ¿A qué se dedica la organización de mujeres a la que pertenece?
– Trabajamos en la producción de artesanías, en la creación de huertos familiares para sembrar hortalizas y también apoyamos en todas las actividades de la comunidad. Muchas mujeres tejen hamaquitas, otras, pintamos o elaboramos productos que sirven como sustento para nuestras familias.
– ¿Y cómo ayudan ustedes a proteger el bosque, su casa?
– Aquí tenemos una tranca que impide el ingreso de personas extrañas. Estamos pendientes de que nadie entre a talar o avasallar nuestras tierras. El bosque lo cuidamos para que nos siga dando vida a nosotras y a nuestros hijos.
– ¿Qué papel tuvieron en la aprobación de Loma Santa como área protegida?
– Estuvimos apoyando desde el inicio. Para nosotras fue muy importante porque así evitamos que la gente de afuera entre a avasallar. Con esa protección podemos conservar lo que tenemos y asegurar nuestro futuro.
– ¿Qué significa el bosque para usted?
– Es nuestra vida. Es donde podemos vivir libres, caminar tranquilas, pescar, buscar madera para nuestras casas y disfrutar de la naturaleza.
– ¿Entra seguido al bosque?
– Sí, vamos a pescar o simplemente a recorrerlo.
– ¿Nació aquí en esta comunidad?
– No, soy de otra comunidad del territorio, San Antonio del Pallar.
– ¿Va a la ciudad a veces?
– Sí, he ido a Trinidad, a Santa Cruz. Pero no me gusta, me fastidia, siento que hace más calor y extraño el campo.
– ¿Cómo es un día en su vida?
– Me levanto a las seis, trabajo como niñera desde las ocho hasta el mediodía. En la tarde voy a mi chaco y en la noche estudio en el Centro de Educación Alternativa (SEA). De siete a diez pasamos química, matemática, lenguaje y sociales.
– ¿Y se prepara para salir bachiller?
– Sí, el próximo año.
– ¿Qué hará después?
– Seguiré aquí, dedicada a mis hijos (tiene dos). Me gustaría estudiar enfermería, siempre me ha gustado, y tenemos un hospital al frente. Pero los recursos económicos no alcanzan, así que primero debo trabajar para que mis hijos salgan adelante.
– Además de niñera, ¿qué otros trabajos realizan?
– Con mi cuñada hacemos empanadas y refrescos para vender en el colegio por las mañanas.
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Sobre el autor
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Roberto Navia
Desde hace más de dos décadas transita por el mundo para intentar elevar a los anónimos del planeta al foco de lo visible. Sus crónicas emblemáticas: Tribus de la inquisición y Los Colmillos de la Mafia le han permitido ganar dos veces el Premio Rey de España (2014 y 2017); Esclavos Made in Bolivia, el premio Ortega y Gasset (2007); el documental Tribus de la Inquisición, la nominación a los Premios Goya (2018), Flechas contra el Asfalto y Los Piratas de la Madera desangran el Amboró, dos veces ganadores del Premio de Conservación Internacional, entre otros galardones nacionales e internacionales. Es docente universitario de postgrado, la cabeza de la Secretaría de Libertad de Expresión de la Asociación de Periodistas de Santa Cruz, miembro del Tribunal de Ética de la Asociación Nacional de la Prensa de Bolivia y de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).